Capítulo 11: Cambios y más cambios

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"Conocerte fue lo más bonito que hice en mi vida; desconocerte, lo más valiente"

(Mágoa, Andrea Valbuena)


Lunes 4 de Septiembre de 2017

—Mey, Mey, ya es la hora. ¡Hoy es el día!

Melina quería que todo fuera una mentira, que no tenía que despertarse tan temprano, pero escuchaba de fondo la alarma sonar y, aunque quería, no podía despegar sus párpados luego de dormirse a las cuatro de la mañana. El sueño le venía alterado desde hacía dos semanas producto de su nueva vida con Sisy, de la nueva historia que rondaba su mente y las largas horas de madrugada que se dedicaba a escribir, simplemente no podía parar, las palabras brotaban, y Francesca, su nuevo personaje, le estaba quitando sus tan amadas horas de sueño. Se removió en la cama, intentando recobrar el sueño, pero la maldita alarma de su celular seguía sonando.

Cuando finalmente abrió sus ojos, Alfonsina la miraba de cerca y le mostraba sus perfectos dientes blancos producto de una sonrisa. Suspiró, sonriendo con dicha y la atrajo a su cuerpo, abrazándola, porque ciertamente esa niña le despertaba todo ese amor que se le tiene a un hijo. ¿Cómo se podía amar tanto? No lo sabía, pero esa pequeñita le había robado por completo el corazón.

No hacía tanto tiempo que esa pequeñita estaba en su casa, pero era lo suficiente para comprender que por Alfonsina daba todo y más. Su vida había cambiado de una manera drástica e inesperada, pero para bien, porque se sentía completa y feliz. Con Sisy tenía una conexión que no podía explicar y amaba la vida con Alfonsina a su lado.

—Buenos días, cariño. ¿Entusiasmada por tu primer día de escuela?

—Sí, muy entusiasmada. ¿Tu, Mey?

—Por supuesto que sí —mintió, porque claro que odiaba despertarse temprano y tener que asumir que tenía una niña en etapa escolar—. Déjame levantarme, así preparo el desayuno.

—Norma lo está preparando.

—Oh, genial —murmuró, desperezándose. Parecía que incluso Norma estaba entusiasmada por el primer día de clase de Sisy. Esa niña había revolucionado no solo su vida, sino también la de todos—. Iré a bañarme entonces.

Ya en la ducha, suspiró, porque comenzaba una nueva etapa tanto para ella como para Alfonsina, comenzaban los días de despertarse a las seis de la mañana, de las tareas, las reuniones escolares, los exámenes y todo lo que representa la vida escolar de un niño.

Sisy había dado con un 10 el examen para el ingreso, que si bien habían sido comprensivos con su situación de que nunca había asistido a un establecimiento educativo, todo el mérito era de ella que había pasado todos los días estudiando inglés junto a Giovanni y repasando las materias más importantes, lo que daba orgullo, porque Mariano había hecho un buen trabajo en educar a su hija él mismo.

Más allá de eso, Melina admiraba como era Giovanni como profesor; dedicado, atento, amable y paciente. «Si quizás hubieras sido así conmigo» pensó. Pero atrás quedaba su relación, había pasado a último plano desde que Alfonsina estaba en sus vidas, la prioridad era indiscutidamente ella y nada más.

Salió de la ducha mucho más relajada, secándose el cabello, mientras seguía pensando en Giovanni. Habían aprendido a convivir y llevarse bien solo por Alfonsina, pero el dolor, la desilusión, y ese amor tan bello como destructivo seguía aún latente, escondido y Mey temía que, tarde o temprano, volviera a salir a la luz. Quizás podían seguir tonteando, ¿por qué no? Pero era difícil considerando que Sisy tenía el sueño de que ambos formaran una familia y le dieran hermanitos, fue doloroso acabar con la desilusión de la niña al explicarle que eso no era probable que sucediera, pero era preferible la verdad antes que generarle falsas expectativas.

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