Capítulo 9: Algo así como una familia

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"¿Por qué tengo la sensación de que estás a punto de poner mi vida patas arriba?"

(Si decido quedarme)


Jueves 20 de Julio de 2017

—No entiendo el motivo por el que decides irte tan rápido. Encima en el día del amigo, ¿más perra no podías ser?

—Cat, mi trabajo está en Nueva York, mi vida está en Estados Unidos, además, el día del amigo es algo comercial —Cat hizo un puchero—. ¿Tanto te cuesta entenderlo que no puedo quedarme? ¿O te hago un cuadro conceptual? Aunque dudo lo entiendas cuando eras muy mala en Lengua.

—Deja de agredirme solo porque antes escribía mal y me comía las palabras —contestó, totalmente ofendida—. ¿Me dejarás así como así? ¿Qué hay de Norma? ¿Y dejarás a Giovanni así?

Melina la miró arqueando una ceja, porque no se esperaba esa pregunta, simplemente por el hecho que entre Giovanni y ella no había ningún tipo de relación desde hacía meses. Tomó aire, para no insultar a Catalina, porque su amiga muchas veces hablaba estupideces y cosas sin sentido. ¿Desde cuándo ella tenía que quedarse por Giovanni? De todos modos, ¿por qué ese individuo era parte de la conversación? Cat a veces no pensaba, sino no se explicaba que preguntara una tontería como esa.

—¿Así cómo, Cat?

—¡Triste! Dices que lo amas pero te vas, nuevamente, cuando él más te necesita.

—Cat, no utilices golpes bajos conmigo, porque sabes que lo odio —aclaró, mirándola fijamente, para que entendiera que no estaba yendo por buen camino la conversación o su frustrado intento de convencimiento—. Giovanni podrá sobrellevar el dolor sin mí, es un adulto y los adultos afrontamos las pérdidas de una sola manera.

—¿Qué manera, genia?

—Trabajando —Catalina puso los ojos en blanco ante las palabras de su amiga—. Además, bien sabes, que entre nosotros no hay nada. Estos días nos hemos respetado y tratado bien por toda la mierda que pasó.

—¡Eres muy malvada! Mala, mala, mala.

—¿Tus palabras tienen que dolerme acaso? —Catalina bufó—. Me encanta ser la mala de la historia porque las buenas aburren.

—Eres una idiota.

—Ya, tengo que irme, en serio. Tu circo es paupérrimo y me ha aburrido.

—Voy a ignorar que me estás defenestrado. Lo importante aquí es que... ¡no quiero que te vayas! Te lo pediría de rodillas.

—Arrodíllate entonces, esclava.

—¡Sabes que no puedo! —gritó, enojada—. Esta costilla de mierda no deja que me humille por ti.

—Que afortunada —Melina largó una risita—. Ya, pasaré navidad contigo.

—Melina, estamos en Julio.

—¿Y? Los meses pasan rápido, cariño —musitó Mey, mientras buscaba su pasaporte por todos lados. Sonrío cuando lo encontró, su parte oscura había pensado que sus amigos se lo habían ocultado, robado, tirado o incluso quemado con tal que no se fuera de España—. ¿Me acompañas abajo?

—No.

—Vamos, Cat, el taxi ya debe estar fuera.

—No quiero que te vayas.

—Cat, mi vuelo sale a las once y me estoy demorando por verte a ti haciendo una estúpida escena. O me acompañas o te despido aquí mismo.

—Ojalá llegue la policía con una orden judicial que no te permita salir del país.

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