Capítulo 14

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Cuando finalmente llegué a casa, y estaba frente a la puerta de entrada, me tomé unos minutos para formular la excusa que me salvaría del enfrentamiento con mamá. Seguramente estaba molesta, no solamente porque falté a clases y a mi examen, sino porque también había estado completamente lejos de mi celular y no había respondido ninguna de sus veinte llamadas y sus catorce mensajes de texto. Heather también me había hablado, al igual que Julen, quien no tardó en deducir que me escapé con Ross, ya que también se había ausentado en la biblioteca y su abuela no tenía idea de dónde estaba.

"Sabes que no soy estúpido. Estás con Ross, ¿cierto?", fue el último mensaje que me envió, y concluí que fue el último ya que se había asegurado de que estaba acompañada y nada malo me había ocurrido.

Leer el "estás con Ross" era extraño, y sabía que se le haría aún más extraño a mi madre si le confesaba que estuve con un chico en un centro comercial haciendo estupideces. Y sí, incluyo lo de comer una hamburguesa.

Quité las llaves de mi mochila y abrí la cerradura de la puerta, decidida a decir la verdad. No quería mentir, sentía que si daba una excusa falsa me convertiría en aquella mentirosa que Ross veía en mí y la cual yo no deseaba personificar una vez más.

—¿Hollie? —se asomó mamá por la abertura de la cocina.

Estaba desmaquillada, llevaba una bata de color celeste que enmarcaba la silueta delgada de su cuerpo, tenía el cabello atado en un rodete mal hecho y sus ojos se veían más oscuros de lo normal.

—Hola—susurré, apoyándome en la puerta y cerrándola dando un paso atrás.

—No puede ser—murmuró, acercándose hacia mí y rodeándome con sus brazos.

Olía a jabón blanco y al champú barato de frutos rojos que compraba con descuento en el mercado del barrio. Su aroma era una nube intensa que me abrazaba acogedoramente junto a ella, sus brazos eran cadenas que se ajustaba con fuerzas a mi espalda, y su corazón acelerado delataba todos los miedos que le provoqué durante las horas en las que estuve ausente.

—¿Dónde estuviste? —me distanció, mirándome a los ojos fijamente.

—Me fui a un centro comercial—respondí, bajando la vista.

—Con ese tal Ross, ¿cierto? —preguntó, cruzándose de brazos.

—¿Quién te habló de él? —la miré, sorprendida.

—Julen. Fui a tu colegio, Hollie, me llamaron a la última hora porque no te presentaste al examen.

—¿Heather estaba con vos? —pregunté, temiendo de lo peor.

Heather no podía conocer a mi madre bajo ninguna circunstancia, ¿qué pensaría cuando se diese cuenta de que era una mujer completamente sencilla, con el rostro demacrado y con la salud a punto de vencerla? Además de que corría el peligro de que Doris le agradeciera por un dinero que ella nunca me dio, le confesara que utilizó su cheque para fines de los que ella ni siquiera estaba enterada y, por lo tanto, concluya que soy una persona de clase media baja que paga las cuentas con el seguro de vida de un hombre que no conozco y podría haber sido mi padre gracias a la ley.

—No—contestó para mi alivio—, Julen me dijo que se retiró para no presentarse al examen, no estaba preparada; pero eso no viene al tema—dijo, acomodándose un mechón de cabello que le caía de su rodete—. Contesta: ¿en qué estabas pensando? La profesora de literatura cierra las notas hoy mismo, tu examen quedó en blanco, no conseguirás el promedio que querías por una escapada infantil ¡con un chico que no conozco! ¿Quién es Ross, Hollie? ¿Por qué no me hablaste de él? ¿Están saliendo?

A dos caras | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora