Consejo

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Dijo que llamaría después, que se encontraba ocupado, que debía irse así de la nada, le necesitaban, pero no llamó, al menos todavía no...

Han pasado apenas tres días, sabe que no hay razón para preocuparse por que al menos un mensaje es contestado, uno al día, uno de los tantos que se atreve a mandar, las llamadas son simplemente ignoradas.
Esta pisoteando su orgullo y lo sabe, buscarlo de esa manera tan repentina no es propio de él, llamarle tanto es algo que jamás habría hecho pero no deja de sentir que Morinaga sufre y eso es mucho más importante que su orgullo, quiere saber que le pasa, que lo atormenta, quiere ayudarlo, pero la pregunta no deja de pasar por su mente “¿esta bien?”, la falta de concentración es notada y decide ir a casa antes de que sea mencionada.

Caminando por la noche nublada, la luz tenue en las calles y la gente pasando, poco le importa, el viento mueve su cabello, el frío lo siente en el cuello, nota como sus gafas tienen pequeñas gotas se los quita un momento los limpia distraídamente, se los coloca lentamente, frente a él se encuentra otra forma de buscarlo, parpadea un par  de veces antes de entender la imagen, sus pestañas claras, sus ojos color miel, se quedó quieto viendo delante, un par de personas pasaron junto a él una de ellas lo empujó levemente animandolo a avanzar.

El bar está frente a él, puede ver gente entrando, trata de ignorar a las parejas entrando y saliendo, el frío hace que sus mejillas se enrojezcan, el frío no es usual, sus manos tiemblan levemente, mira al frente y camina normal, no quiere llamar la atención de nadie, solo busca una respuesta.
Da unos cuantos pasos dentro del lugar, unos cuántos lo miran sin pena, otros toman mientras le admiran, le miraban con curiosidad daba la impresión de estar perdido.

Quería pasar desapercibido pero su cabello largo amarrado en una coleta, sus enormes gafas bajo las cuales se notaban unos hermosos ojos color miel similares a un gato, sus pestañas igual claras, la piel blanca y sus mejillas rojas, el abrigo que llevaba, sus pasos firmes pero lentos, su mirada que buscanba insistentemente por el lugar,  las manos delgadas pero masculinas hicieron que todos le mirarán entre curiosos y encantados por él, él que ignoraba por completo todas esas miradas pues sabía a quien buscaba, y esa persona sirviendo a un cliente una cerveza por el silencio que se produjo en el lugar levantó la mirada y le vio.

-¿Souichi?

Él miro por todos lados hasta que le vio, camino más a prisa hacía él,  de alguna manera su rostro reflejaba tranquilidad, estaba empezando a sentirse incómodo al notar que un par de hombres se levantaban de su lugar

-¡Hiroto!

Se acercó a la barra rápidamente, ante la mirada de los clientes, uno de los que se estaba levantando se acercó igual a la barra, solo para saciar su curiosidad

-¡Hiroto! ¿Por qué no sabíamos de este hombre?

Souichi todavía no se atrevía a pronunciar palabra, Hiroto giró a ver al otro

-Ahora te atiendo

-Pero Hiroto, mira que belleza conseguiste, ¿Dónde consigo alguno así?

Souichi que apenas entendió que se referían a él volteo a ver al hombre, su rostro pacífico por el que parecía alguien amable y tranquilo, por el qué se quedaron encantados con su presencia cambio al ceño fruncido y molesto de siempre, sacó las manos del abrigo y le miro pesadamente, dio unos pasos hacia él, apretando la mandíbula; ya estaba furioso, pero el hombre no retrocedió, incluso se le veía más interesado, era bueno saber que ese hombre no estaba indefenso

-Tú idi...

-Dije que luego te atiendo, además no es como si tuvieras alguna oportunidad con un hombre así, ahora vete

Fecha de caducidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora