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Sherlock no podía entender cómo John había aprobado Química el semestre pasado.
O había aprobado haciendo trampa o por pura suerte, porque realmente no sabía nada.

Contempló la posibilidad de que hicieran una pequeña excepción con él, al ser alguien tan importante para la imagen de la institución. Porque desde que John ingresara a Strand y se convirtiera en el capitán del equipo, haciéndolos ingresar al podio del torneo nacional, el rugby había pasado a ser prioridad número uno del colegio.

El rubio podría hacer maravillas en la cancha, pero en Química no sabía ni dónde estaba parado.

Y Sherlock sufrió mucho. Estuvo a punto de abandonar la cruzada, pero algo le impedía hacerlo.
Ese algo era que, sorprendentemente, la compañía de John Watson le agradaba.

A diferencia de sus pares del equipo de rugby, John no era un engreído ni tenía malas intenciones. Era agradable, no era inoportuno ni hablaba demás. Solo lo justo.

Sherlock también había notado en el rubio un sentido del humor muy particular y hasta un tanto irónico a veces, que al joven detective le agradaba. Lo había juzgado erróneamente cuando aseveró que su mente era plana y básica. John pensaba las cosas a su manera, muy pragmática, y con un gran sentido común. 

Incluso, había convencido al rubio de seguir su saga de libros y serie de TV favorita, la cual lo  inspirara crecientemente en su sueño de ser detective: Max Heller, la serie que narraba la vida de un excelente detective francés, obsesionado con su trabajo, perfeccionista y adicto a la cocaína, que se dedicaba a resolver los crímenes más insólitos.

Pero definitivamente lo que ganara el interés de Sherlock en su compañía, era el entusiasmo que John había demostrado por su técnica deductiva.

Sherlock no lo diría pero le fascinaba que alguien se mostrara tan entusiasta y, en cambio, no lo mirara como si fuera un loco.

John preguntaría cada cosa, preguntaría como llegaba a cada una de las conclusiones, y luego de escuchar atentamente el monólogo de su compañero le diría cumplidos como "asombroso" o "genial" que harían hasta ruborizar como colegiala al joven detective.

Ni siquiera Victor Trevor era tan complaciente con él. Este se limitaría a hacer silencio y sonreir cada vez que Sherlock divagara en sus deducciones o le hablara intensamente de casos de asesinatos. El detective se había acostumbrado aquella pasividad de su antiguo amigo, por eso la participación activa de John era toda una experiencia nueva.

¿Acaso estaba comparando a John con Victor?

Es demasiado. No, no son comparables. John solo está contigo por las clases, no seas imbécil, Sherlock.

Pero a fin de cuentas, ¿De qué le servía entronizar su ya inexistente vínculo con Víctor Trevor? Este chico había tirado a la basura toda la confianza que Sherlock le tenía.

Sin embargo, eso ya lo le afectaba. Atrás había quedado el Sherlock que depositaba su confianza en las personas. Ahora la soledad era su única aliada, su protección.

Por eso, no consideraba a John Watson más que un compañero de clases, con un beneficio temporal que serían las clases, y un acercamiento meramente funcional a ese fin. Así, ambos jóvenes se la pasaban entre clases de Química, donde Sherlock casi perdía la cabeza, y charlas sobre crímenes sin resolver, que compensaban aquello. Pero nada más.

—¿Qué harás ahora? —preguntó el joven detective al rubio, luego de una de sus clases de Química.

—No lo sé, tengo que hacer tiempo. Mi entrenamiento es como dentro de una hora —contestó mirando su celular para comprobar la hora.

The Two of Us || TeenLock Fanfic (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora