«09»

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Jeongin no paró de abrazar a Changbin todo el camino, a Felix tampoco lo soltó.

Tenían mucho frío, tanto que estaban sentados como sardinas pegadas en el vagón vacío del tren.

—Quisiera golpearlos a los dos. -el pelirojo tenía ambas manos sobre sus rodillas, siendo aplastado por el pelinegro y el rubio.

En realidad Lee estaba igual de molesto y aterrado que Yang, es posible que en mayor grado, tenía un sentimiento de persecución que no se iba por más que se apegara a los chicos. La paranoia le iba a seguir hasta saber que Changbin estuviese seguro en casa por fin.

Pero vivía solo, ¿qué tal si algo...?

"Basta."

—Tenemos que bajar ya, Félix. -Jeongin se puso de pie luego de dar un fuerte abrazo al mayor. —Cuídate.

—Cuídate. -repitió, parándose junto al menor.

—Cuídense. -pudo ver los ojos cansados de Changbin debajo de su gorra. —Les avisaré cuando llegue a casa, háganlo ustedes también.

Ambos asintieron acercándose a las puertas.

Era posible que él hubiera salido corriendo del vagón al llegar a su estación, pues su mensaje no tardó mucho en aparecer en sus notificaciones.

El australiano supuso que por fin podría dormir tranquilo.

Tenía los audífonos puestos esperando obtener una imagen mental mas agradable y tranquilizante, yacía sobre su cama con una cálida pijama puesta, se había esforzado en hacerse sentir cómodo antes de acostarse, buscando conciliar el sueño rápidamente.

Pero eso no iba a pasar.

No podía dejar pasar el mal sabor de boca solo con un trago de agua proveniente de su vaso de cristal sobre su mesa de noche, no era así de fácil. Cuando un auto pasaba frente al edificio se asustaba, su cuerpo daba un pequeño salto desde su pecho hasta sus pies, si alguna ráfaga de aire frío tocaba sus cortinas, también ocurría. Se estaba cansando.

Creía ingenuamente que solo habían pasado algunos minutos cuando en realidad había perdido varias horas de sueño. Eran las tres de la mañana con veinte minutos.

No podía seguir así.

Había tomado la bicicleta con resignación, no tenía una mejor opción, pero no le era tan cómodo, no frecuentaba el utilizarla porque el frío de Corea le calaba hasta los huesos. Mas por la noche o al amanecer.

Aún llevaba la pijama y sobre esta únicamente un abrigo que abrazaba a su cuerpo hasta las rodillas. Abajo unas botas de lluvia. Su atuendo se movía como en una danza contra el viento que chocaba por el movimiento de la bicicleta por la ciudad.

Jeongin sabía que iba a salir, incluso le había pedido que no fuera pero no podía hacerlo.

Presionó los frenos frente a una puerta negra en el primer piso de otro edificio de departamentos.

Al golpear la puerta por tercera vez, se abrió desde adentro.

Lo recibió con un té caliente dentro de una taza de cerámica blanca, le sorprendió encontrarlo despierto, aún con el uniforme del café.

—Changbin. -lo miró del otro lado de la mesa. Solo la luz amarilla de una lámpara de piso iluminaba la cocina.

—Félix. -rodeó su taza con ambas manos. —¿Por qué saliste de casa a esta hora? Es peligroso.

—Eres el menos indicado para decirme eso.

Sonrió. Desde el incidente de hace unas horas no lo había visto sonreír.

—¿Jeongin sabe que estás aquí, Yongbok? -preguntó poniéndose de pie, para sentarse sobre la mesa casi frente a él.

Lo miró asustado.

—¿Quién te ha dicho ese nombre?

—¿Cómo combinarias tus nombres? He escuchando que los chicos te llaman Lee Félix, ¿pero qué tal... Lee Félix Yongbok? -aguantó la risa por unos segundos antes de explotar, recargando sus codos en sus rodillas y ocultando su rostro entre sus manos.

Una vez que se calmó, el menor pudo volver al tema inicial.

—Jeongin sabe que estoy aquí, aunque no le gustó la idea de que viniera. Se preocupó.

—Yo tampoco te hubiera dejado ir, es peligroso. -lo miró.

"¿Por qué sus ojos brillan tanto?"

Sintió el rubor aproximarse a sus mejillas, evitandolo al acercar la taza a sus labios para beber el contenido.

—Venir no fue tu mejor idea. No sé cómo volverás. -Changbin recargó las manos detrás de él en la mesa.

—Tenía que hacerlo, estaba preocupado por ti. No me sentí bien. -dejó la taza vacía sobre el pequeño plato.

—Lo sé. -bajó de un salto de la mesa, colocando sus manos dentro de sus bolsillos al estar parado frente a él. —Ya es tarde. Debes regresar.

No quiso dejarlo solo, la noche lo iba a comer al igual que a mí, comenzando por los brazos y terminando por su corazón. La ansiedad bebería cada gota de su sangre y energía.

—Supongo que sí. -se puso de pie. —Gracias por el té.

—Gracias por venir. -permaneció estático unos momentos, parecía querer acercarse o decir algo más. Estaba nervioso. —Lo aprecio mucho, Yongbokkie.

—Tienes que dejar de bromear con eso. -golpeó su hombro con su puño, él se hizo hacía atrás riendo. —Te veo en el café. Descansa. -se acercaba a la bicicleta estacionada en el marco de la puerta, su voz lo detuvo apenas tocó el frío metal del manubrio.

—No te vayas, Felix.

kids coffee shop ; changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora