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Canción: Noviecita mía — Carlos Gardel

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Las dos se encontraban tras aquél gran telón que las separaba de su público. Podrían decir que estaban preparadas. Que, a pesar de todas las veces que se presentaron ante la gente, no estaban nerviosas. Pero eso sería una gran mentira, porque la verdad se hacía presente junto al pequeño malestar de estómago y un cosquilleo que recorría todo el cuerpo.

Javiera golpeaba sus dedos constantemente contra su muslo, tratando de calmar todos los pensamientos negativos que la arrinconaban. Pero los escenarios catastróficos que su mente había creado en tan poco tiempo, se fueron al sentir el tacto de Martina, con esas palmas suaves que tanto la caracterizaban.

Javiera dudó por unos segundos si fue para calmarse o calmarla a ella, y todo al ver como en esos orbes verdes brillosos se hacía presente una búsqueda de algo que aliviara los latidos de su corazón.

La castaña apretó su mano con un poco más de fuerza, a lo cual, Martina giró levemente su cabeza dejando en vista un rostro de bellas facciones y un buen maquillaje.

La voz de un hombre se hizo presente en los parlantes del lugar, al igual que los murmullos de la gente. Y a pesar de todo ese ruido, lo único que ellas escuchaban era el suspirar de la otra y un « ¿Estás lista? » con una voz leve y tímida por parte de Javiera.

Ya en el escenario, expuestas ante miles de ojos que si llegaban a presenciar un error posiblemente se desilusionarían. Su sangre se helaba y un temblor aparecía en la mano de Javiera de tan sólo pensarlo.

Se pusieron bien en el medio, preparadas para comenzar aquel baile que las acompañó desde que eran pequeñas, que las llenó de sentimientos una por la otra y que, gracias a él, en un futuro serían una de las más reconocidas.

La música empezó a sonar, y de repente, aquel lugar lleno de personas, de sillas y de mesas, se convirtió en un cielo solitario si es que exceptuaramos las blanquecinas nubes y a ellas dos.

Noviecita mía, yo te quiero,
Con el cariño puro
De aquel que puso en ti, su corazón.
Eres la esperanza
De mi ensueño y de mi amor,
Te amo y te respeto como a Dios.

El cuerpo de las dos chicas se movían como si fueran dos ángeles enviados por dios a este mundo para poder deleitar a los espectadores con los bellos pasos del tango.

Sus movimientos tan pulcros y delicados asombraban a cualquiera, sus vestidos volaban con cada giro sin mostrar demasiado. Los ojos de las personas del lugar se posaban en ellas y en nada más que en ellas, hipnotizados por tal interpretación de las asombrosas melodías del gran Carlos Gardel.

Noviecita mía, soy tu esclavo,
Por un capricho tuyo
Mi vida yo ofrendaba con pasión.
Escucha, tesorito mío,
Novia como tú
Seguro que no hay dos.

Sensual. Sublime. Cadencioso.

Eran tres palabras con las cuales podían describir tres cosas al mismo tiempo. Sus pasos, la melodía y su amor.

La castaña miró a Martina dedicándole las letras de la canción sin perder la concentración en el baile, y se podría decir que hasta trataba de llamarla con su mente, como una especie de telepatía imaginaria.

one-shots argchi // latin hetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora