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Llegó la primavera, y luego el verano. Empecé a escribir sobre ti, Hoseok. Sobre ti y Yoongi.

Pero era mucho más difícil de lo que había pensado. Rompí páginas y páginas porque no decían lo que yo quería. O mejor dicho, no expresaban mi idea sobre lo ocurrido. Siempre comenzaba por tu diario y por lo que nuestros padres y Taehyung me habían contado, pero mi romántica historia resultaba demasiado dramática o pecaba de exceso de sentimentalismo.

La descartaba, la reescribía y acababa por romperla. Me obsesionaba escribir sobre ti, Hoseok, y sobre lo que realmente había sucedido. Por las noches, después de acostarme, pensaba en ti obstinadamente para que mis pensamientos te hiciesen aparecer en mis sueños.

Pero no soñaba contigo.

Estaba escribiendo sobre la Noche de las Brujas que Hoseok y Yoongi habían celebrado juntos cuando alguien llamó a la puerta de mi habitación. Guardé el diario en el cajón de la mesa antes de responder. Era mi madre.

—Hola, ¿qué haces?

—Escribir —respondí.

—Ya veo. Solo quería preguntarte si mañana vas a ir a nadar.

—No lo sé. Supongo que sí. ¿Por qué?

—Es el día veintiuno —respondió mi madre—. Si Won y yo vamos a visitar el cementerio y poner flores en la tumba de Hoseok. Pensé que tal vez quisieras acompañarnos.

—Sí, me gustaría —afirmé—. ¿Cuándo vais?

—No lo sé. No tenemos más planes. ¿Querías ir a nadar? — Asentí. —Puedes llevar el bañador, e iremos a la playa después de la visita al cementerio. ¿Verdad que sería estupendo? Casi nunca salimos los tres juntos.

—Sí, claro. Será estupendo.

La lápida era cuadrada, pequeña y negra. Casi insignificante.

JUNG HOSEOK 15 años OSKARSHAMN

No había año de nacimiento ni año de la muerte. Pero era la tumba de mi hermano.

—Hay flores —comentó mi madre, sorprendida—. Alguien las ha puesto hoy. Están frescas.

—Pudo ser la abuela —sugirió mi padre, agachándose ante la lápida—. O tus padres.

—No, no creo. Si hubieran venido, nos lo habrían dicho, ¿no crees?

—Tal vez fue Taehyung —observé.

—Sí, tal vez.

Mi padre plantó la flor que mamá había llevado, se levantó y se limpió la tierra de las manos.

—Hace dieciocho años que murió —murmuró mi madre—, pero parece como si hubiese sido ayer. ¿Verdad, Si Won?

Estábamos tomando el sol sobre una roca.

— ¡Oh, no aguanto más! —protestó mi madre, levantándose—. Hace demasiado calor. Voy a darme un chapuzón. ¿Venís?

—Luego —dijo mi padre.

—Sí, luego —añadí, cerré los ojos y escuché los sonidos que nos rodeaban: niños que se reían y gritaban, radios que emitían programas veraniegos. A lo lejos se oía el traqueteo de la máquina de un barco. Pensé en el último día que habían pasado juntos Hoseok y Yoongi.

— ¡Papá!

— ¿Qué?

— ¿Sabes si hay alguna familia checa en la ciudad?

Mi padre abrió los ojos un instante.

— ¿Una familia checa? Supongo que sí. La mujer que trabajaba en el Cine Saga era checoslovaca. ¿Cómo se llamaba? Ludmila, creo. Se casó con uno de mis compañeros de colegio.

—Sí, pero yo me refiero a toda una familia checa —precisé. Pensó la respuesta.

—No, que yo sepa. Al menos, ya no.

— ¿A qué te refieres?

—Hace años había un checo trabajando en el puerto. Se llamaba Adam. Su familia y él eran de Checoslovaquia. De Praga, me parece.

— ¿Recuerdas el apellido?

—No. Era algo como Mí... Min... Sí, eso. Min. Pero no se pronunciaba así. Nunca aprendí a pronunciarlo correctamente. Le llamábamos kyung hoon. Pero se apellidaba Min. Min kyung hoon.

En ese momento regresó mi madre de bañarse. Se sentó junto a mi padre y se dedicó a secarse el pelo.

— ¿De quién hablabais? —preguntó.

—De kyung hoon Min —respondió mi padre—. ¿Lo recuerdas?

—No, creo que no. Pero el nombre me suena. — Mi padre se incorporó.

—Seguro que lo recuerdas. Era un tipo alto y flaco, que siempre llevaba una gorra.—El tono de voz de mi padre cambió de pronto—. Su casa ardió, en Saltvik. ¿No te acuerdas? Murió alguien. Pero kyung hoon no resultó herido. Tienes que acordarte. Trabajaba en el puerto. Después del incendio se trasladaron a Kalmar.

—Sí —dijo mi madre, dubitativa—. Ahora me acuerdo.

Me estaba entrando el frío. M. Y. Así firmaba las cartas Yoongi. Y yo había pensado que significaba post scriptum.

— ¿Cuándo ocurrió eso? —pregunté, disimulando el interés. Mi padre se quedó pensativo.

—Uff, hace mucho tiempo. Creo que fue antes de que tú nacieses. —Miró a mi madre—. Debió de ser en 1969.

Me senté y me cubrí los hombros con la toalla.

—El mismo año que murió Hoseok —murmuré.

—Sí, el mismo año.

— ¿Lo conocías?

— ¿A kyung hoon? No, tanto como eso no. Nos saludábamos cuando nos veíamos en el puerto. Pero no trabajábamos juntos... —Pasó un rato antes de que me atreviese a continuar.

—Dijiste que su casa ardió.

—Sí.

— ¿Fue...? ¿Ocurrió en verano, en la época en que murió Hoseok?

—Sí, ya te lo dije.

—Cuéntame más cosas. — Me miró con curiosidad.

—En realidad, no hay mucho que contar. No recuerdo cómo se produjo el incendio. Pero no estaban en casa cuando empezó. O... no. kyung hoon no estaba. Llegó después. Supongo que fue un incendio fulminante, pues nadie tuvo tiempo de salir.

Me di cuenta de que mi madre me miraba, pero no me atreví a volver la vista hacia ella.

—Sigue —pedí.

—La casa estaba envuelta en llamas cuando llegaron los bomberos. Lo único que pudieron hacer fue impedir que se propagasen. Pero no pudieron salvar la casa.

— ¿Y cuándo lo encontraron? —pregunté con voz tensa. Mis padres me miraron.

— ¿A quién? —replicó mi padre. Miré a mi madre, que parecía asustada.

—A él... el que murió —farfullé.

— ¿Acaso no me escuchas? —dijo mi padre, irritado—. Kyung hoon no murió; murió su mujer.

—Y el hijo también murió —insistí.

—No, sobrevivió. Pero sufrió graves...

— ¡Basta! ¡Acabad de una vez esta horripilante conversación! —Exclamó mi madre—. Es totalmente... morboso estar aquí repasando detalles de un accidente que ocurrió hace siglos. —Me lanzó una mirada iracunda—. ¿Qué se te ha metido en la cabeza, Jungkook? ¿Por qué te interesa tanto esa familia? No sabes nada de ellos. No los conoces. Ocurrió mucho antes de que nacieras. —Y tú —continuó, dirigiéndose a mi padre—, ¿por qué le cuentas esas cosas tan horrendas? ¿Por qué?

Se me llenaron los ojos de lágrimas.

—Lo siento —murmuré, levantándome a toda prisa. El agua estaba fría como el hielo cuando me sumergí en ella.

Mi Hermano y Su Hermano --- JHS+MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora