«04»

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—Así que sientes algo por Hyunjin, pequeñito. -recapitulo, conmovido.

Jeongin abrazaba uno de los peluches de su mayor, sentado en la cama ajena.

—¿Está mal, Hyung? -le miró, preocupado.

El pecoso palmeó su espalda y alborotó su cabello.

—No está mal.

—Pero lo conozco hace apenas un mes. -escondió su cabeza en el peluche.

—Me parece más que suficiente ¿Cómo te sentiste cuando vino hoy a verte, entonces? -se recargó en la pared pegada a la cama.

—Bien, hasta que interrumpiste nuestro abrazo. -le dedicó un una mirada fulminante, por lo que el otro abrió mucho los ojos.

—Pues lo siento, pero vivo aquí también. -le lanzó una almohada, haciendo que sus mechones rojizos se alborotaran más. —¿No pasó nada más antes de mi intromisión, eh? -subía y bajaba las cejas.

—No eres Minho, no trates de hacer eso con las cejas. -se burló de él, sonriéndole. —pero no, no pasó nada más, y no sé qué hacer. -golpeó la cama tomándose de las sábanas.

—Puedes decirle... cuando te sientas listo para hacerlo. Estoy seguro de que él también siente algo, Jeonginnie.

El menor se sonrojó violentamente.

—Me iré a dormir antes de explotar de fiebre. Creo que te contagiaré. -le entregó su peluche, pero el mayor lo alejó de si mismo.

—Gracias por restregar germenes en mi cama, bobo. -le ayudó a ponerse de pie. —mañana te traeré pastel del café ¿de acuerdo? Ahora ve a dormir. -le dió una palmada en la espalda, sacándolo de su habitación.

Se recostó por completo en la cama, mirando al techo, se había dado cuenta de que ahora los chicos eran sus únicos amigos, Jeongin era como un hermano menor y Bangchan el mayor, Minho y Hyunjin eran con quienes salía en los tiempos libres a bailar, Woojin y Seungmin le ayudaban a mejorar su voz cuando sentía ganas de cantar.

Sus amigos eran todo para él, pero aún así se sentía incompleto, quería experimentar algo más allá de una amistad.

No pudo evitarlo, había sido un día agotador, se quedó dormido.

—Oh, necesitas un latte para despertar bien, ¿no es así? -alguien vestido de negro le alzó la mano. —Ven, te daré uno.

—¿Quién eres? -preguntó, entrecerrando los ojos. No podía divisar bien. —¿Por qué no puedo ver tu rostro?

—Soy tu novio. -dijo, con una voz ronca y gruesa. ¿no la había escuchado antes, a lo lejos? —Y no puedes verme porque... Estás soñando.

—¿Qué?

—Despierta, Lee Félix.

—...¿eh?

—¡Despierta! -el chillido de Jeongin le hizo saltar en la cama, saliendo del sueño completamente. —Se te hace tarde, Félix.

—Diablos. -miró al reloj, las cinco treinta de la mañana. Se levantó como un resorte de la cama. —Gracias, Jeonginnie.

Se fué corriendo hacia la ducha.

Al salir de casa dejó un par de comidas dentro del refrigerador para el pelirojo.

—Nos vemos, ¡Le daré saludos a Hyunjin de tu parte! -cerró la puerta detrás de si, dejando a un pequeño envuelto en cobijas dentro del apartamento.

—Buenos días, Bang... ¿qué le pasó a tu cabello? -dijo al entrar, deteniéndose al señalarlo.

—¿A qué te refieres? -dijo él, tocándose la nuca.

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