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Bien. Michael se había teñido el pelo «de nuevo» este chico terminaría completamente calvo si no se dejaba de teñir el maldito cabello, y no me molestaba, solo qué no quería que se quedara calvo porque no lo aceptaría, al menos que reemplazara su calveza con una peluca.

¿Saben? Estoy contando esto porque tengo unas tres semanas sin ver a Michael. Hannah y Cassie han intentado animarme pero ni llevarme al cine a ver una película de comedia ha mejorado mi estado de mi ánimo.

Caminé unos kilómetros más hasta llegar a casa de Calum, y no podía negar que él y yo nos hicimos cercanos pero no era el caso.

Calum abrió la puerta dándome un abrazo de inmediato. Este chico no estaba bien porque él no hacía ese tipo de cosas sin ninguna razón.

-¿Qué pasa? -Murmuré separándome del abrazo.

-Tuve una pequeña discusión con Katherine. Y ni siquiera es pequeña -Dijo él, su rostro mostraba frustración.

-Déjala, luego se le pasará -Le respondí para que se sintiera un poco mejor.

-Aún no lo sé -Dijo- ¿Y aún no ha vuelto el estúpido de Michael?

-No es estúpido, sólo es tonto -le corregí- joder, no. Mira que lo extraño.

-Sé que lo extrañas, ya verás que volverá -respondió muy seguro- su familia siempre se va de viaje a Alemania para las vacaciones.

-Diablos, yo lo quiero ver -dije desesperada.

-Viene mañana -Respondió él con una sonrisa. Sabía que estaba "seguro"

-¿Y si viene hoy? ¿Y si no estoy bien? -Cuestioné haciendo un puchero.

-Dije mañana, mujer.

Reímos por la manera en la que lo dijo, hasta él mismo se río de su estupidez. Me despedí de  Calum para irme a mi casa de nuevo para llorar, o golpear la almohada.

-

¡Oh! Ya había llegado el momento de recibir a Michael de nuevo. Yo estaba en el aeropuerto junto a Hannah y Cassie. Ambas estaban ahí para no dejarme sola.

Entre tanta multitud llegué a ver a Michael a lo lejos; solo nos separaba unos kilómetros y ya estaríamos de nuevo juntos.

-Ahí está.

Murmuré. No dudé en abrazarlo y apretarlo lo más fuerte que pude, y por atrás venían sus padres con una gran sonrisa. Michael se separó del abrazo y me dio un beso castro en los labios.

-Te extrañé -Susurró haciéndome sonreír.

-Yo igual -Respondí.

Todos nos saludamos y nos fuimos a casa otra vez. Él dijo que me iba a visitar desde que terminara de desempacar y terminara de arreglar algunas cosas.

Empecé a leer mi libro favorito otra vez, amaba ese libro. ¿Por qué a mí? Libro hermoso, y escuché los gritos de Michael llamando a mi puerta.

-¡Eres un loco! -Exclamé riendo.

-Un loco que está perdidamente enamorado de ti.

Sonreí. Los labios de Michael chocaron con los míos, él movía sus labios lentamente para no presionarme. Sus manos descansaban en mí cintura y él aún me seguía besando lenta y dulcemente; hasta que nos separamos por falta de aire.

-Me sonrojas -Confesé. Mis mejillas ardían.

-Ya lo veo -Ambos no reímos.

Nos quedamos arriba en mi cuarto haciendo muchas locuras. Él me hacía reír de cualquier forma, de cualquiera.

-Tú cabello me recuerda al algodón -Dije.

-Y tus labios me recuerdan a ti -Respondió acercándose a mis labios de nuevo.

-¡NO! -Grité corriendo por toda la habitación hasta que él me agarró y terminamos en el piso.

Michael me ayudó a levantarme y antes de que yo dijera algo besó mis labios como lo había hecho antes, solo que está vez todo se puso muy fogoso.

El beso no deshizo en ningún momento, y de un segundo a otro Michael terminó encima de mí, besando mi cuello hasta bajar un poco más y volver a buscar mis labios.

Subió un poco su mano hasta mi polera, la cual levantó, dejando mi estómago descubierto.

-Dime que pare porque si no me dices ahora, no me detendré -Susurró.

Oh dios mío. ¿En qué estoy iba a parar?

my four idiots ✧ mgc (book #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora