Capitulo XVII

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Narrado por Terry...

New York, tres años después...

Me puse de pie en el aula, en la universidad de Nueva York, contando los segundos, preguntándome por qué había aceptado ese trabajo. Luego recordé la razón. —Aún cuando la propuesta de Robert era tentadora, la rechacé porque regresar a Broadway significaría, giras, ensayos trabajos nocturnos y eso no me permitiría apoyar a Candy en realizar su sueño, además tarde o temprano tendría que regresar a Inglaterra pero por supuesto no lo haría solo.

Mis padres vinieron de visita en repetidas ocasiones y estaban encantados con Candy..—Mi madre la amo desde el primer día que la conoció y mi padre no tardó en caer rendido ante los encantos de mi mujer..

Mi madre, como la consumada actriz que fue, se las ingenió para que Candy le prometiera que de un momento a otro iríamos a Inglaterra.

—¿Alguna pregunta? —miré el reloj con exasperación.

Algunos alumnos alzaron la mano.

—Solo voy a responder a tres preguntas. —Señalé a una joven de la primera fila—. Usted, ¿qué quiere saber?

—Mmm... —Se sonrojó—. Buenos días, profesor Granchester. Mi nombre es...

—Su nombre no me importa. —Haga su pregunta.

—Mmm... Han pasado ya dos semanas desde que comenzó el semestre y todavía no nos ha dado el programa...

La ignoré y señalé con el dedo al tipo con aspecto de deportista de la última fila.

—¿Y bien?

—Tampoco nos ha dicho qué libros vamos a necesitar.

—¿Hay alguien en esta clase que conozca la definición de la palabra pregunta? —Elegí al último universitario, un pelirrojo que se había sentado junto a la ventana.

—¿Es cierto que estamos obligados a seguir un turno para traerle el café todos los días?

Miré la taza que tenía encima del escritorio y la hoja donde aparecía el nombre del alumno que la había traído hoy.

—No es obligatorio —repuse, recogiendo la taza—. Pero si se olvida de traerme el café, me aseguraré de que toda la clase lo lamente.

Lanzaron un gemido colectivo y movieron la cabeza. —Algunos de ellos todavía tenían la mano levantada, pero ya había sonado el timbre.

—Lean de la página ciento cincuenta y tres a la doscientos sesenta para la próxima clase. —Espero que entonces conozcan los pormenores de cada caso. —La clase ha terminado.

Salí sin añadir nada más...—Cuando me metí en el auto, me di cuenta de que había recibido un correo electrónico.

Gracias por enviarme esa nota tan poco apropiada con los narcisos de hoy. —Todos mis compañeros de baile saben ahora que todavía tenemos hacer el amor en el cuarto de baño nuevo.

¿Es que no te das cuenta de que eres ridículo?

Candy.

De nada por los narcisos. —Espero que te hayan gustado. Y lo que te he enviado no era una nota, era una orden que debes acatar en las próximas horas. ¿Por qué no reconoces que te ha encantado?

Terry.

Podía imaginármela poniendo los ojos en blanco ante mi último mensaje mientras aceleraba el auto en dirección a la casa que compartíamos.

Aunque había pasado allí los últimos tres años, seguía intentando tolerar las cosas que una vez odiaba, cosas que me molestaban cada vez menos, pero todavía me quedaba un largo camino por recorrer.

Y Llegaste TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora