Capítulo 16

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Jade despertó con el cuello algo entumecido, pero el cuerpo completamente relajado

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Jade despertó con el cuello algo entumecido, pero el cuerpo completamente relajado.
Su respiración recobraba su curso normal, dejando de ser pesada, comenzando a pedir a su cuerpo que se despertara de una vez.

Abrió sus ojos y solo pudo ver claridad, por lo que los cerró de nuevo para parpadear repetidamente y acostumbrarse a la luz.

Las persianas del cuarto de Corbyn estaban abiertas y la poca luz que entraba le cegaba.

Pero no podía moverse.
El rubio tenía la cabeza apoyada en su cuello; por eso el entumecimiento.
También los brazos de Corbyn rodeaban su cintura y su pelo le hacía cosquillas en la nuca.

Cerró los ojos de nuevo con la intención de volver a dormirse, pero un beso en su cuello la devolvió a la realidad.

—Mmm... —gimió somnoliento estirando sus piernas—. Dios, volvería a hacer todo lo de ayer de nuevo.

La menor rodó los ojos divertida enfrentándole por fin, algo que le quitó el aliento por unos leves segundos.

Estaba con Corbyn Besson en una cama. Estaba claro que podía pasar algo como aquello.

—Pues yo no —dijo con una sonrisa grande pero aún con los ojos cansados y entrecerrados—. Estoy cansada.

El chico le regaló una risa suave y una mirada cariñosa, mojando con la lengua sus secos labios mientras echaba para atrás sus hombros.

—Lo entiendo —la acercó más a él hasta que sus narices rozaron—. Yo también lo estaría si fuera tú.

Jade realizó un puchero con sus labios, quejándose de aquella forma y golpeando con sus dedos el pecho de él.

—¿Sabes? —preguntó ella con la cabeza ladeada—. Te odio, me caes mal —rió un poco y el mayor frunció el ceño sonriente— ¿Por qué tienes que ser tan bobo cuando trato de ser linda?

Corbyn se quedó callado. No tenía una respuesta específica para aquella pregunta que pudiese agradar a la chica.

—Porque... Así soy yo —puso cara de confusión y Jade soltó una carcajada suave, melodiosa para él.

—Sí, eres único.

Los dos se sonrieron mutuamente antes de besarse con una intensidad romántica y encantadora.

(...)

La morena volvía a casa con una sonrisa radiante en el rostro.
Estar con Corbyn la hacía feliz y dejaba sus problemas atrás.
Pero por mala suerte, seguían existiendo.

Jade colocó bien su mochila antes de posicionarse enfrente de la puerta, preparando su sonrisa más inocente, pues no le había dicho a Michael dónde había ido.

Eso le ponía nerviosa pero siempre podría escaparse del castigo con mentiras.

Llamó a la puerta y en menos de un segundo, su madre la abrió bruscamente.
Le sorprendió él hecho de que ella estuviera en casa, ya que nunca se encontraba allí por sus dos trabajos, pero lo que más le llamó la atención fueron las lágrimas en sus ojos y su mandíbula apretada.

La mochila de Jade cayó al suelo, asustada. Pensando en lo peor.

—¿Qué ha pasado...? —susurró preocupada.

—¿Qué qué ha pasado? —la madre rió con amargura—. Tú padre ha muerto, eso es lo que ha pasado.

Los ojos de Jade se abrieron de la sorpresa y lágrimas comenzaron a asomarse después de soltar el primer sollozo, tropezando varios pasos hacia atrás.

Su madre, aún un poco enfadada, la rodeó en sus brazos y la consoló dándola pequeños besos en la cabeza.

—¿Cómo? —sollozó levantando la mirada.

—Solo pasó cielo. Ya estaba muy mal y... No se pudo hacer nada.

Ashley vino corriendo hacia ellas y también se unió al abrazo llorando desconsoladamente.
Después llegó Michael y envolvió a las tres chicas entre sus brazos.

Cayeron de rodillas en el suelo, no pidiendo contener la debilidad repentina en sus piernas.
Toda la familia estaba rota. Tenían el corazón roto.
El padre se fue sin dejarles saber si les guardaría en su memoria.

Después de varios largos minutos en esa posición, llorando sin cesar; entraron en casa con el peor sentimiento en sus corazones.
El silencio.

Por una vez el hombre no estaba preguntando por ellos. Lo que Jade no se tomó bien aunque le hubiera molestado siempre.

Era su padre y aún le necesitaba, pese a las pocas capacidades que él tenía.

Pasaron el día en el sofá, abrazándose los unos a los otros, recibiendo llamadas y llorando la perdida.

Cuando ya sesiones hizo de noche, Jade se retiró a su cuarto con su hermano detrás.

Allí y en ese mismo momento, empezarían las preguntas.

—¿Dónde estabas está mañana y ayer por la noche? —preguntó silenciosamente, extrañado—. Te llamamos millones de veces, pero no contestaste.

Ella cayó a la cama instantáneamente, suspirando, con los ojos rojos y completamente secos. Tapó su rostro para soltar las últimas lágrimas que le quedaban.

—Lo siento mucho —se lamentó ella— Estaba... —suspiró, sabiendo que no sería capaz de mentir—. Estaba con Corbyn.

Los dos se sumaron a un incómodo y reprochante silencio. Michael apretó los puños pero no dijo nada por minutos.

—¿Es enserio? —cuestionó molesto—. Nos dejaste por ese chico mal teñido.

—No es mi culpa —se defendió Jade, con tono brusco—, no sabía que iba a pasar esto —su voz quebró de repente y empezó a llorar.

Su hermano suspiró asistiendo, le dió un largo abrazo y salió del cuarto dejando a su hermana acurrucada en su cama mirando al techo.

Michael se quedó en el pasillo, parado, pensando en que haría ahora para unir a su familia.

No le gustaba ese chico. No le gustaba para nada. Solo hacía mal a Jade y tenía que alejarlo de ella.
Costase lo que costase.
Por el bien de su familia.

THE KISS LIST; 𝗖.𝗕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora