2.- La Falsa Historia

14 4 1
                                    

Amaia

Volaba devuelta al nido de mi familia,, estaba alegre, pues había conocido a un imusjari, pero debía esconderlo, tenía que inventarme algo por si sospechaban, así que me concentre en pesar que diría, llegué al nido justo a tiempo para la comida y para mi suerte no fui la última.

Mi padre, como era costumbre, retiró la carne cocida de la plancha de piedra en la que cocinábamos, y dejamos que se consumiera el fuego puesto bajo esta.

Iniciamos a comer como era común y mis primos contaron a que partes del territorio habían explorado.

—¿Y tu Amaia?, ¿donde estuviste hoy? —preguntó mi padre.

—Estuve volando en el sureste, cerca de la frontera —expliqué.

—¿Viste a alguno de los salvajes que viven más allá de esa frontera? —preguntó mi primo Ewin, quien era un año mayor que yo.

—No, no vi a ninguno de los que viven en esas tierras —mentí—. Aunque me topé con un ulk que viajaba hacia el oeste —añadí.

—Pues espero que continúe su viaje, ya que no será bienvenido en nuestro nido —sentenció mi padre.

El no solo no creía en las historias, si no que con la muerte de mi madre se había vuelto con el tiempo cada vez más reacio, a que mis tíos las siguieran contando, o que lo hiciéramos nosotros, también se volvió más agresivo con nuestras familias vecinas, exigía que nuestras fronteras fueran respetadas, pero se negaba a respetar las fronteras de estos.

Eso nos estaba llevando al borde de una guerra, temía que tarde o temprano nos atacaran y mi padre y tíos no tuvieran la fuerza para ganar.

¿A donde iría?, ¿Qué haríamos mis primos y yo?, debíamos esconderlo, pero el miedo estaba todos nosotros y al ser mi padre el líder de la familia ninguno de mis tíos podía evitarlo.

Al llegar la noche observé las estrellas, según se elevaban en el cielo, todas ahí juntas y en armonía si molestarse entre sí y mirando ligeramente hacia el suroeste estaba saumi que día y noche nos acompañaba, ahí se distinguían grandes zonas de tierra cafés y verdes, además de extensos océanos y mucho más pequeños pero aun asi más grandes que todas las estrellas del cielo, estaban Nak y Anak que se iban moviendo entre las estrellas del firmamento, esta noche en particular se encontraban muy cerca ambos, tanto que me parecía que se tocaban.

Entonces me di cuenta, estaban tan cerca entre si, que se estaban uniendo, tras algunos minutos, Anak había sido cubierto completamente por Nak y luego salió nuevamente por atrás de este, no sabía que significaba, pero algo me decía que presenciar esa conjunción significaba algo importante.

Tal vez significaba que Brais y yo estábamos tomando la decisión correcta al intentar unirnos para lograr la paz, había tenido que mentirle a mi padre, pero si era por una buena causa estaba bien ¿verdad?

—Qué descanses Brais —susurré tan suave que nadie me escuchó.

-----------------------------------------------------
Brais

—Que descanses Amaia —susurré al aire acostándome.

Los Primeros SoberanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora