Epilogo

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Narrado por Terry

dos meses después...

No sabía por qué Candy eligió un viñedo en el interior del estado de Nueva York para celebrar la boda, pero insistió mucho. —Habíamos recorrido el lugar por lo menos veinte veces, y, en cada ocasión, se enamoraba al ver el exuberante lugar, las pequeñas casitas blancas en la distancia y los enormes árboles que daban sombra a la zona en la que nos convertiríamos en marido y mujer.

Además, una de las mayores ventajas de casarse allí, era que había barra libre de vino.

—¿Terrence? —me llamó una voz masculina desde atrás mientras me llevaba una copa a los labios.

Me di la vuelta para encontrarme al padre de Candy.

—Gobernador White

—Oh..., qué bien suena eso, ¿verdad?

No respondí.

Suspiró antes de tomar una copa de vino. —Nunca pensé que llegaría este día. —Jamás imaginé que mi Candy se casaría. —Bebió un sorbo—. Con su antiguo jefe, nada menos.

Tampoco dije nada.

—Le llevas a Candy unos cinco años...

—¿Está insinuando algo?

—No, en absoluto —repuso—. Está claro que están muy enamorados... Tienes que estar loco por ella para acompañarla en esas giras por el extranjero y asistir a cada función sin quedarte dormido.

—Eso es lo que se conoce como apoyar.

—Lo sé... —No es que me importe demasiado, pero me gustaría saberlo. ¿Mantenían ya una relación cuando Candy era tu pasante en B.A.G. o realmente se volvieron a encontrar en Nueva York después de que dejara el bufete?

—Señor White... —Dejé la copa sobre la mesa, cansado de confirmar la historia que Candy se había inventado hacía tres años..—Dado que me lo ha pedido tan amablemente, se lo voy a decir una sola vez. —Su hija y yo estábamos...

—¡Oh! ¡Aquí estás! —Su esposa se acercó y lo tomó de la mano—. Estaba buscándote. ¿Acosando al novio el gran día?

—Bueno, no diría que estaba acosándolo —protestó—, solo estaba haciéndole algunas preguntas.

—¿Sí? —Nos miró a uno y a otro—. ¿Qué clase de preguntas?

—Quiere saber si me acosté con su hija cuando ella era mi pasante.

La señora White abrió la boca al tiempo que se llevaba la mano al pecho, luego miró a su marido.

—¿En serio? ..—Creo que eso de ser gobernador se te ha subido a la cabeza. —Está claro que alguien como Terrence nunca haría algo así.

—En efecto. —Sonreí mientras asentía—. Es una regla que nunca se debe romper, ¿verdad? ¿Cómo iba a acostarme con una pasante? Y una pasante que todavía no se había licenciado...

Él no dijo nada.

—¿Ves? —Su esposa lo besó en la mejilla y luego se dio la vuelta para abrazarme—. Después de que nazca el bebé, quizá puedas convencerla para que retome su carrera de abogada. —Entonces, podrían ser como nosotros.

Reprimí un comentario mientras le devolvía el abrazo.

Antes de que aquella animada conversación llegara más lejos, la organizadora de la boda se acercó con una carpeta.

—La novia ya está preparada —anunció, sonriente—. Ha llegado la hora.

El señor White me miró una última vez y luego, lentamente, me tendió la mano.

Y Llegaste TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora