«16»

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Incluso si sus manos estaban mas heladas que el mismo hielo, su tacto contra su piel le hacía sentir calor al rededor de su corazón.

"Por favor no te alejes mas de mí."

—Deberías dormir en tu casa, Binnie. Siempre te vas de aquí tan apurado por la mañana...

Las manos de Felix se encontraban realmente heladas aún cuando tenían mas de media hora de haber llegado a su departamento, Changbin lo notó al tenerlo recostado en el sofá con su cabeza sobre su regazo, tenía una mano inconsciente sobre su rodilla. Le había obligado a recostarse luego de llegar y comprobar que, efectivamente, estaba ebrio.

—Es solo que, siempre que vengo aquí es por alguna situación inesperada. -comenzó a acariciar su cabello. —Como esta.

No sabía a cuantos grados estaban, pero su presencia le era suficiente para sentirse tranquilo. No sentía mas frío, y si este quisiera atacar de nuevo, la mirada de Felix sobre la suya era suficiente para apaciguarlo.

—Pero aún así, quisiera que te quedaras.

—No sé si pueda hacerlo. -recostó la cabeza en el respaldo del sofá.

Dejarlo no era la mejor opción, Jeongin se había quedado en la fiesta pues mas tarde alguno de los chicos se encargaría de llevarlos a él y a Hyunjin a la casa del último, y aún si el pelirrojo estuviese con Felix, Seo no se sentiría tranquilo al dejarlos, pues el menor de los tres también estaba ebrio.

Felix se sentó junto al pelinegro y lo miró con enfado:
—Después de lo que acabo de decirte ¿No lo vas a considerar ni un poquito?

—¿Qué? -el cuestionado se dio media vuelta para mirarlo de frente, sin dejar de recostarse en el respaldo. —No sé si creerte.

—¿Por qué? -ahora hizo un puchero.

—El aroma del alcohol me gusta, pero no si viene desde tu interior. -le sonrió. —No sé si confiar en tus palabras si no estas del todo consciente.

En realidad, se estaba mintiendo a si mismo, sabía que existía una enorme posibilidad de que el alcohol le hiciera llegar a un nivel de sinceridad que ni siquiera sus sentimientos podían entender.

—Tienes que confiar mas en mí. -sus ojos comenzaron a aguarse tanto que el mayor se preocupó, nunca había podido verlo en un grado de sensibilidad tan alto.

Se enderezó y puso su mano en su nuca para acercarlo a él hasta que pudiera recargar su rostro junto a su cuello, el menor olía a su perfume de diario y a alguna bebida preparada con azúcar y licor. Pronto la camisa de Seo comenzó a mojarse y sus oídos se llenaron del sonido que el llanto de Lee producía.

¿Cuanto tiempo había estado aguantando?

—Tengo toda mi confianza en ti. -el brazo libre del coreano rodeó al rubio por la cintura mientras que su mano sobre su cabello se movía lento sobre este para calmarlo. —Por favor no llores más.

—Quédate, Changbin -su voz era tan temblorosa, que ni siquiera parecía haber rastro de la voz gruesa que conocía. —por favor.

No tenía motivos para negarse.

Se puse de pie, ayudando a Felix para llevarlo a su habitación, lo mejor para él en ese momento sería dormir.

Creyó que el pecoso querría cambiarse pero solo sé tiró sobre la cama, no sé veía capaz de dejar de llorar pronto, había tomado su almohada y estaba derramando lágrimas con esta cubriendo su rostro.

—No te puedo dejar así, debes dejar de llorar. -su estado llenaba de tristeza al de cabello negro, esa era la única forma en la que él no quería verlo: llorando por culpa suya.

Se recostó en la cama junto a él acariciando su cabello nuevamente, cuando muy profundamente le dolía no poder ver su rostro, sentía que no podría hacer que sus lagrimas dejaran de salir.

—Tienes que dejarme solo. -habló finalmente, con las palabras mas forzadas que el mayor jamás había escuchado.

—Deja de contradecirte. -pidió acercándose a él, reposando su cabeza en la misma almohada, su oreja había quedado junto a la boca de Seo, permitiéndose hablar mas bajo. —Me voy a ir si así lo quieres, pero toma una decisión.

Sé giró lentamente, lo ponía nervioso con tan solo existir, y cuando de nuevo pudo verlo a los ojos sintió que pudo volver a respirar con normalidad.

—No quiero admitir que me gustaría que te quedaras. -hizo un puchero producido por su llanto, hipeaba con ambas manos pegadas a su pecho.

Cuando estaba cerca no podía ser una persona normal, él tan solo le hacía delirar sin ninguna oportunidad aparente.

Pero, ¿Realmente Changbin le gustaba a Felix?

—Oye, Lix. -con el pulgar limpió los restos de agua salada de sus mejillas. —¿De verdad te gusta Changbin?

—Me cansaré de repetirlo si me lo vuelves a preguntar. Me gusta Seo Changbin. -hablaba como un niño pequeño tratando de dejar de llorar.

Para Seo, cualquier cosa en aquel momento parecía imposible, como un espejismo sentimental, tantos días y horas esperando cualquier momento así, y ahora estando entre sus dedos ¿Cómo podía reaccionar? Teniéndolo a menos de un centímetro de él ¿Qué podía hacer?

—Me gusta Lee Felix. -sonrió como un tonto, provocando que el rubio por fin formara una sonrisa sincera con sus labios, alentándolo a seguir. —Me gusta Felix y me gusta su sonrisa, me gusta su cabello, me gusta escuchar su risa y su voz, me gustan sus manos -él por fin estaba logrando dejar de llorar. —me gusta poner atención a sus ojos, me gustan sus pecas, me gusta poder estar cerca de él.

Rodeó la espalda del rubio con su brazo y él acercó su nariz a la del mayor, la luz de la habitación estaba apagada pero aún así la luna derramaba suficiente iluminación para que pudieran ver sus ojos brillar.

—Me gusta Seo Changbin -cerró los ojos, el pelinegro lo hizo también. —porque siento que con él estoy en donde debo estar.

No se dio cuenta de quién había sido el de la iniciativa, pero de pronto los labios de Felix estaban sobre los de Changbin, cada uno buscando la calidez y cercanía del otro sin la necesidad de acelerar ni un segundo del momento.

¿Por qué había tardado tanto en acercarse a él?

Seo no fue capaz de irse esa noche, durmiendo con Felix como si esa fuera la primera madrugada que lo hacía, tan solo tenerlo entre sus brazos y sentir su respiración en su pecho le fue suficiente para darse cuenta de que lo tenía todo.

Seo no fue capaz de irse esa noche, durmiendo con Felix como si esa fuera la primera madrugada que lo hacía, tan solo tenerlo entre sus brazos y sentir su respiración en su pecho le fue suficiente para darse cuenta de que lo tenía todo

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