Capítulo 2: Un dia de descanso

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- ¡Mamá! ¡Llegas tarde al hospital, te has dormido!- gritó Sarada dando un golpe con la puerta. 

Sakura se levantó y rascó sus ojos perezosamente.

- Sarada hoy no trabajo.

- ¿Qué?

- Hoy pasamos el día juntas, Naruto me ha dado un par de días libres.

- ¿Hokage-sama? Es tan amable... Tienes suerte de conocerle en persona.

- Si, eso creo- dijo con una sonrisa recordando como la había cuidado dos días antes.-¿Entonces dónde quieres ir?

- ¿Eh? Pues no lo sé, porque supongo que no podemos ir a ver a papá...

- No Sarada, ya sabes que eso no es posible- dijo delicadamente acariciando su mejilla.

- Si, lo siento, ya aprendí la lección tranquila. Podríamos ir al monte de detrás de la villa. Quiero entrenar un poco el control de chackra y tu eres quien me puede ayudar más en eso.

- Está bien, sabía que preferirías entrenar antes que ir de compras o a cualquier parte, se nota que eres hija de tu padre- dijo con una sonrisa, lo que pareció contentar a Sarada.

Se dirigieron al monte, y Sakura cogió el monedero para hacer algunos recados a la vuelta. Pero nada más llegar al lugar se sorprendieron al encontrarse con un pequeño chico de cabello rubio y ojos azules.

- Boruto, ¿qué haces aquí?- preguntó Sarada sorprendida.

- Pues entrenar, como siempre.- De repente se cruzó con la mirada de Sakura.- ¿Y vosotras?

- También íbamos a entrenar, el control de chackra en concreto- respondió Sakura.- ¿Quieres unirte?

- ¡Si!

Los dos tuvieron que hacer varias pruebas de control de chackra, y finalmente al acabar vieron como sus golpes habían incrementado su potencia. Boruto insistió en que Sakura hiciera un golpe con toda su fuerza para ver hasta donde llegaba, a lo que ella se negó. No quería destruir aquel bonito monte. Finalmente acompañaron a Boruto de vuelta a casa.

- No hacía falta que vinierais hasta aquí- dijo Boruto algo molesto.

- Boruto, ¿no me digas que no vas a dejarme pasar a hablar un rato con mi querida amiga Hinata después de haberme esforzado en entrenaros con todo lo que sé?- dijo con una sonrisa temíble mientras apretaba sus puños y sus nudillos crugían.

- C-claro que no- dijo nervioso para después llamar al timbre de su casa.- Tu mamá da miedo Sarada- le susurró al oído.

De repente se abrió la puerta y Hinata se sorprendió al verlos a los tres.

- Sakura-chan, Sarada-chan, ¿que hacéis por aquí?

- Hemos estado entrenando los tres juntos el control de chackra- respondió Boruto.- Creo que vienen a saludar.

- No seas desagradecido Boruto- dijo en un tono enfadadizo de madre que jamás hubiera imaginado en Hinata.- Pasad pasad.

Nada más entrar se encontraron con la pequeña Himawari que les saludó con su tierna vocecita. Sakura la encontraba demasiado tierna y no pudo contenerse en darle un gran abrazo y a decirle lo mucho que había crecido. De repente aún abrazando a Himawari se encontró con alguien a quien no esperaba ver.

- ¡Naruto! ¿No estás en la oficina?

- No, lo prometido es deuda, estos dos días Shikamaru me cubre y yo vuelvo un poco antes a casa.

- Me alegro mucho.

Sakura bajó a Himawari de sus brazos y pasó al salón, junto a los demás. Hinata estuvo limpiando algunos platos desde la cocina y ella se quedó sentada junto a Sarada en el sofa mientras hablaban con Naruto.

- Por cierto Sarada, ¿ya le has contado a Naruto cuál es tu sueño?

- Q-qué, ¡mamá calla!- dijo poniéndose roja enseguida. 

- Tranquila Sarada-chan, tu madre a veces puede irse un poco de la lengua, ¡está bien si no me lo quieres decir!

- ¡Hey que estoy aquí!- dijo Sakura sientiéndose aludida. Naruto tan solo le sonrió.

- Verá Hokage-sama, no es algo que no le quiera decir a usted, ni nada por el estilo, pero, es que, me da un poco de vergüenza porque le admiro mucho, y, no sé, nunca voy a estar a su altura- cogió aire.- Verá, ¡mi sueño es ser un gran Hokage como usted!

- Sarada, no tienes de que avergonzarte. No tienes porqué  sentirte mal, cuando yo empecé a decir que quería ser Hokage todos se rieron de mí, nadie me creyó.

- ¡¿Qué?! ¿De verdad?- preguntó Sarada sorprendida.

- Si, pero yo nunca me rendí, confié en mi mismo y en mis sueños, ese es mi camino del ninja.

Sakura miró a su hija, sus ojos brillaban al escuchar a Naruto hablar. Como si atesorara cada una de las enseñanzas que él pudiera transmitirle. 

- Si la verdad es que nos lo repetía todos los días una o dos veces, lo decía tanto que a veces incluso tu padre y yo teníamos que taparle la boca. 

- ¡Eso no es verdad!- dijo Naruto dándose por aludido.

Enseguida rieron todos juntos. De repente entró Boruto junto a Himawari al salón con los pijamas puestos, Sakura miró a Hinata algo apagada recogiendo la cocina.

- Será mejor que vayamos ya a casa Sarada. Es un poco tarde y Himawari tiene que ir a dormir- dijo Sakura.

- A bueno, como queráis- dijo Naruto rascándose la nuca.- ¿Os acompaño a casa o algo...?

- No hace falta, ya sabes que si alguien trata de atacarnos van a correr más peligro ellos.

- Sakura, ¿quieres un poco de cena que me ha sobrado?- preguntó de repente Hinata desde la cocina.

- A bueno, si no es una molestia nos iría bien, ¡además cocinas mucho mejor que yo Hinata! Naruto es un hombre con suerte.

Hinata le sonrió tímidamente y le dio una bolsa de plástico con la comida. Sakura le agradeció y se marcharon de la casa de los Uzumaki. Salieron a la calle. Sarada salió andando con la bolsa delante de ella, y desde una de la ventanas que daba a la cocina pudo ver a Naruto ayudando a Hinata en la cocina, algo cariñoso mientras se acercaba a su oreja para susurrarle algo y envolvía los brazos alrededor de ella desde su espalda. Volteó la cabeza algo avergonzada de ver aquel Naruto y siguió a Sarada delante suyo, que parecía no haber visto nada.

Aquella escena le hizo entristecer. Sasuke nunca le había abrazado por la espalda en la cocina, ni habían compartido demasiados momentos en familia. Sasuke era muy reservado, y tan solo se mostraba cariñoso cuando estaba completamente seguro de que Sarada no se encontraba por los alrededores o que nadie los estaba mirando. Lo que sucedía entre una cosa y otra prácticamente nunca. Sentía un poco de celos de aquella pareja, se les veía tan bien... Aunque se alegraba de la felicidad de su amigo más que nada, realmente se merecía estar con una persona tan buena como Hinata. De repente le vino un recuerdo a la mente:

"¡Hasta yo puedo darme cuenta de que Naruto te ama!- le gritó Sai."

- Que estupidez, porqué me acuerdo de esto ahora- pensó para si misma. 

- Mamá ya hemos llegado, abre la puerta- dijo Sarada. Se encontraban delante de la puerta de su casa.

- ¡S-si, perdona!

De repente la puerta se abrió sola y un hombre alto con capa negra las recibió.



Los verdaderos sentimientos de SakuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora