El conductor del autobús se volvió y me hizo una seña.
—Es aquí.
—Muchas gracias —dije, y me levanté.
El autobús se detuvo, se abrieron las puertas, y me apeé. Dejé la mochila en el suelo y miré a mí alrededor.
En un jardín, no muy lejos de la parada del bus, había una enorme estatua de cristal, una figura humana de reluciente color azul. Casi del mismo color que mi Austin.
Un chico de cristal azul.
Saqué el mapa de la mochila. El jardín con la estatua de cristal era mi objetivo.
Miré el mapa y conté las calles. Alcé la vista y me puse en marcha.
* * *
Era una casa pequeña en medio de un umbrío jardín. Parecía una casa de veraneo. Me detuve ante la verja. El cinco primorosamente rotulado en el buzón me indicó que había acertado.
Me temblaba la mano cuando empujé la verja. Me sentía irreal. Leí las letras en la placa junto al timbre una y otra vez. Durante un buen rato permanecí allí, sin atreverme a llamar.
Los ladridos de un perro rompieron el hechizo. Me volví. Una anciana me miraba desde el otro lado de la calle. Tenía un perro gordo que no dejaba de ladrar mientras tiraba de la correa. Le di la espalda y llamé al timbre.
No hubo respuesta. Llamé otra vez. Y el perro volvió a ladrar.
Cuando iba a llamar por tercera vez, se entreabrió la puerta, y los ojos negros de Yoongi se clavaron en mí.
De pronto su expresión cambió con la rapidez del rayo. Parecía conmocionado.
—Hola —saludé en voz baja.
— ¡Oh, Dios! —exclamó Yoongi.
El perro gordo ladró ferozmente al otro lado de la calle. Yoongi miró con mala cara a la anciana y al perro y, abriendo la puerta, me dijo:
— ¡Entra! —Entonces pude ver que estaba casi desnudo y que solo llevaba una toalla sobre la entrepierna.
Asombrado, contemplé su cuerpo. Una enorme marca, que se extendía desde la cadera izquierda sobre el pecho hasta el pezón derecho, recordaba la huella de una mano gigantesca. Y la piel, de extraño color, tenía un suave brillo, como el de la seda.
Yoongi se apresuró a cerrar la puerta y me miró.
—Soy yo, Jungkook —murmuré—. El hermano de Hoseok.
Yoongi retrocedió y musitó algo que sonó como «crucifijo».
—Iba a ducharme. Estaba... —No acabó la frase.
— ¿Te molesto? —Fue lo único que se me ocurrió preguntar. Se echó a reír.
— ¿Molestarme? No lo sé. De momento no.
Procuré no mirar la extraña marca. Yoongi suspiró.
—Lo siento. Me ha sorprendido mucho verte. En mi vida había pensado que... ¡Entra! Puedes colgar aquí la cazadora y esperar en la sala mientras me ducho.
Asentí, avergonzado. Yoongi me llevó a la sala.
—Pon música si te apetece —sugirió, señalando el tocadiscos—. Vuelvo enseguida.
Aquello se me antojaba irreal. Me encontraba en la sala de estar de Yoongi, mirando sus fotos y sus chucherías, leyendo los títulos de sus libros y curioseando sus discos.
Como si formase parte de aquel mundo, como si fuese un lugar familiar. O como si yo fuese otra persona. Escogí un disco al azar y, de pronto, me rodeó un extraño coro. Palabras extrañas envueltas en música mágica. Y mis manos dejaron de temblar. Me senté en el sofá y cerré los ojos.
* * *
— ¿Jungkook?
Me sobresalté. Yoongi estaba al otro lado de la mesita. No lo oí entrar. Pero estaba allí. Yoongi je tady.
— ¿Te he asustado?
—No, claro que no.
Lo observé mientras hablaba y lo identifiqué con las fotos del álbum de mi hermano. Su cara era un poco más redonda que cuando Hoseok le hizo las fotos en la bahía. Pero el perfil era el mismo.
También los ojos negros.
—Debes perdonarme, pero la verdad es que sufrí una impresión al abrir la puerta.
— ¿Me confundiste con Hoseok?
Yoongi sonrió; la sonrisa era la misma que la de las fotos.
—No. Me di cuenta de que eras tú, pero no esperaba que vinieses aquí. No contaba con eso.
Desvié la vista. Yoongi se acercó al tocadiscos y bajó el volumen de la música.
— ¿Cuánto te quedarás? Quiero decir... ¿te vas a marchar... pronto?
—No lo sé —murmuré—. Solo quería verte. — Me miró unos momentos, y luego sonrió.
—Había quedado con un compañero de trabajo dentro de una hora, Jungkook, pero puedo llamarle y decirle que no voy a ir. ¿Te parece bien? Así tendremos más tiempo para nosotros.
Me limité a asentir. Yoongi se rio y se sentó a mi lado.
—No pongas esa cara de miedo —dijo—. No soy peligroso. Y tampoco estoy enfadado, por si es eso lo que temes. Solo me ha sorprendido verte.
Estiró la mano y me acarició el brazo.
—Quería contestar a tu carta, pero no sabía qué responder. Decías que deseabas hablar de tu hermano, querías averiguar cosas sobre él. Pero yo no tenía muy claro que me apeteciese hablar de Hoseok. Tienes que comprender que me resulta muy duro.
Se detuvo y suspiro.
—Aún me duele cuando pienso en él. Pero podemos intentarlo, ya que has venido.
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Mi Hermano y Su Hermano --- JHS+MYG
FanficNos narra la historia de uno de ellos. Jungkook, de dieciocho años, que ha pasado su adolescencia rastreando en la historia de su hermano fallecido. La necesidad de crear una imagen de su vida, le lleva a investigar las causas de su muerte. En la b...