"Amor, tiempo y muerte. Tres conceptos abstractos que conectan a todos los seres humanos del planeta, todo lo que codiciamos, todo lo que tememos no tener, todo aquello que acabamos comprando es porque todos nosotros anhelamos amor, deseamos tener más tiempo y tememos a la muerte"
(Belleza oculta)
—Melina —gritó Giovanni, cuando vio que se le cayó el móvil al suelo y comenzó a temblar con las manos en la boca—. ¡Melina! —volvió a gritar, zamarreándola, nervioso, porque había escuchado el nombre de su mejor amigo y ella no reaccionaba, estaba ida, con las lágrimas bañando todo su rostro—. ¡¿Qué pasó con Mariano?!
—Lo siento —susurró, y largó un lastimoso llanto que le salió bien de adentro. El vacío que se le había formado era tan grande que no podía articular palabra alguna. La muerte, la muerte estaba golpeando su vida y llevándose a una persona fantástica—. Lo siento mucho, Giovanni.
—¿Qué sientes, maldita sea? ¡¿Ah?! ¡¿Qué es lo que sientes? —gritó, con la voz temblando—. ¡Dime qué le ocurrió! ¡Dímelo de una vez, Melina!
—Mariano murió.
Esas dos palabras que pronunció Melina aturdieron a Giovanni, como si dos bombas hubieran caído cerca de él, tan cerca como para dejarlo sordo por un momento. ¿Qué estaba diciendo? ¿Qué su mejor amigo había muerto? No, no era posible, tenía que ser una broma de mal gusto. ¡Ella estaba mintiendo! ¿Cómo podía ser posible? Tragó saliva, debía ser una confusión, su mente le decía que era mentira, aunque quizás, era solo su mente en estado de negación. Empezó a negar frenéticamente con la cabeza, caminando hacia atrás, porque creía que todo era una jodida broma, que algo como eso era totalmente descabellado. ¡Estaba hablando de Mariano! Su hermano del alma. No era cierto.
—¡¿Qué mierda estás diciendo?! —gritó finalmente, con la voz temblando, como si ella fuera la culpable de lo sucedido. La veía como su enemiga, como la portadora de la peor desgracia—. ¡¿Qué mierda dices?!
—Él murió —sollozó ella, tapándose el rostro y largó nuevamente al llanto—. Él murió. Lo mataron, lo mataron, esos hijos de puta lo mataron.
Giovanni negó frenético de nuevo, con la mano en la cabeza, no podía ser verdad y miró el móvil tirado en el suelo, lo tomó con las manos temblando. Necesitaba escuchar que era una mentira, que quien diablos estuviera del otro lado de la llamada le dijera que era una broma de mierda.
—¡¿Quién habla?! —gritó Giovanni, desesperado, sin siquiera saber si alguien le iba a responder—. ¡¿Quién demonios habla?!
—Giovanni, soy... soy Ignacio. Yo... lamento la noticia. Asesinaron a Mariano.
—¡¿Cómo es eso posible?! ¡Tú, miserable de mierda, tenías que protegerlo!
—Estoy escapando de terroristas —susurró Nacho, nervioso, totalmente agitado. No era momento para que recibiera sermones—. Tengo a Sisy conmigo. No pude... no pude salvarlo, Giovanni. Lo siento tanto.
—¿Cómo está Sisy?
—Herida, pero bien, ella está bien, solo aturdida por lo ocurrido. Estamos escapando. Me espera un helicóptero de la CIA para sacarme de Damasco...
Giovanni tiró el móvil de Melina contra la pared, rompiéndolo y se desplomó en el suelo, llorando como un niño, porque había perdido a su mejor amigo, había perdido a Mariano en manos de terroristas. ¿En qué clase de mundo vivía? ¿Cómo era posible algo semejante? Le dolía el pecho y el llanto salía desde lo más profundo de su ser, porque nadie, absolutamente nadie, se encuentra preparado para una noticia como esa y mucho menos para la muerte tan repentina y dolorosa como esa.
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Miradas eternas
General FictionMelina dejó Madrid tras una serie de eventos desafortunados y puso tierra de por miedo con Giovanni, sin embargo, una repentina y dolorosa muerte la obliga a permanecer a España. Mientras que Giovanni, lucha día a día por conseguir la tan ansiada ca...