Aysha
Estaba tan asustada que a duras penas podía entender todo lo que pasaba, y cuando Will me pidió que aguantase y me soltó, el terror me paralizó. La cuerda me privó del oxígeno que yo necesitaba para gritar desesperada. Llevé las manos, que aún tenía atadas, a mi cuello en un intento de abrirme la soga, pero mi propio peso la aplastaba contra mí, sin darme opción.
Se me nubló la vista y todo se desdibujó a mi alrededor, oscureciéndose. Ni siquiera podía oír la pelea de William y Gerald, los oídos me pitaban tanto que dolía. De hecho, me dolía absolutamente todo.
Y cuando mi cuerpo dejó de responder y se me cayeron los brazos sin ninguna fuerza sobre mi estómago. Todo paró y sentí el golpe contra el suelo. Me dio un ataque de tos, y me aflojé la soga que aún sentía asfixiándome. La tiré a un lado y me concentré en respirar.
Un nuevo disparo me recordó dónde estaba.
—¡Will! —Mi voz apenas me pareció mía, sonaba grave y medio ahogada.
Me levanté como pude, con un terrible dolor en la pierna y corrí por las escaleras de mano para llegar hasta William. Pisé un charco de sangre en cuanto llegué arriba y lo primero que vi fue el cadáver de Gerald. No me quedó ninguna duda de que estaba muerto. Will estaba medio sentado un poco más allá, apoyado en la pared, con la camisa blanca completamente empapada de sangre.
—¡No, no! —gemí, dejándome caer a su lado.
Le abrí la camisa en un intento de taponar sus heridas, pero no supe ni por dónde empezar y solo pude mirarle horrorizada. Su pecho tenía varios impactos de bala que chorreaban sangre. Apoyé las manos sobre la del centro de su pecho, que parecía la más grave de todas.
—Will —murmuré, sin poder evitar las lágrimas que me ahogaron un poco.
Intentó alzar la mano hacia mí, como si quisiera acariciarme la cara o secarme las lágrimas, pero se quedó sin fuerza y la dejó caer a un lado. Yo le ayudé, sujeté sus dedos con los míos y apoyé su mano helada sobre mi mejilla. Era la primera vez que notaba su piel fría y me sentí horriblemente mal.
—William, no te mueras —supliqué.
—G-gracias.
No entendí qué me agradecía, pero los guardaespaldas de su padre aparecieron de algún lado y uno tiró de mí para separarnos. Yo traté de pelear, no quería que se muriera, necesitaba ayuda.
—¡Will! —grité, con la voz más ronca que antes.
Un par de paramédicos corrieron hasta él y me calmé un poco. Aquello era justo lo que él necesitaba. Se pondría bien, ¿no? Si le pasaba algo iba a morirme.
-o-o-o-
Conté por tercera vez todo lo que había pasado con Gerald, William y conmigo. Lo hice con aquella voz grave que apenas emitía sonidos, la vista clavada en la escayola de mi pierna fingiendo que era solo una historia y no algo que había estado a punto de matarme.
La primera vez se lo había contado a la policía, la segunda a mi padre y ahora se lo estaba explicando a Lorcan y Bill Millerfort. Ninguno me interrumpió hasta que acabé de hablar. Tampoco me atreví a alzar la vista hasta entonces. El señor Millerfort estaba muy pálido, Lorcan había enrojecido de rabia.
—¡Todo esto es culpa tuya! —acusó a su padre—. No dejas de tirar a tus hijos por todas partes y se revuelve contra nosotros.
—No es verdad —le interrumpí, antes de que pudiera defenderse y ambos me miraron sorprendidos—. Gerald no estaba bien de la cabeza. Desde niño. Aunque le hubieran declarado un Millerfort, hubiera encontrado otro motivo para odiar a William. Le hubiera molestado que fuera más rubio, o más alto, o más guapo... —Se me llenaron los ojos de lágrimas sin pretenderlo, al mencionar a Will—. No iba a por su padre, ni a por ti, Lorcan. Iba a por William porque se hizo a la idea de que le estaba robando lo que era suyo. Y sería así, tuviera lo que tuviese. Yo creo que estaba más relacionado con vuestra madre que con el señor Millerfort, por eso fue a por ella en cuanto, según él, dejó de tratarle bien.
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Cuando encuentres una rosa - *COMPLETA* ☑️
RomanceAysha Hill es arquitecta, pero debido a una complicada situación familiar, nunca ha podido ejercer como tal. Por eso, cuando recibe una extraña y muy generosa oferta de trabajo para restaurar la mansión Millerfort, no acaba de creérselo. (Entra par...