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Llamaron a la puerta de mi habitación.

— ¿Sí?

—Soy yo —respondió mi madre, y entró. Estaba acostado, con la almohada entre los brazos. —La cena está casi lista —informó—. ¿Tienes hambre?

—Un poco. — Silencio.

— ¿Qué estás tramando, Jungkook? —preguntó. Enterré el rostro en la almohada. — ¡Eh! Podrías contármelo, ¿o no?

Me eché a llorar.

Mi madre me cogió las manos.

—Tranquilo, no llores —susurró—. Te sentirás mejor si me lo cuentas, ¿no crees? —Se inclinó y me susurró al oído—: Hay que lavar la funda de la almohada, pero no sé si aguantará muchas más lágrimas saladas.

— ¡No te burles! No es ninguna broma.

—Oh, lo siento. No pretendía... Escucha, Jungkook, comprendo que es algo serio; de lo contrario, no reaccionarías así, pero no puedo ayudarte si no me lo cuentas.

Deseaba contárselo todo, pero no me sentía capaz y tampoco quería mentirle.

—He soñado... unas cosas horribles últimamente. — Mi madre me acariciaba las manos. —No sé, pero algunos sueños eran casi reales. Sobre cosas reales. Y me he enterado de cosas que ocurrieron. Me refiero a cosas reales, que ocurrieron de verdad. He soñado con todo eso, con esas cosas horribles. Y aunque no conozco a las personas con las que he soñado, es como si casi las conociese, como si pudiese llegar a conocerlas. Pero algunas han muerto.

— ¿Quieres decir que has soñado con la familia checa?

—Sí.

—Y también has soñado con la casa que ardió, en la que murió alguien. Asentí.

—Sí, pero los sueños eran distintos a lo que me contó papá.

Mi madre permaneció callada un rato, mirando por la ventana. Luego, me miró. Sobre la frente le caía un mechón de pelo. Tenía los ojos bañados en lágrimas.

—Jungkook, sé que los sueños, las pesadillas, son a veces horribles —dijo—. No importa que sean reales o solo ideas confusas. Tal vez duermes poco, lees mucho de noche, y si no duermes lo suficiente, te sensibilizas ante todo lo que ocurre o lo que sueñas. Sería conveniente que durmieses un poco más.

—Sí, quizás.

—Debes perdonarme por reñirte en la playa —continuó—, pero creí que me iba a volver loca escuchándoos remover los detalles de aquel horrible incendio.

—Es cierto. Yo también estuve a punto de perder los nervios —admití—. ¿Recuerdas a la familia?

—Sí. Pensé en ellos en el coche. Sí que los recuerdo. A la mujer la conocí en el hospital. Se había perdido y la ayudé a ir a la sala que buscaba. Y también me acuerdo de kyung hoon, aunque muy poco.

— ¿Y el hijo? ¿Lo recuerdas? — Hizo un gesto negativo con la cabeza. —No, creo que nunca lo vi. Solo sé lo que los periódicos dijeron de él. Sufrió graves heridas en el incendio y estuvo inconsciente en el hospital durante un tiempo.

Me pregunté si sabría que su madre había muerto. La miré, atónito.

— ¿Cuándo leíste la noticia?

—Salió en el periódico el día después del incendio —respondió—, el día que murió Hoseok.

— ¿Y te acuerdas? ¿El día de la muerte de Hoseok recuerdas un artículo de periódico sobre otra familia, otro chico?

—Pues sí. Tal vez por eso mismo. Creo que recuerdo todo lo que ocurrió ese día.

— ¿Y no...?

— ¿Qué?

— ¿Y no recuerdas su nombre? ¿El nombre del otro chico? — Lo pensó un rato.

—Sí. Se llamaba Yoonki. No, espera... ¡Yoongi! Eso mismo. Yoongi. —De pronto, se puso rígida.

— ¿Qué ocurre? —pregunté con un nudo en la garganta.

—Acabo de darme cuenta de algo —respondió—. Creo que Hoseok conocía a un joven checo que se llamaba Yoongi. Sí, era el mismo nombre, y ahora tengo la impresión de que se trataba del mismo chico... ¿Y si era el mismo chico el que perdió a su madre y conocía a Hoseok? — Me costó encontrar las palabras.

—No es probable —acerté a decir—. Seguramente Yoongi es un nombre muy corriente, ¿no crees?— Mi madre asintió.

—Sí, claro. Tienes razón. De todas formas, ahora ya no importa, ¿verdad?

—No, no importa nada —repuse—. Ya no.

Mi Hermano y Su Hermano --- JHS+MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora