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—Tienes una carta —anunció a Hoseok su madre cuando volvió del colegio—. Y te ha llamado un chico por teléfono. Creo que dijo que se llamaba Min Yoongi.

—Seguramente era Yoongi —corrigió Hoseok, quitándose la cazadora de ante—. ¿Verdad?

— ¿Yoongi?

—Es un nombre checo.

—Sí, tal vez fuese Yoongi. No estoy segura. Toma la carta.

—Gracias. ¿Volverá a llamar?

—Creo que dijo que sí. Sí, eso dijo. ¿Lo conoces?

—No mucho, lo he conocido hace poco.

— ¿En el colegio?

—Sí, en el colegio.

Sonó el teléfono. Hoseok oyó a su madre.

—Es para ti, Hoseok. Es Min Yoongi... quiero decir, Yoongi.

Hoseok cogió el auricular.

— ¡Hola, Princi! Soy yo.

— ¡Hola! Gracias por la carta. Pero aún no he tenido tiempo de preguntarles si me dejan quedarme en tu casa la Noche de las Brujas.

—No importa. Ya se lo preguntarás en otro momento. Ahora tienes que pedirles algo más importante.

— ¿Qué?

—Si puedes quedarte en mi casa mañana por la noche.

— ¿Mañana?

—Sí. Mis padres van a visitar a unos amigos de Kalmar. Quieren ver el partido de hockey entre la URSS y Checoslovaquia y no volverán hasta el sábado por la tarde.

—Un momento —dijo Hoseok—. Voy a preguntarle a mi madre.

Poco después Hoseok volvió al teléfono.

—Sí, me dejan. ¿Cuándo voy?

Estaban hablando ante el fuego de la chimenea. Tenían la televisión encendida; había empezado el partido. Pero habían eliminado el sonido para escuchar un disco.

—Mi madre está convencida de que me he vuelto loco —dijo Hoseok.

— ¿Por qué? —Le comenté que iba a ver el partido, pero sabe perfectamente que me importa un bledo el hockey. — Yoongi se rio.

—No le has mentido. La televisión está encendida.

Hoseok se inclinó hacia Yoongi y lo rodeó con los brazos.

— ¡Dios, cuánto me alegro de haberte conocido!

—Sí, yo también.

—Cuéntame cómo acabaste posando de modelo en nuestro colegio. ¿Cómo te atreviste?

—Oh, no fue para tanto —aseguró Yoongi—. El señor Håkansson preguntó si alguien de nuestra clase quería posar como modelo, y levanté la mano. No sabía qué me iba a poner tan nervioso. Sin embargo, no fue tan horrible. —Sonrió y acarició los labios de Hoseok—. Y tuve el presentimiento de que iba a verte.

— ¿En serio?

—Creo que sí.

— ¿A qué te refieres?

—Creo que te vi en el patio del colegio un día que estaba hablando con un amigo. Incluso le pregunté a alguien cómo te llamabas, en qué clase estabas, y puede que también le preguntase al señor Håkansson en qué curso quería que posase.

Mi Hermano y Su Hermano --- JHS+MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora