capítulo 22

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Los días buenos nos brindan felicidad
Los días malos nos dan experiencia
Los peores nos ofrecen grandes lecciones
Y los mejores nos regalan las más dulces memorias.

Pov Elizabeth

Un momento de reflexión.....

Mi mente está un poco descolocada.

Dos guerras.

Eso es todo lo que en mi cabeza ronda.

Solo imaginar que una batalla feroz se ocasionó no hace mucho tiempo..... Me pone nerviosa en cierto sentido.

Pero me intriga bastante.

A pesar de eso, no hay duda alguna que puede haber otra guerra. Serían demasiadas.

Entre desacuerdos y traiciones que consumen este mundo, más con los clanes de poder extraordinario, es algo caso imposible de evitar.

Pero mi interior tiene una sensación bastante extraña.

Cómo un cierta angustia, que se mezcla con la adrenalina de algo que posiblemente pase.

Esa pequeña vocecita interior que te dice que estará bien todo, pero sabes en realidad que lo que trata de explicar es que, para seguir en pie, hay que mantener la cordura y no caer en la desesperación.

Me preguntó si los reyes tendrán conocimiento de algo como esto.

Bueno debe ser bastante obvio que si.

No creo que estén sentados en su trono despreocupados por la vida de ellos y su gente.

Gire mi cabeza para ver al señor Queing.

Tiene la vista al frente, parece sumiso en sus propios pensamientos.

-Señor Queing- me miró- ¿Usted participo en la guerra?

Me miró un tiempo largo, no se si su mirada trataba de encontrar el propósito de mi pregunta o simplemente la forma de evadirla.

Después de un rato. Abrio la boca para contestar, pero......

-Queing, hermana Elizabeth

El padre Mael apareció detrás del señor Queing posando su mano en su hombro izquierdo.

-¡Padre Mael! Buenos días, tenía rato sin verlo.

Me sonrió.

-Eh estado muy ocupado hermana, casi no eh salido por estar arreglando los documentos qué me pidió Ludociel, es normal que no nos hayamos encontrado en ese lapso de tiempo.

-Es verdad. Bueno oye a ver a la madre Teresa, viene aquí para serle de ayuda, no para vacacionar.

-No se preocupe- iba a hablar, pero el señor Queing me arrebató las palabras- si busca a la madre Teresa, debe estar en su oficina, dentro de la iglesia en la segunda planta.

-¡Muchas gracias! Nos vemos después- boyce un gesto con la mano de despedida, antes de irme en busca de la madre Teresa.

El octavo pecado (meliodas x elizabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora