-Michael –Intenté hablar pero un gemido ahogado salió de mi boca.
¡Que vergüenza! Michael me había sacado un puto gemido. Mis manos atraparon los hombros de Michael, estaba "excitada" pero, al final, reaccioné.
-Michael –Volví a decir en un tono ahogado. Michael recorría toda mi espalda suavemente, y con el frío «y la tormenta que iba a caer ahora» estaba muy incómoda, mi piel estaba erizada.
-Para –Susurré. Él besó por última vez mis labios y se quitó de encima de mí.
Sus labios estaban enrojecidos, debido a que nos besamos por un largo rato. Hubo un silencio, y era incómodo para mí; no tuve más remedio que romper el hielo con una pregunta.
-¿Cómo ocurrió todo esto? Ósea, cómo pasó –Él me interrumpió al instante.
-Lo siento, creo que te presioné. Solo fue un impulso de mi parte.
-¿Qué somos?
Se encogió de hombros. Murmuré unas babosadas y volví a mirarlo, con vergüenza. Un trueno sonó.
-¡Mierda! –Grité asustada. No era que le tenía miedo a los truenos algo por el estilo, es que, eso me había sorprendido.
Caí en los brazos de Michael; él me abrazó mientras yo estaba sentada ahorcadas sobre él.
-¿Les tienes miedo? –Preguntó.
-No. Es qué me sorprendió.
-Ah.
Nos quedamos abrazados por un largo rato, y sí que era largo. Estaba reflexionando sobre lo que casi ocurría entre Michael y yo si no hubiese dicho «para» íbamos a tener sexo, o ¿Íbamos a hacer el amor? Ni yo misma sabía.
Las manos de él recorría mi espalda de manera suave, intentado calmarme. Yo, por mi parte, estaba calmada, pero creo que Michael estaba aún excitado, eso no quedaba duda alguna; y la necesidad de tenerlo cerca era tan común como lo que él sentía hacia mí, creo.
Clifford, por otro lado, susurró algo que no llegué a escuchar. Espero que no estuviera maldiciéndome porque no lo dejé hacerlo conmigo, y sé que los hombres tienen necesidades, y más con el maldito acto sexual.
Era mejor no pensar. Dejar mi mente en blanco. Era mucho mejor así. Pero me lo impedía, Michael era mi debilidad. Sus labios hicieron contacto mi cuello, dando pequeñas y suaves mordidas por todo el lugar.
-Michael –Sus labios interrumpieron lo que iba a decir. Otra vez comenzaba la misma situación, creo que esto acabaría entre Michael y yo desnudos, qué ni me lo imagino.
-Para –Murmuré entre el beso, pero no hacia caso a mis protestas– para...
Continúe diciéndolo una y otra vez pero cada vez esto se volvía más intenso con cada caricia que Michael me otorgaba. Él acercó mi cuerpo al suyo, más de lo que estaba, esto no acabaría bien y eso yo lo sabía perfectamente, pero, ¿Qué hago? No quería detenerlo, no quería. Pero no estaba segura de acceder a esto.
Justamente iba a detenerlo cuando se me escapó un gemido, él aún estaba en mi cuello y cada vez que bajaba un poco volvía a subir, no quería presionarme, ir más allá sería peligroso. Pero, no es mi culpa, él me está poniendo caliente.
-M-Michael, no sé –hice una pausa– sí pueda seguir.
-Dímelo ahora –Murmuró– porque si no me dices no creo que vaya a parar.
-Te he dicho que pares y eso es lo que no quiero –volví a hacer una pausa– detenerte.
-Es tu decisión –Dijo, y paró. Mierda, ahora yo era la maldita pervertida, me dieron ganas. Pero yo era virgen. ¿Ganas sexuales? Oh, como decían los profesores; «las vírgenes tienen deseos sexuales mucho más fuertes que las que ya no lo son» es que, Michael me paraba la sangre, me ponía tensa, me daban ganas de seguir.
-No lo sé.
-¿Sigo? Dímelo, no importa.
-Diablos, quiero seguir.
-¿Qué tiene de malo hacerlo? ¿Tienes miedo?
-Mucho –Susurré avergonzada.
-No te haré daño, eso lo sabes. Pero, ¿Quieres seguir?
-No, no quiero seguir.
Michael aceptó mi respuesta, soltándome para dejarme libre, hasta quedarnos a una distancia, pero igual lo seguía abrazando.
-Te quiero –dijo– No te avergüences por eso, sabes que yo nunca te haría daño.
Me quedé callada hasta que decidí hablar.
-Lo sé.
Ambos nos quedamos en silencio. Estábamos abrazados y solo se oía la lluvia caer, momento perfecto para mí.
Estuvimos un largo rato abrazados, estaba tan cómoda en los brazos de él. Michael y yo estábamos entre las sabanas, acurrucados, abrazados.
-Te quiero –susurró– nunca me cansaré de repetirlo.
Sonreí ampliamente, y sin dejar de abrazarlo le di un beso corto en los labios, para luego responderle:
-Yo también te quiero, mucho.
La lluvia estaba cayendo fuertemente, y creo que los chicos tenían planes de visitar a Michael, pero eso no se iba a poder por la tremenda lluvia que estaba cayendo desde hace unos treinta minutos y no iba a parar. N era raro, estábamos en la temporada ciclónica y era normal que lloviera el día completo.
Michael estaba acariciando mi mano, o más bien, mi pulgar. Yo terminé encima de él sin dejar de abrazarlo, hasta que él llevó su mano a mi espalda para corresponderme el abrazo de la misma manera.
Me estaba dando un poco de sueño. El frío y las caricias de Michael me daban sueño. Mis párpados se estaban cerrando, y creo que él también estaba casi dormido así que, no quedaba más que dormir. Aunque, me preocupaba porque mi madre no llegaba aún, o seguramente estaba en el tráfico por la lluvia.
-
Mis ojos se abrieron. Las manos de Michael estaban agarrando mi cintura, y podía sentir su respiración en mi cuello.
-Michael –Dije moviéndolo un poco para que se despertara– Ya dejó de llover.
-Umh... –Susurró– cinco minutos más...
-Michael, Michael –seguí moviéndolo haciendo que se despertara– Despierta.
-Crystaline, quiero dormir –Dijo frunciendo el ceño– te perdono porque te quiero.
Reí un poco y acaricié su mejilla. Michael se acercó un poco a mí para besarme pero no lo dejé e hizo un puchero.
-Quiero darte un beso.
-No.
-Quiero darte un beso –volvió a repetir acercándose más a mí– déjame besarte.
Suspiré resignada y asentí. Él sonrió y me dio un beso corto, porque sabía que no iba a besarlo hasta que se fuera a cepillar los dientes.
-¿Satisfecho? –Pregunté y reí.
-Sí.
Michael me abrazó, haciéndome sentir protegida. Llevé mi mano a su cabello y lo acaricié suavemente, nos quedamos ahí hasta que no sé.
-Te quiero.
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my four idiots ✧ mgc (book #1)
Teen FictionCuatro idiotas y una chica. ¿Qué más puede suceder?