Capitulo III

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Narrado por Candy....

Bueno, mi nombre real es Candice White...y no Julieta como está en mi perfil de Chat exclusivo para abogados.

"Las mentiras siempre acaban saliendo a la luz. ¿Por qué la gente no lo entiende?"

Eso era lo que decía el mensaje de texto que Romeo me había enviado esa mañana.

—¿No crees que las mentiras puedan estar justificadas?. Pregunté en respuesta.

—No, nunca.

Dudé...—¿Significa eso que nunca me has mentido?

—¿Por qué habría de hacerlo?

—Porque apenas nos conocemos...

—Eso es porque me mantienes a distancia.

Me envió otro mensaje antes de que pudiera responderle.

—¿Quieres saber mi nombre real y dónde trabajo?

—Prefiero que mantengamos el anonimato.

—Por supuesto... —Y nunca te he mentido. —Por alguna extraña razón, confío en ti.

—¿Alguna extraña razón?

—Muy extraña. —Hablamos después.

Coloqué el teléfono en el bolso y suspiré, dejando que me inundara aquella humillante y familiar sensación de culpa. —Nunca fue mi intención seguir hablando con Romeo, convertirnos en amigos fuera del Chat, pero me había enganchado demasiado y no quería renunciar a él.

Hacía unos meses, cuando vi la invitación para formar parte de aquella exclusiva red social en el escritorio de mi madre, me juré a mí misma que solo la utilizaría cuando necesitara hacer preguntas para resolver los casos que me proponían en las asignaturas prácticas de la facultad de derecho.

Aproveché el código de acceso que le habían facilitado para conectarse, me inventé un perfil falso y me aseguré de que todas las preguntas que hacía estaban redactadas de tal forma que nadie sabría que eran para resolver trabajos.

Por desgracia para mí, el programa de derecho legal de la Universidad de Chicago era diferente a todos los demás del País. —Constaba de más clases presenciales, tutorías personalizadas con abogados en ejercicio, y los estudiantes teníamos que conseguir un puesto como pasante en prácticas durante los últimos cuatro semestres. Además, se esperaba que leyéramos e interpretáramos los archivos de los casos como si ya fuéramos abogados en ejercicio.

Si hubiera imaginado que pedirle consejos a Romeo sobre mis tareas daría lugar a una amistad real, habría dejado de hablarle antes. —Por otra parte, así como yo era su única amiga, él era también mi único amigo.

Era sincero y se abría conmigo cada vez que hablábamos, y me hacía desear poder hacer lo mismo, sobre todo desde que le había dado por decir "No me gustan las putas mentiras" cada vez que una de sus ligues le engañaba.

¡Demonios...!

Alisé el tul del tutú y respiré hondo varias veces. —Pensaría en mi amistad con Romeo más tarde; en ese momento tenía que concentrarme.

Y Llegaste TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora