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Changbin finalmente se sentía en casa, aún cuando estuviese fuera de la misma. El apartamento de Jeongin y Felix era demasiado acogedor, era como uno de esos lugares que siempre huelen a vainilla y tienen una tenue luz que por las noches frías te hace sentir cálido, sumado a la presencia de todos los chicos. Era realmente una casa.

—Debemos hacer una fiesta. -Chan batió con un popote de metal una malteada casera que había preparado Woojin, acompañada de la cena recién servida que Seungmin se había encargado de emplatar.

—¿Qué tipo de fiesta, Channie? -preguntó Woojin llevándose el tenedor a la boca.

Estaban distribuidos de manera cómoda por toda la sala y el comedor (el cuál solo era para cuatro personas). Felix había acercado la mesa de café de la sala al sofá para que los chicos pudieran usarla como una mesa común.

—¿Qué tipo de fiestas conoces?

—¿Fiestas como fiestas de té? Tú sabes, galletas y una taza pintada a mano. -Hyunjin fingió llevar una taza a su boca, levantando el meñique. —o quizás... ¿Alcohol, droga y se-

—No te vayas a los extremos, no. -Chan dio un sorbo a su bebida.

—¿Entonces?

Cinco de los chicos lo miraban desde la sala, esperando una explicación.

—Tan solo una fiesta, chicos, una fiesta. -puso sus dedos sobre sus sienes. Lucía como un padre siendo desesperado por sus hijos. —Música, luces ¿Qué hay en una fiesta?

—Gente.

—Gracias, Jeongin.

De pronto, Felix saltó sobre si mismo, haciendo que Seungmin casi tire su bebida.

—Hagamosla en el café. -la voz ronca del rubio y su idea hizo que todos murmuraran en señal de que les había parecido una buena idea.

—¿Y por qué una fiesta, Chan? -cuestionó Jisung, quien estaba sentado a su lado.

—Porque los quiero mucho. -el peliplata fingió una cara de ternura mientras apretaba la mejilla del castaño, quien le miró extrañado. —Y porque necesito divertirme. Estoy cansado.

Bangchan ya estaba llegando a su límite, su energía no era para siempre y estaba claro que necesitaba alguna distracción, a fin de cuentas seguía siendo bastante joven.

—¿Pero van a dejarnos usar el café luego de cerrar? -preguntó Seo luego de cansarse de estar en silencio.

—Claro. -el mayor se recargó en el respaldo de la silla. —Me convertí en mi propio jefe, me elevaron a gerente y-

Pudieron ver un trozo de carne viajar por toda la sala hasta llegar a la cara de Chan.

—¿¡Qué!? ¿¡Desde cuando!? -Woojin se puso de pie.

El australiano tenía los ojos cerrados, el pedazo de comida ya había caído de su cara hasta el suelo pero en su piel aún habían restos de salsa:
—A... ayer.

—Christopher. -el castaño caminó hasta quedar frente a él. —Deja de guardarte todo.

—Ha, le dijo Christopher. -se burló Minho. Él observaba a los mayores pelear mientras reía y comía quien sabe qué cosa, a la vez que Changbin lo miraba.

Bangchan comenzó a reír, limpiándose el rostro con una servilleta. Aquello hizo que los demás rieran también.

—No tienes por qué reírte. -Woojin golpeó el hombro de Chris, tratando de no sonreír siquiera, pero la risa no tardó mucho en invadirlo también.

Seo nunca terminaría de comprender como es que había conseguido que estás personas le dejaran entrar a sus vidas. Valoraba mas a suss amigos a cada risa que salía de sus bocas.

Finalmente el día perfecto para la fiesta había llegado luego de casi una semana llena de cansancio y ganas de salir de ahí, los chicos estaban muy entusiasmados y habían hecho de todo para conseguir lo necesario para llevarla a cabo, pero no había nadie más emocionado que el par de australianos, y eso comenzaba a notarse mas entre cada globo que llenaban de aire.

—¿Los globos son realmente necesarios? No es cumpleaños de nadie. Además Minho va a asustarse si alguno revienta. -dijo el pelinegro, tomando un globo púrpura con ambas manos.

—Son para eso, Binnie. -Felix le lanzó el globo que recién había terminado de atar. El apodo por el que lo llamó hizo que se sintiera apenado.

—Ya veo.

Chan no podía hablar, pues estaba realmente concentrado en terminar de inflar un globo con su propio aire.

—¡Chicos! -Hyunjin gritó desde los apagadores, presionó todos los botones hasta que la única iluminación que teníamos era la de la calle. —Miren lo que Seungmin y yo conseguimos.

Debido a la falta de luz, no notaron cuando Hyunjin caminó hasta una pequeña mesa que habían metido hacia un rato de manera sospechososa y para nada discreta.

Unos segundos después el café tenía luces de colores adornando cada esquina.

—¡Mira, hyung, soy morado! -Jeongin gritó hacia Felix desde el centro del lugar.

—Luces bien de morado. -el rubio le guiñó el ojo.

—Para empezar, ¿por qué trajeron alcohol? -Changbin quitó una botella medio vacía de la mano de Hyunjin, quien estaba recostado en el regazo de Jeongin

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—Para empezar, ¿por qué trajeron alcohol? -Changbin quitó una botella medio vacía de la mano de Hyunjin, quien estaba recostado en el regazo de Jeongin.

—No sabía que él tenía tan poca resistencia, Changbin hyung ¡Lo siento mucho! -suplicó Jeongin, uniendo ambas manos. También estaba algo borracho.

—No se vayan solos a casa. -se llevó las botellas vacías y las dejó sobre la barra del café antes de tirarse en una silla.

Miró hacía su reloj de muñeca, iba a dar la media noche.

Ni siquiera podía entender la necesidad de hacer una fiesta, era tan complicado y escandaloso, además de que habían invitado a más personas, no tantas para considerarlo una gran fiesta pero sí bastantes para que Seo se sintiera incómodo.

Recibió un golpe en el hombro repentinamente.

—Changbin.

Se giró casi al instante cuando reconoció la voz arrastrada de Bangchan ¿El alcohol en las personas provocaba que sus lenguas dejaran de funcionar?

—¿Tú también? -preguntó el pelinegro, casi gritando, de pronto se sintió rodeado de zombies. Tomó al mayor de los hombros y lo sacudió incontables veces. —¡Sé responsable, Channie!

—Estoy consciente. -su voz comenzaba a causarle gracia. —Estoy consciente.

Arqueó la ceja.

—Sí, ya lo noté. -era obvio que no lo estaba. —¿Qué pasa?

—Te busca Lix.

El aire abandonó al pelinegro, haciéndole marear.

—¿Está ebrio?

—No.

Se tranquilizó.

—Bien. -soltó los hombros de Chan. —¿Dónde está él?

—En el Drive Thru.

No podría explicar la velocidad con la que corrió.

kids coffee shop ; changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora