Capítulo 10: Tutores

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"Porque por mucho que digan, cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor"

(Las chicas del cable)


Viernes 21 de Julio de 2017

—¡¿Quién demonios es?! ¡Dejen dormir al prójimo! —gritó Melina, somnolienta, mientras caminaba hacia la puerta. Moría de sueño, estaba tan plácidamente en su cama, hasta que empezaron a azotar la puerta a golpes. Quién quiera que fuera había logrado que comenzará el día como la mismísima mierda. Al abrir la puerta, bufó—: ¿Qué quieres tan temprano, Giovanni?

—Hola, buen día. ¿Cómo estás? Yo muy bien, gracias por preguntar —saludó, sonriendo con burla e inspeccionando a una Melina con cara de pocos amigos, despeinada y en pijama—. Traje el desayuno. ¿Sisy?

—Duerme con Apolo.

—¿No tiene pulgas, no?

—Por supuesto que no. Se baña mucho más que tú y yo.

—¿Y por qué está durmiendo hasta tarde?

—Porque anoche se quedó despierta hasta la madrugada —Melina arqueó una ceja, se dio vuelta y chequeó el reloj de pared—. Son las ocho de la mañana, Giovanni.

—Sí, es viernes y son las ocho de la mañana. Es tarde, Melina, muy tarde para todo lo que tenemos que hacer. En fin, así que comenzamos a generarle malos hábitos a la niña —declaró seriamente, a la vez que entraba al apartamento sin pedir permiso. Melina puso los ojos en blanco, cerrando de un portazo, porque era demasiado temprano como para que Giovanni comenzara a fastidiarla—. Vine porque hoy tenemos mucho trabajo como tutores.

—No me jodas, Giovanni.

—Hablo en serio, Melina.

—Bien, bien —canturreó, poniendo los ojos blanco—. Prepararé café, lo voy a necesitar para soportar esto —susurró, enojada—. Maldito seas.

—¿Qué dijiste?

—Que te sientes y esperes el café.

Melina se fue a la cocina a preparar el desayuno, ya con su mal humor pujando por salir, aunque en el fondo sabía que debían de organizar el día a día de Alfonsina y, por mucho que no le gustara la presencia del hombre que había lastimado su corazón en su casa, Giovanni formaba parte de su vida. Por mucho que quisiera no podía escapar de él, Sisy era el vínculo que los uniría para siempre, le gustara o no. «¿Qué demonios hice mal en esta vida para cruzarme a Giovanni?» se preguntaba siempre, porque desde que él había aparecido, todo su mundo había cambiado de una forma que nunca hubiera imaginado ni tampoco querido. Dejar de trabajar en GOE, ser humillada en televisión por su "romance" y, prácticamente, tener que irse de España para conservar la cordura.

Melina le sirvió café en silencio y se dejó caer frente a él, oliendo las masas dulces que trajo para el desayuno, sacó una que tenía dulce de leche y comprendió que las había comprado en aquella panadería argentina que había en la ciudad; eran deliciosas.

—Sé que prefieres lo salado, pero traje algo dulce para endulzarte, así todo el día de hoy será más fácil sobrellevarte.

—Eres un idiota.

—No viene a pelear, Melina.

—Pues no es eso lo que parece.

—¿Cómo pasó la noche Sisy?

—Bien —respondió, dando un suspiro para relatarle la noche con ella—. Vimos películas junto con Cat hasta tarde y se durmió en el sofá. Así que la lleve a la cama, me acosté con ella y ahí sigue durmiendo junto con Apolo. Por lo menos se entretiene también con él, según dijo, siempre quiso un perro y nunca tuvo la oportunidad de tener uno.

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