Epílogo

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Lorcan

Tiempo atrás

Paré de teclear un momento en el ordenador para echar un vistazo al pasillo desierto y oscuro que tenía delante. Quizá estaba un poco paranoico desde que un puto loco psicópata con el que me había criado había tratado de matar a mi hermano y a su chica. Pero me puse sobre alerta.

Apagué la pantalla, dejando a medias el email que estaba escribiendo y me puse de pie en completo silencio. Me había tenido que quedar hasta tarde para recuperar todo el trabajo atrasado que se me había acumulado después de pasarme casi quince días con mi hermano en el hospital.

Salí de mi despacho en busca de la procedencia del ruido que me había alertado. A la derecha solo estaban los pasillos del resto de directivos, a la izquierda un espacio amplio dónde estaban las mesas de los trabajadores. Seguí ese camino, con el corazón bombeándome con fuerza. Y oí el ruido otra vez. ¿Tacones contra madera?

Me relajé un tanto, quizá era una de las empleadas que había vuelto a por algo. Supuse que los asaltantes no solían llevar tacones. En toda la oficina solo había una sala que tenía suelo de madera y no de moqueta. Era dónde guardábamos los zapatos y la ropa con la que estábamos tratando.

Era una estancia enorme, con perchas de ropa por todas partes, creando un laberinto prácticamente. Había un par de chicas que solían encargase y sabían dónde estaba todo. Para mí aquello era un misterio. En realidad, yo me ocupaba de las finanzas, no de la moda.

Me asomé despacio, por si alguien trataba de robarnos ideas para el próximo catálogo o algo parecido. Sin embargo, la chica que llevaba un zapato de cada modelo, ambos de color rojo, debía ser de la limpieza, aún llevaba el uniforme azul. Fruncí el ceño. Tenía que haberse ido un rato atrás, pero allí estaba, subida en unos tacones de varios cientos de euros. Con un uniforme horrible y desteñido que no hacía justicia a los pobres zapatos.

—¿Qué haces? —pregunté, cruzándome de brazos.

Ella me miró un momento, con los ojos muy abiertos y estuvo a punto de caerse de los zapatos. Yo di un paso inconsciente hacia ella, para ayudarla, pero se repuso antes de que llegase.

—Lo siento, lo siento mucho —me dijo, muy apurada, antes de salir corriendo.

—¡Espera!

No me hizo ni caso y ya había llegado al ascensor antes de que pudiera alcanzarla. Cuando estaba a un par de pasos, me tropecé con algo y eso me ralentizó lo suficiente como para que las puertas del ascensor se cerrasen en mi cara.

Agaché la vista para ver uno de los zapatos rojos y lo cogí desconcertado. ¿Qué acababa de pasar?

Segunda parte disponible en mi perfil

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Espero que el primer libro os haya gustado. ¿Qué os ha parecido? ¿Queréis leer la segunda parte?

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Cuando encuentres una rosa - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora