my four idiots ✧ mgc (book #1)

xi

Michael se quedó callado después de lo que había pasado en el camino. Llegamos a la plaza (que no estaba muy lejos de mi hogar) y él me invitó a pasar a un local de malteadas.

—Este lugar es muy bonito.

Era un lugar pequeño con siete mesas en cada rincón. Habían tres mesas desocupadas y las otras estaban ocupadas por adultos de mediana edad ósea, de unos treinta o cuarenta años de edad.

La que atendía a los clientes era una chica de altura media de unos dieciocho años o de unos veintiuno. Su pelo era castaño, corto y era lacio, era linda.

—Hola, ¿Qué quieren ordenar? —Dijo ella de una manera tímida.

—Yo voy a querer una de vainilla, ¿Y tú Crystaline? —En cuanto dijo mi nombre sonrió levemente.

—Una de chocolate...

—Bueno, ahora se los traigo.

La chica se fue corriendo y desapareció por la puerta de empleados. Agaché mi cabeza para no mirar a Michael pero él sí que me estaba mirando y puedo apostar que estaba sonriendo como un bobo -enamorado- ella llegó luego de unos minutos con las dos malteadas y nos las entregó a ambos. Michael me volvió a sonreír antes de darle un sorbo a su malteada de vainilla. 

—¿Por qué me sonríes tanto? —Le pregunté pero luego me arrepentí de haberlo hecho— Olvídalo.

—Te sonrío porque eres hermosa —Dijo mientras exhalaba— ¿No quieres que lo haga?

—No, no te preocupes, solo era una curiosidad.

Hice una mueca de incomodidad y al parecer Michael se dio cuenta de eso porque volvió a suspirar pero esta vez lo hizo de una manera triste y un poco furiosa.

—Crystaline, ¿Por qué eres así conmigo? No lo entiendo —Yo iba abrir la boca pero él me interrumpió— Sí, lo admito, escuché tu conversación con tú madre y no sé porque carajos me odias si yo no te he hecho nada. Crystaline, explícame que es todo esto, no sé qué hacer. Yo solo quiero ser tú amigo y tú dices que me odias, no lo entiendo.

—Michael...

—No, Crystaline, dame una explicación para esa estupidez porque no la entiendo para nada.

—Tú no lo entenderías —Murmuré dándole sorbos a la malteada.

—Claro que lo entendería si tú me explicas porque esto no puede ser así —Me dijo— Tú dijiste que seríamos amigos pero siempre me confundes.

Me quedé completamente callada.

—Michael, dile a Calum que te explique las cosas —Le respondí sin aceleramiento ni rodeos— Dile que yo lo mandé, solo te digo eso.

Él agarró mi mano y la apretó contra la de él.

—Quiero que me lo digas tú.

—Es difícil.

—Estoy aquí para ello, no seas así.

—Amh...

—Por favor, Crystaline.

—Bien —Cerré la boca por un instante y volví a mirarlo— No quiero contar esa historia completa. Mi padre era un jugador de bingo y un abusivo del alcohol, podemos decir que era un maniático, pero mi madre siempre lo perdonaba. Nos mudados a Seattle, en un pequeño barrio de mala muerte simplemente para alejarnos del ex esposo de mi madre y lo volvimos a encontrar. Él fue muy agradable conmigo los cinco meses que vivió en el apartamento, entonces, desde que cumplí mis once o diez años de edad, comenzó a golpearme e incluso me intentó violar unas cuatro o cinco veces y nunca lo lograba. Ya han pasado más de dos años, nos mudamos a los suburbios de Chicago, desde entonces nunca he vuelto a verlo. No quiero saber de los hombres Michael, es eso.

—Crystaline...

—Estoy muy triste en estos momentos, no hables por favor —Le dije mientras bajaba mi cabeza.

—Lo siento...

—No debes sentirlo, tú no hiciste nada. Gracias por intentar ser mi amigo, no lo sé.

—No todos los hombres son como él, eso es lo que debes entender.

—Pero...

—No Crystaline, no pienses que todos te maltrataran.

Una lágrima escapó de mis ojos bajando lentamente hasta llegar a mi mejilla donde fue visible para Michael. Él acercó uno de sus dedos hasta donde estaba mi lágrima y la limpió dulcemente.

Rápidamente me abrazó fuertemente y yo me escondí en su pecho pero no lloré, no quería llorar en frente de él y de nadie. Nos separamos, me miró a la cara y al parecer estaba mirando mis labios. Oh no Michael Clifford, ni lo sueñes.

Se acercó de nuevo a mí, mucho más.

¿Va a besarme?