capítulo 2

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Pov Narrador.

Hace mucho tiempo en la iglesia de San Juan Bautista.

- Bautista?- preguntó uno de los pequeños- ese, es el apellido de uno de mis compañeros, solo que el no se llama Juan, a lo mejor es su papá!!.

La abuela río enternecida- No Juan Bautista fue un sacerdote de muchos años atras, de hecho él bautizo a nuestro señor Jesús y lo reconoció como Mesías cuando el espirítu Santo descendio sobre él- contestó la abuela divertida por la expresión de asombro del niño.

- ¡¡Que impresionante!!- exclamó el niño, alzando sus brazos y agitandolos de sobremanera- ahora si puedes continuar abuelita- la abuela río suavemente, y continúo con la historia.

En esa antigua iglesia, se encontraba una bella postulante de tez palida cual muñeca de porcelana, un ligero y tierno rubor decoraba siempre las mejillas de esa mujer, un largo pero fino cabello plateado, una figura esbelta y reluciente, un bello ojo color azul cielo que brillaba con los rayos del sol y deslumbraban a la luz de la luna, su otro ojo lo tenía cubierto por un mechón de su bello cabello, pero lo que mas destacaba de ella era que donde pasara hipnotizaba a la gente por su belleza, su sinceridad, su humidad, su sonrisa, y reflejaba paz, armonía, confianza y pureza.

- ¡¡Hermana Elizabeth!!, !hermana Elizabeth!, mire mi dibujo, ¿le gusta?- dijo un pequño.

La mujer se agacho al pequeño para observar el dibujo que traía entre sus manitas- ¿me preguntas si es hermoso?- río- ¿que no lo ves por ti mismo? ¡es bellisimo!, eres un gran artista, a tu edad para mi un dibujo hecho de líneas ya era un logro, pero tú- acaricio la cabeza del pequeño despeinandolo un poco- le pones incluso sentimiento por lo que puedo ver, te felicito, estoy muy orgullosa.

El pequeño sonrojado por las palabras, sonrío, y levanto su pecho con orgullo- ¡gracias hermana!.

- No tienes nada que agradecerme, solo te digo la verdad, anda vé con los demás, sigue creando más obras- el pequeño obedecio y se fue con sus compañeros para continuar pintando.

Ella los observaba con tranquilidad, hasta el sonido de la puerta abriendose la interrumpio.

- Disculpeme hermana Elizabeth- una bella mujer de cabello largo y rozado entró al aula.

En ese momento la hermana Elizabeth se encontraba cuidando y enseñando artes creativas a los pequeños huerfanos que vivian en esa iglesia.

La joven río- No se preocupe hermana Nerobasta, digame ¿en qué puedo ayudarle?.

- El padre Mael quiere verla- dijo, y ella iba a decir algo pero fue interrumpida- no se para que la necesita, si es lo que se pregunta, solo me dijo que la queria verla en su despacho cuanto antes. 

Ella suspiro- Bueno, te lo agradezco voy ahora mismo- dijo y giro su vista a los pequeños- ¿podrias cuidarlos en lo que regreso?- preguntó.

- Claro que si, no te procupes, yo me encargo de ellos.

- Gracias- dijo mientras salía del aula en dirección a la oficina del padre.

Pov Elizabeth.

Caminaba tranquilamente por los pasillos mientras me preguntaba mentalmente para que me necesitaba el padre, seguía metida en mis pensamientos hasta que.... sentí una extraña sensación, como si alguien me estuviera observano, pero no era una mirada cualquiera, era una fría y pesada, volte a todos lados para encontrar quien era el dueño de ese mirar, pero no vi nada, solo un rincón oscuro, me acerque con algo de temor.

- Ho- hola? ¿hay a- alguien aquí?- pregunté nerviosa, levante una de mis manos para tocar lo que sea que se escondiera ahí hasta que....

- ¿Hermana Elizabeth?.

Di un pequeño respingo al sentir que alguien me tocaba el hombro, me gire bruscamente y di un suspiro de alivio al saber quien era.

- Lo lamentó hermana, no queria asustarla- dijo preocupado.

- No, yo.. lo siento estaba algo- me gire hacia el rincón oscuro- distraida.

- No se preocupe hermana, todos solemos meternos muy profundo en nuestros pensamientos de vez en cuando, aunque, trate de no hacerlo muy seguido por los pasillos, podria tener un accidente- dijo.

- Lo sé, de verdad lo siento, no volvera a suceder- dije inclinandome un poco en forma de disculpa.

- Tranquila hermana, no la estoy regañando, solo digo que deberia tener mas cuidado- dijo colocando una mano en mi hombro- a proposito- me fui enderezando- ¿que estaba haciendo?-lo mire confundida y el lo noto- tenia una mano levantada a ese rincón- señalo al rincón donde iba a ir hace un momento.

Reí nerviosa, mientras sobaba mi nuca y desviaba la mirada- Si lo siento sacerdote Ludociel, lo que pasa es que ... senti que alguien me observaba desde ese rincón y queria compobar quien era.

- No hay nadie aquí hermana, probablemente haya sido su imaginación, a veces la mente nos juega trucos realmente tediosos.

Regrese la mirada- Si es verdad.

- ¿Y que tal? ¿como va con lo de sus votos?- sonreí.

- No tiene de que preocuparse por eso- dije y me sorprendio que pusiera su mano en mi cabeza.

- La opción correcta será siempre la que elija su corazón- sonreí, y al instante recorde hacia donde tenia que ir.

- ¡¡Cielos!! tengo que ir con el padre- corrí por los pasillos en dirección al despacho de padre, alze uno de mis brazos y movi mi mano en forma de despedida- ¡hasta luego sacerdote y gracias!- grite, mientras él movia su mano en forma de despedida y continuaba su camino.

Tras unos minutos de correr, llegué jadeante a la puerta de la oficina del padre, puse mi mano en el picaporte mientras regulaba mi respiración, tras un momento me tranquilize, y con mi otra mano toque la puerta.

- Adelante- escuché del otro lado y abri la puerta lentamente algo apenada por el retrazo.

- ¿Me mando llamar padre?- respondí y él quito la mirada de los papeles que tenía sobre su escritorio.

- Si tome asiento hermana- así lo hice.

- Para que me necesitaba?- dije y él se recargó en su silla mientras cruzaba los dedos de sus manos.

- Tengo que hablar de algo muy importante con usted hermana.

**********

¿Qué es lo que tiene que decir el padre?

Esa duda se respondera en la siguiente parte, espero y les haya gustado

El octavo pecado (meliodas x elizabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora