Capitulo XVI

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Narrado por Terry....

Esa noche, bebí hasta perder el sentido, y di rienda suelta al dolor que sentía en mi pecho. Sin poder evitarlo, una maldita lágrima bajó por mi mejilla izquierda —.Candy me había dejado con el corazón hecho añicos, y un dolor mas profundo del que sentí hace seis años cuando mi mundo se derrumbó en un abrir y cerrar de ojos.

Días después....

—¿Jura que va a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad con la ayuda de Dios? —me preguntó el juez.

No dije nada; la repentina marcha de Candy aún seguía fresca en mi mente.

"Te lo dije cabezota...—Pero como siempre lo echaste todo a perder" —me había dicho Karen.

—Señor Granchester, le he hecho una pregunta —insistió el juez.

—Perdón —me disculpé—. Juro ante Dios decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

—Procedamos.

El abogado de la defensa se levantó y se aclaró la voz.

—Señor Granchester, su nombre antes era Terrence Graham, ¿correcto?

—Sí.

—¿Podría, por favor, informar al jurado de donde conoce a mi cliente, Michael Miller?

—Fuimos socios en el bufete Graham & Miller.

—Socios y amigos íntimos, ¿verdad?

Observé a Michael sin expresión en la cara. —Iba vestido con un traje gris, pero fue incapaz de ponerse una corbata a juego.

—Sí—confirmé al abogado—. Lo fuimos hace tiempo.

—¿Es cierto que tuvo un altercado con él en un bar hace seis años y medio?

—Defina altercado, según el código penal.

—¿Entró usted en un bar y le dio un puñetazo con el que le fracturó la mandíbula y una costilla?

—Estaba tirándose a mi ex-mujer...

Los miembros del jurado contuvieron el aliento y el juez dio un golpe con el martillo.

—Señor Granchester... —me reprendió el juez con severidad—. En mi sala no está permitido ese tipo de lenguaje. —Por favor, responda a la pregunta.

—Sí —dije—, provoqué un daño severo al señor Miller.

—¿Le hizo el mismo daño a su esposa?

—¡Protesto! —La fiscal se puso en pie—. Es irrelevante, señoría.

—Se acepta.

—De acuerdo... —El abogado defensor alzó las manos en señal de rendición—. ¿Es cierto que culpa a Miller por la caída que sufrió su antiguo bufete?

—Es evidente que el propio departamento de Justicia lo culpa. ¿No es acaso él, quien  ocupa el banquillo de acusados?

—Señor Granchester...

—Sí. —Apreté los dientes—. Sí, es el culpable de la caída del bufete.

—¿Es cierto que también le culpa de la desafortunada muerte de su hija?

—¡Señoría! —la fiscal me lanzó una mirada de simpatía—. No es relevante.

—Denegada... Señor Granchester, responda a la pregunta.

Aparté la vista de Michael con los puños cerrados.

—Sí.

—Su hija murió unas semanas antes del colapso del bufete, y a lo largo de esas semanas golpeó hasta herir de gravedad a su socio, y a su esposa...

Y Llegaste TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora