Narra Poché
Es cierto que el tiempo es algo muy relativo. Cuando estás triste o aburrido, parece que pasaran las horas tan lentas, que el tiempo se puede calificar como una eternidad. Sin embargo, cuando estás feliz y disfrutas lo que haces, el tiempo pasa volando. Y eso justamente, era la mejor descripción de los últimos días al lado de Daniela. Desde ese domingo en el que había revelado lo que pasaba entre ambas, el tiempo se iba volando. Y en un abrir y cerrar de ojos, estábamos otra vez separadas cada una en su habitación, escribiéndonos, llamándonos o haciendo facetime para dormir juntas a pesar de estar en camas diferentes. Las cosas pasaban de manera tan fluida, que parecía que así debió haber sido siempre.
Íbamos a cine, a comer, a bailar, a tomar, a teatro, a montar bicicleta, a jugar baloncesto, nos quedábamos viendo películas en la casa de la otra, todo en los pocos días que habíamos tenido desde que habíamos formalizado nuestra relación. Cuatro para ser exactas. Y es que aunque ninguna de las dos lo dijera en voz alta, estábamos tratando de recuperar el tiempo perdido. Aunque debo reconocerlo, no fue perdido del todo, porque hacíamos estas cosas también. La gran diferencia, es que si me apetecía besar a Calle mientras bailábamos, lo podía hacer. Si cuando hacía una jugada extraordinaria me daban ganas de decirle que la amaba, lo podía hacer. Y sé que ella también amaba esto. Porque no había parado de recordarme todos los días, en todos los lugares, cuánto me amaba. Y no podía ser más feliz. Así que, los días lastimosamente se acababan demasiado rápido.
Hoy jueves, el último día de colegio oficial, solo fue algo así para despedirnos de nuestros compañeros. Así que, apenas terminaron las clases, los 6 nos reunimos y fuimos a nuestro restaurante a celebrar que mañana oficialmente, seríamos personas libres del colegio, con miles de posibilidades frente a nuestras caras. Al llegar allí, pedimos unas cuantas cervezas y comimos lasagna, la famosa lasagna que nos encantaba a todos y disfrutamos el último momento que tendríamos después de una clase de colegio. Y a pesar de que la tarde era amena y todos estábamos disfrutando de las copas y de la charla de amigos, decidimos que era momento de terminar el encuentro, porque mañana tendríamos una ceremonia muy importante y porque después de eso, habíamos decidido hacer nuestra propia fiesta privada. Sería en casa de Sara, así que estábamos ansiosos y queríamos llegar bien a todo lo que deparaba el día viernes.
Calle y yo nos quedamos un poco más y tuvimos una conversación muy profunda. Esa conversación que me tenía acá, sentada en el sofá, recordando, pensando y nerviosa. A pesar de que los días al lado de ella habían sido simplemente maravillosos, cada vez que estábamos en su casa o en la mía, y llegaban nuestras familias, teníamos que romper ese encanto que emanaba de la relación de ambas y volver al pasado, cuando nos tocaba fingir que solo éramos amigas. El problema, es que ya no éramos buenas en hacerlo. A veces, por error, le decía amor cuando Valentina estaba cerca y una vez, casi me da un beso cuando su papá pasaba por el pasillo de si habitación. Y a decir verdad, tampoco queríamos volver a eso. Bastante habíamos luchado para llegar hasta acá, como para retroceder. Así que, como ella me había prometido, me había dicho que hoy en la noche, hablaría con su familia para decirle toda la verdad acerca de ella y de nosotras. Y animada por su decisión, aunque el corazón me latía a mil, le dije que yo también les diría a ellos que me gustaban las mujeres y que amaba como loca a una. Y no a cualquiera, a Daniela Calle.
Así que, en este preciso momento, mientras yo estoy esperando ansiosa en este sofá a que Valentina y papá lleguen, Calle debe estar enfrentando a sus padres. Sonreí. ¿Quién la tenía peor? A pesar de todo, tuve que reconocer que ella tenía más coraje, porque sus padres ya habían dado un ultimátum, cuando hace varios meses atrás sospecharon que teníamos algo. Sin embargo, no sabía qué tal lo tomarían ellos dos. ¿Se molestarían? ¿Serían homofóbicos? Traté de recordar algo que me diera una pista sobre eso, pero nada. Simplemente nunca habíamos hablado del tema. Todos daban tan supuesto que tanto Valentina como yo éramos heterosexuales, que nunca hubo la necesidad de tocar ese tema. Y ahora, vendría yo a introducir una conversación que quizás ellos no estuvieran preparados para tener.
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Mi decisión - Caché
FanfictionMaría José Garzón y Daniela Calle eran dos chicas muy diferentes. Una de ellas muy segura de sí misma, popular y con novio. La otra con poca confianza en sí misma se había negado al amor. Pero al encontrarse, se conocerán mucho y se complementarán d...