Prefacio.

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13/01/1993

La oscuridad de la noche cubría todo el lugar, no había estrellas y la luna profanaba una luz suave que no lograba iluminar lo suficiente . Esa noche se veía tan triste. El viento soplando fuertemente traía consigo una brisa fría, las nubes grises decoraban el melancólico cielo; definitivamente sería una larga noche de lluvias, relámpagos y truenos. Había pasado un largo tiempo desde que una noche así atormentaba el bosque.

Todos estaban refugiados en sus casas que les trasmitía el calor suficiente para pasar la noche, bueno casi todos, aquella mujer con cabellera negra igual que la noche corría desesperadamente por el bosque con un pequeño bulto envuelto en una sábana azul entre sus manos, su rasgado vestido estaba cubierto de una buena cantidad de lodo y sangre; el líquido carmesí pertenecía al alfa que un día llegó a considerar como el mejor esposo de todos. Sus cortas piernas con rasguños comenzaban a doler a infiernos por la cantidad de kilómetros recorridos, desearía convertirse en lobo pero eso significaría que su marido la encontraría más rápido sin el olor a sangre ocultando su dulce aroma.

Las gotas comenzaron a caer velozmente sin tener piedad alguna de la pobre mujer que rezó a la diosa Luna para que no lloviera y complicara más su situación, una tras otra gota de agua golpeaba la superficie del bosque dándole el fabuloso olor de tierra mojada. En otra ocasión la pelinegra lo hubiera disfrutado, pero en estos momentos con su vida corriendo peligro y con un bebé en brazos no podía. Refugió al pequeño cachorro en sus brazos y manta tratando que no le tocara ni una sola gota.

Podía sentir como su pareja trataba de comunicarse con ella a través del lazo, pero bloqueó completamente todo para así ahorrarse una buena pelea con el alfa. Se detuvo por unos momentos mirando a su alrededor en busca de algún lugar seguro donde podía refugiarse junto con su cachorro, su omega comenzaba a desesperarse por no poder proteger a la criatura que había dado a luz hace dos días atrás, la entendía, su corazón se oprimía de puro dolor al pensar que su cachorro podía perder la vida y ella no haya podido hacer nada al respecto.

Olfateó el aire percibiendo el olor de la tierra mojada, había un sutil olor a canela y café y fue donde su omega y ella entraron en una crisis nerviosa disparando demasiadas feromonas que podían atraer a su alfa en cuestión de segundos. Sin pensarlo corrió a una dirección al azar sintiendo como la lluvia caía con más ferocidad, por unos segundos bajó la mirada percatándose que su cachorro seguía dormido con su pulgar en la boca. Cuando pasó por un charco de lodo, a propósito saltó sobre éste para así salpicarse y ocultar su olor.

Si desde un principio hubiera sabido que su manada le daría la espalda cuando se enteraran que su hijo era un omega, lo que era ridículo pues no se podía saber la categoría del cachorro hasta llegar a la pubertad y tuviera su primer celo, se hubiera marchado de ahí aún sin importarle que pudieran matarla por abandonar a su alfa que desgraciadamente tuvo que ser el líder de la manada. ¿Qué tenía de malo tener a un hijo omega? Sabía que su cachorro sería un omega, su instinto de madre se lo decía.

Siendo la esposa del líder alfa de la manada tenía que procrear a un pequeño alfa para que siguiera los mismos pasos que su padre y se convirtiera en el próximo líder. En el momento que nació su cachorro y una bruja de la manada dijera que aquel cachorro sería un omega todo el mundo se puso en su contra, hasta su propio esposo estuvo de acuerdo de matar a ese "mal nacido", algo que ni su lado animal y ella estaban de acuerdo.

Cuando se opuso todos dirigieron las garras y dientes en su contra, siendo una omega no tenía absolutamente nada de derechos y que diera su opinión por esa situación definitivamente enloqueció a los alfas del lugar. Aquella noche había apuñalado a su marido y así tomar a su hijo para escapar del lugar que por un largo tiempo consideró hogar, para su desgracia las apuñaladas no ayudaron en casi nada pues el alfa se había recuperado minutos después, por lo menos le dio la oportunidad de tomar una gran ventaja.

Ahora todos estaban detrás de ella para capturarla y matarla junto con su hijo de la manera más dolorosa posible por dañar a su líder.

Cuando cruzó dificultosamente un río a lo lejos vio una pequeña casa con las luces prendidas, sin dudarlo un poco se acercó al lugar y visualizó un letrero moviéndose violentamente por el aire, que decía: Hogar de cachorros. Al instante captó todo, era un orfanato donde los cachorros eran abandonados, y aunque su omega le rogó que no dejara en aquel lugar a su bebé no tenía otra opción. Era eso o jugar con sus vidas tratando de huir.

Se acercó a la puerta de madera y depósito cuidadosamente al bebé en el piso, le dio un beso en su frente llorando desconsoladamente para luego tocar la puerta y gritar fuertemente el nombre de su criatura. Sin esperar respuesta se alejó del lugar convertida en un lobo, corriendo a su propia muerte sintiendo su corazón estallar al saber que no pudo cumplir con su deber de madre y proteger lo único que le daba sentido a su vida; esperaba que su cachorro fuera adoptado por una amorosa familia y que lo llevaran lejos de aquí.

Esa noche un lindo cachorro con piel lechosa, ojos grandes y sonrisa de corazón se unió al orfanato siendo recibido por puro amor.

Esa noche un aullido de dolor retumbó por todo el bosque avisando la muerte de un lobo.

Esa noche fue el comienzo del infierno de KyungSoo.

Abrazos de oso.
Scarlett.

•Dulces Mentiras | 🌻 KaiSoo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora