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¿Por qué causa jodida Félix estaba en esa cabina traumatica esperando por Changbin? ¿En realidad estaba sobrio o Chan le había mentido?

El coreano llegó al marco de la puerta y se recargó en este, sin tener cuidado de donde ponía sus manos, consiguiendo que el vidrio roto de esta le cortara la piel, pero ni siquiera le dolió, la música y la idea de que Lee Félix estaba ahí mismo hizo que le restara importancia al dolor, así que solo limpió la sangre en sus ropas y siguió su camino.

Pero, ¿Cuando iban a reparar esa puerta?

Entró evitando pisar cualquier resto de vidrio que pudiese haber quedado en el suelo después de la limpieza, a pesar de que habían quitado todo el cristal que había caído ese día, la puerta seguía desprendiéndose y expulsando pequeños triángulos llenos de filos peligrosos.

La luz que llegaba hasta la cabina era crítica, apenas podía ver por dónde iba mientras su visión se acostumbraba a la encapsulada oscuridad, solo podía notar reflejos de las luces de colores que rebotaban sobre una que otra pared.

No pudo encontrar al rubio los primeros segundos, aún en un espacio tan pequeño y vacío, comenzaba a asustarse.

Miró por la ventana tratando de encontrar respuestas, pero no fue hasta que la música se detuvo un par de segundos (seguramente por el mal funcionamiento del Internet) que sus oídos pudieron escuchar un sollozo que le puso los nervios de punta.

Se dio media vuelta, aún no había nadie. La música había vuelto y ya no podía escuchar ese sonido más.

—¿Felix? -miró hacía ambas direcciones, nada.

Estuvo a punto de salir cuando una fría mano tocó su pierna, iba a gritar pero entonces notó que se trataba de la persona a la que estaba buscando con desesperación, sentado en el suelo tan frío.

—¡Felix! -regresó hasta su posición y se arrodilló frente a él. —...Felix.

—Soy yo. -su voz estaba ahogada en su propio llanto.

Tomó el rostro del rubio entre sus manos, tratando de hacerle levantar la mirada.

—Estás muy frío. ¿Cuanto tiempo llevas aquí? ¿Por qué no me buscaste antes? -acarició su mejilla mientras lo cuestionaba.

—Le pedí a Chan que te buscara hace mas de media hora. ¿Por qué no habías venido tú? -sus hombros subían y bajaban, sus lágrimas resultaban dolorosas para el mayor, tenía la sensación de que estás le quemaban cuando tocaban sus manos.

—Chan me lo acaba de decir. Está ebrio, debiste pedirle ese favor a alguien sobrio, Lix.

Entonces comenzó a calmarse un poco.

—¿Bebiste?

El negó con la cabeza pero luego se detuvo, y comenzó a asentir.

—¿Mucho?

Esta vez negó con más seguridad.

—Está bien, hay que salir de aquí.

Tomó su mano para ayudarle a levantarse.

—Changbin. -el rubio lo llamó mientras se ponía de pie y limpiaba sus lágrimas con su mano libre.

—¿Qué pasa? -estaba a punto de guiarlo a la puerta, cuando su respuesta lo hizo parar.

—Necesito decirte algo.

Retrocedió unos pasos hasta volver a estar al frente suyo.

—¿Estás seguro de que debes hacerlo ahora? Estás algo ebrio. -Seo retiró mechones de cabello que caían frente a los ojos del pecoso.

—Me siento consciente.

Considerando que Chan le había dicho lo mismo cuando su estado reflejaba todo lo contrario, no supo si creerle o no.

—No estoy muy convencido, pero está bien. ¿Qué pasa? -dijo mientras encontraba un pañuelo o algo para limpiar la sangre de su mano, pronto dio bingo con unas servilletas.

Felix parecía estar tomándose su tiempo, o quizás estaba inseguro, pero para ser sincero, no podía sacar conclusiones, la oscuridad dominante no le dejaba verlo con mucha claridad.

No estaba esperando nada, Felix lo había tomado por sorpresa.

—Me gustas, Changbin. Por favor escúchame.

Para su buena o mala suerte, esta vez la música no le impidió escucharlo con bastante claridad, pero era Seo quien no podía reaccionar.

La cabeza de Lee se posicionó sobre el hombro del mayor, encontrando su lugar junto a su cuello, nuevamente estaba llorando. Sus brazos rodearon su cuerpo.

—El alcohol no es la respuesta, Félix. -acarició su cabello. —Quizás deberías pensarlo mejor cuando estés sobr-

—¡Me gustas, Seo Changbin! -se apegó mas a él, como si buscara fusionarse.

Pero el pelinegro no quería hacerse ilusiones, Felix le gustaba, le gustaba cuando quizás no debía gustarle, y siempre estaba presente en su mente.

—Felix...

Lee se separó fríamente, probablemente había pensado que lo estaba rechazando. Su mirada molesta y decepcionada se clavó en los ojos del coreano cuando fue iluminada por una luz amarilla proveniente de la fiesta.

"Pero no, Lix, no es así. Por favor no te separes de mí."

—No, espera. -lo tomó de la muñeca e instantáneamente comenzó su insistencia a querer irse. —No es lo que... Lee Felix. -casi le gritó, el nombrado volvió a mirarle.

El mayor tomó sus hombros y lo giró hasta la pared, tratando de no golpearlo contra esta.

—Estoy intentando decirte algo, agradecería que esperaras un poco. -pidió.

—¿Qué vas a decir? No quiero escuchar tu rechazo. -realmente quería irse, lo había entendido todo muy mal. —Por favor suéltame, quiero irme.

—No. -puso de nuevo sus manos sobre sus mejillas, deseando tenerlo así de cerca todo el día.

—Changbin...

—Eres tú quien me gusta.

Sintió la piel de su rostro calidecer.

—No debes jugar con eso. -de nuevo pequeñas lágrimas brotaban de sus ojos.

—No estoy jugando. -se acercó hasta juntar su nariz con la del otro. —No lo estoy haciendo. Mírame, no lo hago.

Esta vez fueron los brazos del mayor los que le rodearon a él, sentía cómo lo necesitaba, cómo quería que por fin estuviera cerca de si.

—Vamos a casa, Binnie.

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