Salvación

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El día no era cálido, apenas podía ver el sol, un rayito entrando a través de la cortina.

Souichi bostezo, paso su mano por su rostro se dio cuenta entonces que tenía sus lentes, se levantó con lentitud, estirandose un poco, sentía un leve dolor en la espalda. Aún era temprano, se dirigió al baño, enjuago su cara para lograr despertarse, al verse en el espejo se sintió decepcionado, no era alguien de fijarse en el físico, ni el suyo ni en el de nadie pero con un vistazo rápido se daba cuenta de lo lamentable de su estado, soltó una queja, y salio del baño dirigiéndose a la cocina, podía verse lamentable pero por nada del mundo dejaría que su salud cayera, eso sólo le causaría mayores problemas después, se obligó a desayunar.

Tenía algunas cosas preparadas, sólo tuvo que calentar.

Su comida no le gustaba, no le quiso decir a nadie, era consiente que estaba mejorando pero no podía interesarle menos la cocina, sencillamente no era lo suyo, aún así un asomo de orgullo se apoderaba de él, era bueno saber cocinar, sobretodo ahora que estaría solo, nunca estaba de más y aunque no era tan bueno como la comida de su Tía o la de Morinaga era bastante aceptable.

Solo, esa palabra le causaba escalofríos, sólo pensarla le hacía detenerse unos segundos, se convencía de que era por dormir con la ventana abierta.

Desayunó mirando la silla frente a él, vacía, ya antes había comido solo esta vez sin embargo era diferente.

Sus pensamientos eran difusos, no podía concretar del todo claro, lo más que podia era obligarse a comer, había pensamientos claros, pero todos ellos eran sobre Morinaga, un montón de escenas, un montón de cosas, recuerdos sin sentido, no podía entenderlo del todo aún, permanecía comiendo, sin una expresión en particular, cualquiera que lo viera pensaría que estaba pensando en cualquier cosa sin importancia, bueno, si ignoraban sus ojos algo rojos.

Terminando se dirigió al refrigerador, lo reviso atentamente, se dio cuenta que algunas cosas no servían ya, así que se dispuso a vaciarlo, organizarlo...

Todo el silencio era ignorado, él no estaba en silencio, un montón de recuerdos lo atormentaban, quería que se callaron, dejar de pensar pero regresaba...

La imagen vivida de Morinaga lavando los platos, aquel siempre sonreia, y le miraba mientras estaba en la sala, claro, creía que no se daba cuenta pero lo hacia, notaba cada mirada curiosa, en esos momentos el mayor no entendía que tanto le miraba, se preguntaba si quería decirle algo, Morinaga no quería más que verlo

—Bien dilo de una vez, ¿que quieres?

—¿Senpai?

—Si, no dejas de mirar, si tienes algo que decir sólo Dilo

—Aw, Senpai— se acercaba rápidamente mientras secaba sus manos— sólo me gusta mirarlo

—¿Mirarme? ¿Que tengo?

—Umm, unos hermosos ojos, me vuelve loco ver como siguen las líneas, tan misteriosos, tan profundos

—Idiota, estoy leyendo, ¿que tiene eso de especial?

Entonces Morinaga se sentaba a su lado, mirándole

—Bueno Senpai, pues usted lo hace muy especial... Por ejemplo, cuando lo hace sus ojos brillan, ya se que son cosas de la escuela, pero el interés en su mirada es enorme, demuestra lo mucho que le gusta leer, también está ese ceño fruncido que hace cada cinco minutos, de repente aparece, en medio de la calma, seguro que es una parte que incluso usted debe leer un par de veces antes de entenderlo por completo y después vuelve la calma una ligera, muy muy ligera sonrisa se dibuja en su rostro es una muestra de que lo entendió, se ve tan pleno entonces el ceño fruncido desaparece, comprende el libro y eso lo hace feliz... Y no hay nada más hermoso que verlo feliz

Fecha de caducidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora