- La aldea de la Hoja es un lugar seguro. Un lugar tranquilo, lleno de gente que convive en paz y armonía. Esa es la razón por la que hoy en día nuestro chackra es sellado en nuestros interiores nada más nacer. Pero no siempre fue así. En el pasado hubieron guerras, conflictos entre aldeas, hambre y destrucción. La era de los shinobi.
Todos los presentes en la sala, ante aquella última palabra escucharon con atención.
- Los shinobi fueron los que lograron terminar con el infinito ciclo de la destrucción. Formaron una alianza que abarcaba la mayoría de las aldeas del mundo, aprendieron a contener y controlar las grandes bestias sagradas que habían causado destrucción por cientos de años, y pudieron detener a los aclamados dioses que provenían del espacio exterior y que querían arrebatar el chackra de este mundo. Así pues aseguraron la paz en este mundo. Y como ya sabeis, los rostros de los más fuertes y tenaces en esta aldea, llamados Hokage, quedaron esculpidos en nuestras montañas para honrar su sacrifi-
De repente la explicación del hombre se detuvo y su expresión relajada cambió en segundos a una de furiosa.
-¡Oye! ¡El chico de ahí! ¡¿Estás durmiendo en mi clase de historia?!
El nombrado notó que su compañero de mesa le daba un suave golpe con el codo para llamar su atención, y él abrió los ojos molesto, encontrándose con la cara de enfado de su profesor.
- ¿Qué ocurre?- preguntó con tono pesado sin parecer demasiado preocupado por la ira del adulto.
- ¡¿Cómo que qué ocurre?! ¿Acaso dormías?
- No, tan solo tenía los ojos cerrados. No soporto estar sentado tantas horas en este antro...
- ¡Pues deberías atender! ¡¿Acaso no te importa saber como eres capaz de ir a la escuela o de convivir con el resto de gente en una aldea pacífica?! Tenemos suerte de vivir en esta era, donde no debemos preocuparnos por mantenernos con vida constantemente, y todo se debe a las esculturas de esos señores en la montaña que ves a través de la ventana, y de los que hablaba.
- ¿Y a quién le importan esos viejos?- dijo él sosteniéndose la cara con la mano.- Yo creo que los verdaderos afortunados eran ellos, pudiendo vivir miles de aventuras y derrotar toda clase de villanos. Por lo menos parece más emocionante que estar aquí sentado escuchando...
La clase se quedó en silencio abrumados por aquellas palabras que pocos habían llegado a reflexionar jamás, y el profesor con el rostro rojo de ira, cogió aire y mandó prácticamente a gritos que el chico a saliera de clase por tan mala conducta.
Él se quedó algo sorprendido pero finalmente salió. No quería que lo expulsaran con aquel discurso, él tan solo expresó lo que siempre había pensado. La imagen de su madre cabreada cuando el profesor le informara de su mala conducta, hizo que tragara saliva sonoramente.
Aquel chico siempre había sentido que desencajaba en aquella era. Era torpe, sacaba malas notas y se metía en líos todo el rato. Un bueno para nada al que los padres de sus compañeros de clase advertían a sus hijos que no se acercaran. Todos hablaban y alababan aquellas estatuas sin vida, pero él solo podía sentir rabia al verlos. Una ira inexplicable, como si ellos le hubieran arrebatado algo que le producía un vacío en el pecho. Y es que no era capaz de encontrarle el sentido a su vida, lo que haría en un futuro para sentirse bien con sigo mismo.
¿Dónde se habían quedado los héroes, las peleas y las aventuras? ¿Cómo iba a poder manifestar él su inexplicable sed de intriga, de hacer justicia o de ayudar a los demás? El poder demostrarle a todo el mundo quien era él.
Los aclamados ninjas habían acabado con todo eso.
Y así pues, mientras caminaba por las calles de Konoha contemplando aquellos rostros,una idea impulsiva e irracional apareció en él de la nada. Una idea arriesgada y poco convencional que le hizo brillar los ojos de emoción.
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Los verdaderos sentimientos de Sakura
RomanceSakura florece como la flor que representa su nombre. Desde su más tierna infancia ha sentido un gran amor por Sasuke, él lo es todo para ella. Pero movido por la venganza que llena su corazón, decide partir con Orochimaru y cambia. Sin embargo ese...