—Disculpá, ¿Manuel Gonzáles, el papá de Emilia?
El chileno se volteó al escuchar la sonora voz que preguntaba por él y su hija.
—Sí, ¿Qué necesitai? —No pudo evitar que, en comparación al contrario, su suave tono de voz tenga un pizca de desconfianza y curiosidad, ¿Qué más podría tener al hablar con alguien que no conoce de nada?
—Soy el papá de Lionel, Martín Hernández, un gusto —Dio una sonrisa cálida. Tan cálida que Manuel sintió como el calor en sus poros iba apareciendo. Sentía como el calor de Martín iba transmitido hacia él. O a lo mejor eran tonterías suyas y solo eran los veintinueve grados que había en ese momento. A lo mejor, solo a lo mejor, estaba tratando de buscar una excusa que no fuera el clima para las gotas de sudor que querían salir y el constante movimiento de mano hacia su cara que le provocaba una pequeña pero fresca brisa, y como todos dicen, algo es algo.
Todo pasó muy rápido, en un momento su mente estaba tratando de buscar excusas para el calor, y a los dos segundos estaba siendo besado en la mejilla. Quedó paralizado por unos pocos segundos por la incomodidad que sintió, pero no tardó en corresponder para no quedar mal. Sin duda, seguía sin acostumbrarse a los saludos en Argentina.
—Mirá, me preguntaba —Aclaró su garganta mientras que en sus mejillas un color carmesí se expandía, pero aún así, seguía sin sacar la sonrisa de su cara —, sí te gustaría ir a tomar un café conmigo.
¿El padre del compañero de su hija le estaba pidiendo una cita? Miró extrañado al argentino pensando un poco la situación y si no la estaba malinterpretando. Hace tiempo que notaba que aquél rubio se interesaba en él, ya sea por sus miradas o por algunos murmuros de otros padres y madres. Pero, hablando con sinceridad, prefería no creerlo.
Dudó. Dudó mucho su respuesta.
Se ahorró expresar una mueca de dolor al sentir un pinchazo en el corazón. Trató de mantener un semblante serio, aunque fácilmente, cualquiera que quiera adentrarse en sus sentimientos, podría notar en su ojos o en el leve temblor de su finos labios lo roto que estaba por dentro.
No era capaz de saber si Martín estaba adentrándose en su corazón en esos pocos segundos, si a lo mejor admiraba lo fuerte que parecía por fuera pero lo débil que era por dentro.
Manuel prefirió observarlo a él también, fijándose en como los dedos de su mano derecha daban leves y constantes golpecitos al costado de su pierna, seguramente movimientos inconscientes, parecidos a la actitud de un adolescente que se declara a la chica que le gusta. O como su mirada melancólica reflejaba su triste pasado, seguro la sangre de su esposa derramada en el piso y el torturador dejandolo ahí amarrado al escapar, con nada más que hacer además de observar como la persona que amaba se encontraba destrozada en el piso luego de haber tratado de soportar lo insoportable. Al menos eso se imaginaba él gracias a los chismes de los padres y madres que contaban las tristezas del rubio.
¿Sería esta una nueva oportunidad para reparar su corazón que se encontraba repartido en miles de pedazos diminutos?
En ese mismo momento se le cruzó la idea de no saber que fue lo que más le atrajo, si su físico o el saber que había alguien que lo entendía, que pasó lo mismo que él y que derramó la misma cantidad de lágrimas.
—Claro, po —Devolvió la sonrisa, ni muy grande ni muy chica. No sabía bien que expresaba ni que quería expresar. Tan solo sonrió. —. Sí querí te dejo mi número para poder arreglar mejor las cosas.
Un brillito apareció en los ojos del argentino, sin contar su sonrisita ilusionada que de repente se había formado. Parecía más un niño que un adulto.
—Sí, sí, mejor —Asintió levemente con la cabeza sacando su celular para anotar el número.
Al terminar de anotarlo, los dos sintieron la presencia de dos pequeños corriendo hacia ellos.
—¡Papucho! —Lionel se tiró a los brazos de su padre, a lo que el rubio sonrió abrazando al pequeño —, ¿Emilia puede venir a casa algún día? —Preguntó ilusionado.
—¡Papi, papi! —La niña fue hacia las piernas del castaño —, ¡Quiero jugar con León!
—¡Es Lionel!
—¡Es lo mismo!
Los adultos tan solo rieron ante la corta pelea que habían formado los menores.
—Y... hay que preguntarle a su papa si la deja viste... —Miró al castaño con una sonrisa esperando una respuesta.
—No hay problema con que algún día jueguen juntos, supongo.
Los niños estaban radiantes de felicidad, ansiosos por juntarse algún día. Y bueno, no solo los niños.
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one-shots argchi // latin hetalia
Fanfiction┊🇦🇷 💕 🇨🇱┊ ➳ Los personajes no me pertenecen. Créditos a Rowein. ➳ Contenido Argentina x Chile (ysí). ➳ Me disculpo por los fallos que pueda tener con el chilensis. ➳ Respeto ante todo, kpos. ➳ Todos los martes. • Empezada: 17/09/19. • Terminada...