¿Amigas?

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Narra poché

- ¿Que hiciste qué?

- Invité a Calle a venir... - Camilo me miraba incrédulo y sorprendido. Era normal, mi relación con Daniela Calle no era la mejor y, lo último que supo de las dos fue como nos habíamos gritado cosas hirientes la una a la otra.

- Pero... ¿Eso significa que son amigas ahora?

- Bueno, no exactamente. No hasta ese punto. Ya te conté que me disculpé ayer por lo sucedido y arreglamos nuestras cosas...

- Sí, eso lo entiendo, pero no entiendo cómo llegaste a invitarla a salir con nosotros a nuestro restaurante.

- Camilo, tendrías que haberla visto. Hablaba de sus sentimientos, de como no conocía nada diferente a su novio, de que necesitaba salir...

- Y tú, decidiste ser la respuesta a esas preguntas. - me seguía mirando fijamente. Sabía que pensaba que había algo que le ocultaba. Yo no era buena relacionandome con la gente y nunca había invitado a salir a nadie con el cual no tuviera confianza ya.

- Yo solo quería borrar todo... Es decir, está así porque le dije un montón de cosas horribles que la hicieron cuestionarse. Además -mire la hora en mi reloj. Eran las 7:05, nos habíamos quedado de ver fuera de la escuela a eso de las 7- mira la hora. No creo que venga, no hay de que preocuparse Camilo, solo fue cortesía.

- Pues mira tu cortesía en lo que terminó.

Giré y vi a Daniela Calle caminar hacia nosotros. Tenía puesto un gaban café, unos shorts azules, una camisa blanca y unos tennis blancos. El pelo lo tenía suelto y se había maquillado. Estaba muy bonita.

- Poché, pero ¿tú le aclaraste que vamos para nuestro restaurante y no para una fiesta? - lo miré y detallaba fijamente a Calle. Había caído en sus encantos. Lo golpee en las costillas y le suplique que se comportara.

- Perdona la tardanza,es que estaba un poco ocupada y por eso me retarde un poco. - Calle me sonrió y enrojeci. Quizá Camilo tenía razón y había sido una mala idea. ¿Sobre qué íbamos a hablar? Camilo y yo éramos como unas ratas de biblioteca, y ella se veía acostumbrada a la vida social activa. Así que, el lugar al cual íbamos a ir, podría resultarle aburridor.

- No te preocupes, no llegaste tan tarde - noté que Calle miraba a Camilo y luego me miraba a mí, y recordé que aún no los había presentado- él es Camilo, está en nuestro mismo curso.

- Mucho gusto, Camilo Guzmán. - Calle acepto la mano de Camilo y le sonrió.

- Hola, Daniela Calle. Ya te había visto  antes, siempre con María José.

Camilo sonrió y le dijo que él y yo éramos inseparables.

Narra Calle

Por alguna razón, me sorprendía ver a María José con un chico. Digo, no es que fuera fea, pero pensé que estaba soltera. Ya había visto a este chico junto a ella. Era alto, tenía el pelo  negro y corto, tirado para atrás. Un poco de barba adornaba su mentón. Sus ojos eran azules y tenía unas gafas negras. Era guapo.

- ¿Son novios? - decidí preguntar al fin, y vi como los dos se sonrojaron.

- ¿Poché y yo? No. Somos amigos desde hace mucho tiempo y... - Camilo miró de reojo a María José y no siguió hablando.

-¿Poché? - pregunté curiosa. Sé que estaba haciendo muchas preguntas a la vez, pero mis ganas de saber ganaban.

- Ah, sí. Así me dice mi familia y Camilo. Es un apodo de cariño. - me sonrió y cogió a Camilo de la mano. Para no ser novios, se tenían mucha confianza y eran muy cariñosos - vamos ya. Supongo que debes tener hambre. Yo tengo mucha.

La verdad, no tenía mucha hambre. Había comido con Santiago y luego, cuando comenzó a insistir para que me quedara, le dije que era de mala educación cancelar los compromisos hechos y que nosotros podríamos estar juntos otra tarde. Vencido, se fue al baño por mucho tiempo y salió más tranquilo. Ahora estaba aquí con ellos dos

- Claro, vamos.

Caminamos un poco en silencio. Por alguna razón, los dos estaban incómodos y esto hacía que yo me sintiera igual. Así que, solo caminábamos y a veces, nos mirábamos. Llegamos a un barrio que en ocasiones había pasado con... Basta.

- ¿Es por acá el restaurante?

- Sí. ¿Ves aquellas mesas y esa carpa con luces azules? - asentí- bueno, ese es el lugar del que te hablé.

Cuando llegamos, noté que era un lugar pequeño, no muy lleno de personas. Había dos mesas debajo de una carpa con luces azules y todo estaba cercado por una valla de madera y decorado con flores y otras plantas. El suelo estaba lleno de Piedras, hasta la entrada al lugar. En el local, la luz era tenue y de color rosa. En ambas paredes, había estantes llenos de libros y revistas. También, en una mesa, había hojas de papel y lapiceros de diferentes colores. Detrás de la barra, estaba algunos discos pegados, de los sesenta y setenta. Sonaba rolling in the deep cuando entramos al lugar. Pude notar que María José me miraba atentamente

- Qué lugar tan maravilloso - le sonreí. En serio era un lugar especial.

- Me alegra que te gustara. Yo pensé que quizá no te gustaría - me miró y supe que pensaba que yo no era de este lugar. Es increíble, en el grupo era muy ruda y no le interesaba mis comentarios. Ahora parecía que le importaba qué pensara

- No, pero créeme. Amo este lugar.

Nos sentamos en una silla afuera bajo la carpa y me recomendaron pedir lasagna. Estaba deliciosa. Camilo rompió el silencio, y me contó cómo habían conocido aquel lugar, como se conocieron ellos dos. María José me contó que Camilo estaba llorando en un rincón cuando estaban pequeños y que por eso se habían vuelto mejores amigos. Yo les conté sobre mi relación con Santiago y cuando me reproché por haber tocado ese tema, ellos se mostraron amables y al final, terminé hablando de mi familia.

Había sido una velada agradable y estaba muy feliz de haber conocido aquel lugar. Después de todo, había cosas de la de puntas azules que no me molestaban.

Mi decisión - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora