Capítulo 15: ¿Un poco de paz?

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"Descuidé la llama del amor y se volvió un infierno No puedo detenerte y aun así lo intento"

(Por qué te vas – Tini ft. Cali y El Dandee)


Lunes 18 de septiembre de 2017

Si había algo que Melina detestaba, entre tantas cosas, eran los lunes y las despedidas. Ese día se habían unido sus dos ítems de la lista negra. Era lunes y había despedido a su padre para siempre. Lo tenía en una caja de madera, donde dentro, estaban sus cenizas como si nunca hubiera sido un cuerpo de carne y hueso. ¿Qué loco, verdad? Como la vida se acaba de un momento a otro y terminas en cenizas o enterrado bajo tierra. Oscuro, triste, doloroso, pero real.

¿Cómo iba a seguir su vida? No lo sabía. De lo único que estaba segura era que pondría todo de sí misma para continuar, no por ella, sino por la pequeñita que llevaba de la mano y la cual había sorprendido a todos cuando la llamó mamá. Por Alfonsina debía de continuar con su vida, por mucho que quisiera ahogarse en un pozo de tristeza, ese que siempre le había parecido tan atractivo. No podía darse el lujo de seguir en el suelo, tenía que levantarse, porque de eso se trata la vida: de levantarse a pesar de las circunstancias dolorosas que existan. Y pensaba en las palabras de Eneas, aquellas que decían que los duelos se atraviesan y convertir el dolor en algo positivo.

Miró de reojo a Giovanni, iba hablando por teléfono, su móvil sonó durante toda la ceremonia de cremación y no lo podía culpar, había estado para ella en los últimos días, pero tenía sus propias responsabilidades y obligaciones, como luchar por la candidatura presidencial.

Cerró los ojos y quiso reír cuando su madre le dijo que estaba loca, que cómo se había enamorado de un futuro presidente y que eso solo ocurría en locas historias de libros, no en la realidad. Melina la consoló diciendo que no estaban juntos y que ella tampoco creía o asimilaba que Giovanni sería un presidente. Luego Alba se arrepintió de sus palabras y le dijo que le diera una oportunidad, que parecía buena persona, amaba a Sisy y que era un hombre tan inteligente como culto, todo lo que Alba consideraba que era suficiente para que Melina se interesara en alguien. Y sí, su madre la conocía, porque más allá de su belleza física y algunos otros atributos positivos que tenía Giovanni, ella se enamoró también de que fuese un hombre tan inteligente, culto y estudioso.

Suspiró, mirando hacia atrás, como si en aquella iglesia se hubiese despedido para siempre de su papá. No era devota de practicar el catolicismo, de hecho, había abonado la religión hacía tiempo. Pero su madre había sugerido que sería bueno dar una misa de despedida y una ceremonia de cremación. Aceptó, porque le daba igual, pero no negaba que escuchar hablar a un cura sobre la muerte le daba ganas de definitivamente no volver nunca más a una iglesia.

—¿Qué tal si vamos a almorzar? —musitó Alba, siempre con esa timidez que la caracterizaba cada vez que pedía algo—. Digo, mi vuelo sale en la noche y me gustaría comer algo bien español. No sé, me hubiera gustado visitar la ciudad en otras circunstancias.

La visita de su madre había sido fugaz, tenía que regresar al trabajo y solo había ido a Madrid para acompañar a su hija y llevar las cenizas de regreso a Argentina. ¡Menudo viaje! Mey ladeó su boca, la extrañaría demasiado, hubiera deseado volver con ella a Córdoba pero había otras obligaciones que cumplir en Madrid. Además de que por una disposición judicial no podía irse del país por lo menos durante un año. ¿Podría haberle pedido nuevamente ayuda a Giovanni? Por supuesto, pero descartó la idea, no quería estar lejos de Alfonsina y tampoco llevarla a Argentina, porque tenía colegio. No era el momento propicio para regresar a su país y Melina lo sabía, aunque le dolía, entendía que era tiempo de quedarse en Madrid.

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