Quiero creer que Ross se dedica a hacerme continuamente bromas, pero la realidad es que no termino de deducir cuándo bromea y cuándo habla en serio o cuándo está mintiendo y cuándo está diciendo la verdad.
—¿Qué dijiste? —le pregunté con plena perplejidad en curso.
—Que me aproveches, Hollie, usame, ¿o por qué crees que estoy acá?
Estoy confundida, y no solamente por el hecho de que me ha pedido que lo use, sino porque me ha dado un ataque de celos al enterarme que está en contacto con la chica de la fiesta. Quiero creer que simplemente me encuentro en aquella burbuja de confusión porque Diana podría ser una amenaza hacia la apreciada atención que Ross me da día a día, pero, lamentablemente, ese planteamiento era completamente hipotético.
—Creo que estás loco—contesté.
—No sos la persona que mostrás ser, sabés que lo sé, vivís a dos caras, y yo quiero conocer la real. La vi asomarse una vez, en la preceptoría, y puedo jurarte que brillaste. Le llevaste la contra a quien permitís que te pise todos los días.
—No hables así de Heather.
—Basta con defender a Heather, ambos sabemos que no es una gran persona.
—Lo es.
—Nadie lo es.
—¿A qué viene esto? Ross, ya de por sí es raro que conozcas todo sobre mí, ¿y ahora querés que te use?
—Soy tu comodín, ¿cierto?
—No, no sos mío y no sos un comodín.
—Dijiste que lo era.
—Me refiero a que eres impredecible. Hablas de compromiso y después de amor verdadero, en un momento me miras como si fuese una obra de arte, y después me miras... decepcionado. No te entiendo, en absoluto, ¿qué puedo pensar cuando me dices que te use?
—¿Qué piensas?
—Que estás loco. Me vuelves loca..., en el sentido literal—agregué, influenciada por la definición "romántica" que le daban a la expresión en las novelas que leía en la biblioteca.
—No soy muy difícil de entender—se encogió de hombros, ladeando una sonrisa.
—Yo creo que sí, sobre todo ahora.
—Te estoy pidiendo que me uses como hacen las personas con un comodín. Usame en el momento exacto, para lo que sea. Hollie, soy tu carta maestra, ¿y sabes por qué? —se inclinó hacia mí—, porque me doy cuenta que cuando estás cerca de mí se te cae la máscara.
—No tengo ninguna máscara—me eché hacia atrás, marcando distancia.
—Sí, la usas frente a todos, menos conmigo..., conmigo sos diferente.
—Porque no tengo que mentirte, no tengo que actuar, ya sabés quién soy.
—No—se rio—, conocer tu vida no significa que sepa quién sos.
—No me hables de tus filosofías. Me conoces, ese es el punto.
—Cuando decidas ser vos misma, sin ningún filtro de por medio, ahí voy a saber quién sos. Pero supongo que preferís seguir mintiéndole a todos, incluyéndome—concluyó antes de levantarse de su asiento e irse hacia el final de colectivo.
El veintiuno de diciembre, cuando mamá me anunció que tras hacerse un chequeo en el médico le habían encontrado un tumor, que debían operarla, que probablemente las cosas se complicarían en unos años y nuestras vidas tomarían un rumbo distinto, lo primero que dije fue: "Está bien". Mi voz no sonó afectada, fue tan monótona como la expresión en mi cara, y si bien sabía que nada estaba bien, que todo empezaría a empeorar, que mamá corría el peligro de morir y yo el de quedarme sola, lo único que pude decir fue un: "está bien", porque sabía que no tenía otra opción que aceptarlo. Sin embargo, esa misma noche, cuando Doris se fue a dormir tras la cena y yo me encerré en mi habitación a hacer la tarea del día siguiente, empecé a llorar, en silencio, manchando con lágrimas las hojas de mi carpeta y tapándome la boca con ambas manos para no emitir ningún ruido que pudiese despertar a mamá.
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A dos caras | COMPLETA
Teen FictionHollie Clisson es una adolescente de diecisiete años que batalla contra la posibilidad de quedarse huérfana nuevamente, intenta amoldarse a las expectativas de quienes la rodean, y le ha estado mintiendo sobre quién es a su círculo social. Sin embar...