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Solo una persona podía salir a las 5 de la mañana de las residencias del White Lodge para practicar. Y esa persona era James Moriarty.

Caminaba por el gran campus y observaba con placidez el paisaje.

James estaba viviendo su sueño. Ser coreógrafo había sido la mejor decisión de su vida.

Y es que ya no soportaba verse limitado como bailarín. Siempre siguiendo ordenes, bailando las creaciones de otros. Su técnica era y es perfecta, pero se había cansado de aplicar su talento en darle vida a las creaciones de otros.

James ya no quería eso, su mente fluctuaba, estaba llena de ideas. Creaba constantemente. La música era para él un lienzo que siempre estaba en blanco, dispuesto a ser llenado por creaciones magnificas que solo él podía hacer.

Moriarty ni se preocupaba en ser modesto. Él estaba convencido que sus coreografías y adaptaciones eran únicas e inmejorables. Estaba convencido que él mismo era un artista inigualable.

Además no solo creaba las coreografías, sino el vestuario, la escenografía, la elección de los bailarines. Ello porque la confección de tal obra de arte debía ser completa. Y debía ser solo suya.

Ahora, con la sala para él mismo, estaba dispuesto a demostrar su arte. Interpretó una de las coreografías en las que estaba trabajando. Se desplazaba por la sala a sus anchas, con un dominio muy característico de él. Sus movimientos eran perfectos, precisos, nada que no pudiera esperarse del gran Moriarty.

Sus movimientos se volvían gradualmente más intensos a medida que un imagen invadía su mente: Sherlock Holmes. Sherlock bailando, Sherlock tocándolo. Sherlock besándolo.

Se detuvo y exhaló de placer.

No era la primera vez que Jim se liaba con uno de sus alumnos. De hecho, era algo común para él. Chicos y chicas le admiraban, le idolatraban, le seguían, le seducían. Y a Jim le encantaba esa sumisión, le encantaba que ellos fueran hacia él. Pero lo que más le gustaba era el control y dominación que ello le aseguraba.

No es que Moriarty se enamorara de esos jóvenes sedientos de su atención. Solo disfrutaba como esos jóvenes le buscaban y como gradualmente se obsesionaban más y más con él.

Y con Sherlock la cosa era especial. Hacía mucho que a Jim no le hechizaba tanto un joven como ahora. Le tenía loco. Lo quería todo para él, lo quería a sus pies, rogando por atención, rogando por él.

Sin embargo, había otro joven al cual Jim ya tenía literalmente a sus pies.

—Hay algo que no me convence.

Moriarty observó con ternura al joven que había dicho eso. —¿Qué cambiarías, Victor?

—La secuencia de los saltos, es muy repetitiva. —respondió el pelirrojo. —Y tu sonrisa de idiota, esa también la cambiaría —le dijo con total confianza.

Jim rio divertido ante lo que dijo su alumno. —No puedes culparme. Tú no.

—Después de lo que te conté, ¿tú solo vas a cogertelo y ya? —soltó Trevor con tono resentido.

—Cariño, él fue quien se me abalanzó y me besó —le explicó con simpleza el profesor, sin dejar de sonreir. —Además, te recuerdo que soy un alma libre... Y un amante de la belleza humana. Me deleito con ella—continuó mientras caminaba con elegancia por el salón. —El joven Holmes tiene una belleza especial. No solo física, sino espiritual. Es tan... Frágil... Puro...—decía abstraído.

Victor Trevor le observaba con el ceño fruncido. —Y seguro vas a elegirlo como bailarín principal, ¿no?

Jim se le acercó sugestivamente. —¿Acaso te molestaría?

The Two of Us || TeenLock Fanfic (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora