my four idiots ✧ mgc (book #1)

xxix

Mi madre no dijo palabra alguna y se marchó. Estaba atónita por lo que me había dicho, y yo sabía que no era un sueño, todo era real.

Me levanté de la cama y cerré la puerta enojada. Me volví a sentar en la cama para poder llorar en paz porque era lo único que podía hacer; llorar.

Empecé a recordar desde lo de el avión, hasta ahora. Todo lo que había ocurrido entre Michael y yo no fue nada normal, éramos los amigos más extraños de toda la vida, y todo pasó del odio a el amor.

La puerta se abrió dejando ver a Hannah y a Cassie con una sonrisa. Quedaba claro que ellas no sabían nada sobre el asunto, pero no quería arruinarles la felicidad.

Se dieron cuenta de qué estaba llorando.

-¿Por qué lloras? -Preguntó Hannah con cara de preocupación.

-Es qué me voy del país para siempre -Dije, mirándolas aún con los ojos aguados y rojos.

-¿Qué?

-Lo qué oyen -Murmuré- Estoy molesta, triste e irritada. Ni siquiera pude disfrutar mi relación con Michael.

Ups.

Recordé que no se los había contado, ¿O sí?

-¡Lo sabía! -Exclamó Cassie, quién se acercó a mí- No te puedes ir...

-No quiero irme...

-No te vayas.

-Tengo que hacerlo -suspiré resignada- Literalmente me obligan a todo.

-Ya verás como esto volverá a la normalidad -Comentó Hannah abrazándome, yo aún sollozaba.

Ellas dos se quedaron conmigo todo el día consolándome lo más que podían. Sus palabras me ayudaban a sentirme un poco mejor, pero aún estaba muy mal. ¿Qué pasará entre Michael y yo? Ese teñido me hacía realmente feliz, era el amor de mi vida. El primero y tal vez el último, lo amaba.

Al final Hannah y Cassie tuvieron que marcharse a su casa porque tenían unos asuntos que resolver. Me metí entre las sabanas de mi cama, cerré mis ojos tratando de pensar en qué iba a decirle a Michael sobre todo esto.

Michael tocó a mi ventana haciendo que sobresaltara. Me levanté y le abrí para que entrara.

-Hola –Dijo Mike abrazándome por la cintura– Te extrañé.

-Yo igual –Intenté sonar lo más calmada posible.

-¿Te ocurre algo? –Me preguntó frunciendo el ceño, dejándome de abrazar. No pude evitar estremecerme.

-No, nada –Murmuré intentando evitar el tema, tal vez si se daría cuenta de qué algo estaba ocurriendo.

Oí un suspiro por parte de él.

-Te creo.

Uf, que alivio.

-¿Sabes quién cumpleaños dentro de dos días más? –Pregunté moviendo mis brazos, si no me sale huyendo me quiere.

Si no me sale huyendo me quiere.

Si.

No.

Sale.

Huyendo.

Me.

Quiere.

Solo escuché su risa.

Me quiere perras.

-Mi señorita Jones cumplirá diecisiete –Comentó con una gran sonrisa, halándome del brazo hacia él.

-Sí, ya lo sé.

Nos quedamos abrazados. La idea dejar ir a Michael invadía mi cabeza otra vez, y quiero que esto sea mentira.

Ambos nos acostamos mirando al techo blanco sin decir una sola palabra. Sólo se podían escuchar nuestras respiraciones y los sonidos que hacían los bichos de noche, nada más.

Hasta qué yo decidí romper ese silencio.

-¿Desde cuándo me quieres? –Le pregunté riendo levemente, sabiendo que era una pregunta muy estúpida.

-Te quiero desde el momento en qué te vi, boba.

Reímos.

Nos levantamos otra vez y nos quedamos así. Estuvimos dando vueltas para encontrar una posición cómoda «mierda, eso se oyó horrible» hasta que y yo quedé sentada en su regazo abrazándolo mientras que él abrazaba mi cintura.
No sé que ocurrió pero Michael empezó a darme besos en el cuello, acariciando mi cintura un poco.

Otra vez estaba pasando lo mismo, y creo que no lo detendría. La temperatura entre nosotros dos se hizo un poco más caliente. Michael bajó sus besos más abajo, volviendo a subir esta vez a mis labios, besándolos.

Estuvimos así por unos minutos hasta que quedamos desnudos completamente. Por suerte no podíamos ver a causa de la oscuridad, gracias a Dios.

Creo qué no debo contar lo qué sucedió luego. Sí, estábamos teniendo sexo, haciendo el amor o como sea. Mi virginidad la perdí con Michael teñido Clifford, mierda qué no lo creo.

MI VIRGINIDAD.

PÉRDIDA.

CON.

MICHAEL.

CLIFFORD.

LA.

TEÑIDA.