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La FFA, o también conocida como "Flash Famous Acqua", era una fiesta que se hacía cada año en Estados Unidos, donde famosos de todos los países son invitados a pasar un buen rato entre ellos, reviviendo los recuerdos de su adolescencia donde salían a bailar a las discotecas.

Era un honor recibir una invitación de esa fiesta, y Manuel Gonzalez tuvo la dicha de recibirla.

El famoso director de cine chileno entró al gran salón repleto de gente que bailaba sin cesar. Las cegadoras luces de colores recorrían cada rincón del lugar. El castaño estaba por apretar las manos contra sus oídos a causa del gran volumen de la música que no paraba de sonar.

Hizo una pequeña mueca de disgusto ante esta situación. No era muy fan de las fiestas, pero aún así pensó que podría encontrar la forma de divertirse ante un evento tan importante como este. No podía desperdiciar la oportunidad. Estaba rodeado de gente famosa, ¿Y sí alguien pedía colaborar con él en algún proyecto? Debía estar preparado y aceptar las mejores ofertas posibles.

Caminó con cuidado entre la gran multitud de gente, siendo golpeado levemente no intencionalmente en algunas ocasiones, a las cuales les resto importancia. Su mirada iba de aquí para allá buscando algún rostro conocido, sería un tanto incómodo estar solo, sin conocer a nadie entre tanta, tanta gente. Si se llegaba a poner demasiado nervioso o las conversaciones no fluían con alguna persona, solo pondría alguna excusa de que sus amigos lo necesitan y se iría con ellos. Manuel, siempre pensando todo.

Logró encontrar la reconocible melena de Sebastián Artigas, un actor uruguayo que participó en varias películas suyas, quien no paraba de deslumbrar el lugar con sus típicos brillos, haciendo que sus fans hagan teorías conspirativas respecto a eso. También pudo reconocer la blanca y tierna sonrisa de Luciano Da Silva, un famoso cantante brasileño con el cual solía charlar de su vida y problemas mientras se emborrachaban. Este no cesaba de bailar. Manuel debía de admitir que sí que sabía como moverse.

Se sentó en una de las sillas frente a la barra, soltando un suspiro cansado. No era fácil pasar entre tanta gente. Su espalda levemente encorvada y su cabeza gacha y apoyada sobre la mesa indicaban que estaba exagerando un poco su cansancio.

Mientras su mente pensaba en diversas cosas, sintió como un hombre del otro lado de la barra se ponía frente a él.

—Are you going to ask for something? (¿Vas a pedir algo?) —Preguntó educadamente. Alzó la cabeza dispuesto a hacer su pedido, el cual lo pensó por unos pocos segundos, aún sí su respuesta fuera obvia.

—The best wine you have, please (El mejor vino que tengas, por favor)
—Pidió con una asombrosa pronunciación de inglés, a lo cual el contrario asintió para luego empezar a servir su bebida, buscando una de las mejores botellas que tenía.

No tardó demasiado en que su vista se posara en la copa de aquel líquido morado que había puesto el señor hace no muchos segundos, a lo cual, Manuel pronunció un "Gracias", que seguramente no fue escuchado por el volumen de la música.

Tomó un sorbo de aquél líquido no sin antes agitarlo levemente como un profesional —Que, en realidad, no lo era. Pero si alguien lo llegaba a ver iba a quedar genial y como un gran conocedor de vinos—. No pudo evitar elevar las comisuras de sus labios, formando una sonrisa de satisfacción al probar su bebida alcohólica favorita, disfrutando del notorio sabor de las uvas más jugosas que enriquecían su paladar.

Dejó de beber, dejando la copa medio llena —O media vacía, como desees verla—, al sentir como una presencia se sentaba a su lado. Siguió mirando la copa de vino, sin molestarse en levantar la cabeza para observar las facciones de aquella persona de la cual desconocía su identidad, al menos por el momento.

one-shots argchi // latin hetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora