Capítulo 24

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Apagué el celular para no verme tentada a contestar los llamados de Julen o los mensajes de Heather, y me dediqué a leer los libros que mamá había traído de la biblioteca para nuestro finde de lectura conjunta. Ella ya se había ido a dormir tras comer un puré de manzana, ya que no tenía mucho apetito, y yo me había hecho uno aparte para comer en mi habitación.

Al otro día, durante el mediodía, me preparé un omelette de tomate para almorzar, pasé por la habitación de mamá y, tras dejarle una nota para recordarle la reunión de padres que habría hoy y anunciarle que le dejaría una porción de omelette en el horno, salí de casa directo a la parada de colectivos, donde tomé el de Víctor, quien me saludó como de costumbre.

—Hola—me saludó Ross, quien estaba sentado en el primer asiento del colectivo.

Terminé de marcar la tarjeta para sacar mi boleto y me giré hacia él, quien me miraba con aquel vacío que cargaba el negro de sus ojos.

—¿Te duele tanto que yo me haya robado tu papel de "alejarse de la persona por la cual sientes algo"? —le pregunté con el semblante en alto, procurando mantener mi postura de resentida.

—Me alegra que te tengas la suficiente confianza como para que creas que siento algo por vos, pero quitando eso, me gustaría que hablemos.

—Muy bien—asentí, amagando para ir hacia el fondo del colectivo.

—Hollie—se levantó rápidamente, tomándome del brazo.

—¿Qué es lo que tengo como para te empeñes tanto en negarme? —me giré hacia él, librándome de su agarre y sosteniéndome de uno de los asientos para no caerme mientras el colectivo circulaba por la calle.

—Hollie—nos llamó la atención Víctor—, ¿todo bien por ahí?

—Sí, todo bien—respondí, girándome hacia él por unos segundos—, intento solucionar un tema—me fijé en Ross.

—Quiero que hablemos. —Se acercó hacia mí para hablar en voz baja.

—Y yo quiero que me digas qué es lo que está mal en mí. —Me señalé—, ¿es porque soy una mentirosa, porque no soy lo suficiente atractiva o porque... porque no tengo dinero?

—No, no es nada de eso. —Negó con la cabeza.

—¿¡Entonces qué!? —Amplié los ojos, impacientándome—, ¿qué es?

—Primero necesito que hablemos—insistió.

—¿Qué querés hablar?

—Acá no, podríamos ir a mi departamento.

—En el colegio estaría bien.

—No iré a trabajar al colegio hoy, solamente vine por vos. Para hablar—agregó.

—Podemos ir al sótano de todas formas.

—Es que necesito mostrarte algo en mi departamento.

—No faltaré hoy—me resistí, aunque en el fondo quisiese ir.

—Es importante.

—¿Qué tan importante?

—Yo ayer te escuché a vos, ¿podrías escucharme a mí? Necesito mostrarte algo, en mi departamento, y es importante, ¿no te basta?

—No.

—Hollie—masculló, mirándome fijamente a los ojos. Pero no me miró como lo hacía siempre, me miró como lo hizo en la preceptoría, la primera vez que cruzamos miradas—, necesito que me escuches.

—Yo necesito respuestas.

—Te las daré.

—¿Puedo confiar en vos? —Lo miré con recelo.

A dos caras | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora