Capítulo 16

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Mamá me había enseñado desde mi primer día en el colegio que debía poner como prioridad mis responsabilidades escolares, siendo éstas una base definitiva para mi futuro. Siempre que volvía de clases resolvía mis tareas, repasaba los temas dados en cada materia, me esforzaba por tener excelente asistencia, y nunca, jamás, me salteaba alguna clase. El secundario fue un poco más difícil, sobre todo porque Doris me había advertido que las segundas etapas dentro del colegio debía llevarlas por mí misma, sin su ayuda. Lo intenté, y los primeros años mantuve notas elevadas, las cuales enorgullecían a mi madre; sin embargo, el año pasado, cuando supe sobre su enfermedad, bajé mi promedio, me llevé algunas materias, y tuve que esforzarme por recuperar nuevamente el ritmo que venía llevando con antelación.

Los primeros meses de este año habían sido magníficos; tenía buenas notas, llevaba mis tareas al día e intentaba mantener mi asistencia, tanto en el colegio como en las clases, no obstante, Ross y su tendencia de cambiar mis hábitos terminaron por volverlo una prioridad por encima de cualquier otra.

—Lo siento—dije en cuanto Ross se distanció de mí.

Estaba al tanto de que en ambas ocasiones había sido yo quien lo incitó a besarme, también de que era la única que se sentía fascinada por el otro, y sobre todo que estaba ausentándome a clases de filosofía.

¡Filosofía!

—Tengo clases—agregué, dando un par de pasos atrás.

—¿Cuándo nos vemos? —preguntó, lamiéndose los labios con una lentitud magníficamente atractiva.

DEFINITIVAMENTE ERA FASCINANTE.

—¿No sería yo quien preguntaría eso? —seguí retrocediendo, aunque no tenía idea de adónde me dirigía—, se supone que a vos te da igual, ¿no?

—No, sigues hipotetizando.

—Estoy hipotetizando muchas cosas en este momento.

Como que el señor King te reclamará un trabajo escrito que no hiciste y explicaciones sobre una tardanza que no debe ser explicada.

—¿Por ejemplo?

—Que probablemente me lleve de nuevo filosofía si sigo quedándome aquí.

—¿Te llevaste filosofía? —frunció el entrecejo.

—Sí, no quiero hablar de eso.

—Me sorprende viniendo de vos.

—Bueno... también puedo estar llena de sorpresas.

—¿También?

—Como si vos no fueses alguien que puede sorprenderte—lo miré con los ojos entrecerrados, acusándolo por su intento de humildad.

—¿Crees que puedo sorprender?

—Sí, eso creo.

—¿Qué te sorprende de mí?

Que hayas querido besarme... dos veces.

—¿Por qué preguntas tanto?

—Quería saber hasta qué punto llegaba tu dialogo de confesiones.

—Muy bien—asentí, girándome sobre mi lugar y amagando para irme entre las estanterías.

—Hollie—me llamó Ross.

Debería seguir con mi camino e ir a clases de filosofía, pero ¡oh, cielos! La voz de Ross diciendo mi nombre es imposible de ignorar.

—¿Me retendrás de nuevo con tu propuesta de Whitney Houston, tus predicciones de confesiones y la tentación a un nuevo beso? —me giré hacia él.

A dos caras | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora