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Hannah, Cassie, y yo salimos de clase de historia. El día estaba pasando rápido y yo aún no creía que me iba a Australia, aún no.

—Estás distraída —Murmuró Hannah sentándose en la mesa con nosotras dos.

—No es cierto —Le dije— Solo estoy nerviosa.

—¿Nerviosa de qué? —Hannah alzó una ceja y se metió un pedazo de lechuga a la boca.

—Irse a Australia de un día para otro —Respondí comiendo de mi manzana— Eso me pone nerviosa.

Hannah, Cassie y yo nos quedamos platicando sobre algunas cosas de la organización de la fiesta de Fletcher. No podré ir, maldita sea la hora en que existió Australia.

Tocaron el timbre para entrar a clases otra vez. Me tocaba matemática junto con Hannah, Cassie iba a biología. Mi vida estaba siendo un desastre. Fletcher me jaló del brazo haciendo que mis manos temblaran.

—Crystaline Jones —Dijo él de una manera tan seca. Como él era.

—No podré ir a tu fiesta —Suspiré— Me iré a Australia por todas las vacaciones, lo siento.

—Oh, Crystaline. Quería que fueras —Susurró con enojo. Sus ojos marrones lo demostraban.

—¿Para qué? Apenas tenemos tres semanas como amigos. Yo tengo que irme, ya no se puede retirar el vuelo y te aguantas —Exclamé con un tono demandante.

—Ya, dejemos las cosas así. Es mejor así —Murmuró con toda la paciencia que tenía, me soltó y se marchó.

[...]

Llegué a mi casa, estaba cansada y no me había ido bien hoy. Mi madre me llevó la comida hasta mi cuarto y dejó dinero en la mesa. Otra vez tenía que salir.

Maldecí en lo bajo. Después de unos treinta minutos voté lo que había dejado en el plato y cuando volví sonó el celular otra vez. Mi madre.

—Prepara tus maletas, nos largamos —Mencionó con un tono de alegría, no.

Ella colgó la llamada y le dejé un mensaje a Cassie y a Hannah, cuando mi madre decía algo tenía que cumplirse. Saqué un cigarro, lo encendí y me lo metí a la boca. Lo menos que quise fue dejar a Hannah y a Cassie. A pesar de todas las mierdas que me han hecho son mis amigas desde que entre a ese estúpido instituto, que más podía hacer. Solo faltaban dos años para terminar la escuela y el cambio de instituto era clarísimo que me iba a hacer mal.

Empaqué mis shorts, mis jeans, mis camisetas, mis blusas, mis suéteres, todo. Nada podía faltar. Mi madre pasó a buscarme y yo me monté en el auto, esto era frustrante.

—Crystaline, hablé con la directora del instituto y no te darán los exámenes pero no repetirás el curso —Dijo mi madre mientras conducía en la carretera vacía.

—Madre —Hice una pausa larga pensando en que iba a decir— ¿Nos quedaremos allá?

—Nos mudaremos. Tu tía nos consiguió una casa.

No, joder, no. Ahora sí que no lo aceptaba. Lo único bueno era que Fletcher no me iba a molestar, pero me frustraba tener que dejar a Hannah y a Cassie. Iba a hablar pero me tragué las palabras. Esto era inútil.

El aeropuerto estaba cerca del vecindario de nuestra ahora llamada ex casa y esto me estaba molestando más que nada. Tomé mis propias manos y las junté, nerviosa de nuevo.

Mi madre me avisó que el vuelo saldría en una hora más y que bajara del auto rápido, las maletas no se bajarían solas, como decía.

-¡Corre, Crystaline! Hoy estás que ni yo te aguanto —Gritó ella cogiendo sus maletas.

—¡Ya voy! Me estás jodiendo —Dije bajando del asiento de atrás para ir a ayudar a mi madre.

Ambas cogimos las maletas del baúl y nos dirigimos al aeropuerto. Mi madre me dijo que me sentara a esperar, que ella iba a ir a resolver unas cosas y volvió a los trece minutos.

—Ya, vámonos.

Me jaló del brazo. Yo vi la hora y eran las cinco en punto de la tarde, hora de irse.

[...]

El avión estaba a punto de irse y yo aún no sabía que decirle cuando faltara por una semana. Hannah y Cassie no creerían tal estupidez. Miré por la pequeña ventana del avión y estaba nublado, iba a llover, lo mejor.

En el transcurro del vuelo me dio mucho sueño. Era ya muy tarde así que me recosté en el asiento y cerré mis ojos pero un ruido me hizo despertar.

—¿Qué carajos…? —Fui interrumpida por un chico de ojos verdes, su cabello era de rosa medio pastel. Él me sonrió y yo lo evité por completo.

—¿Por qué me evitas? —Cuestionó él con un pequeño puchero en los labios.

—No te conozco.

—Soy Michael Gordon Clifford, tengo dieciocho, soy de Sídney y me gusta teñir mi cabello —Dijo— ¿Cómo te llamas?

-Crystaline, 16, Chicago, negro —Dije. Volví a cerrar mis ojos y me crucé de brazos.

—Me gusta tu pelo —Susurró.

—Uhm... —Pensé en darle las gracias— Gracias... por eso, bueh.

Michael no volvió a hablar, yo por fin pude dormir en paz. Tenía un sueño terrible y mi madre estaba ya durmiendo con los audífonos puestos.

Me recosté y no supe más del mundo hasta el próximo día.

—¡Hemos llegado al destino! —Dijeron— ¡Bienvenidos a Australia!

Desperté de repente y tallé uno de mis ojos. Michael estaba mirándome, él estaba en el asiento de atrás y yo en el de adelante, sentí una vez más su mirada.

—¿Vas a Sídney? —Preguntó— Yo sí.

—No lo sé.

Lo dejé con la palabra en la boca y me levanté del asiento para salir del avión junto con las maletas y la estúpida de mi madre. Ahora tenía que llevar conmigo todas las put*s maletas.

—Vamos rápido, Crystaline.

—Coge tus estúpidas maletas —Se las pasé— Sabes que odio llevar todo a mi espalda.

—Sí, sí —Susurró— Vamos a Sídney, tú tía nos está esperando en la plaza central, nos tenemos que ir.

Maldije por lo bajo y comencé a caminar con mi madre. Michael y yo viviríamos en el mismo pueblo o como sea. Esto era inaceptable pero no podía hacer nada. Cassie me mandó un mensaje, estaba jodida.

Cassie:

"¿Dónde diablos estás? No te he visto en todo el día."

"Estoy en Australia."

"Y no nos dijiste nada. Eres una idiota."

No le respondí. Estaba tan enojada que sé que ella explotaría por ello. Mi madre con rapidez cruzó la calle y llegamos a la plaza, ahí estaba mi tía y a Michael a lo lejos, no.

my four idiots ✧ mgc (book #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora