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" ¿Cita de amigos? "

El día había empezado lo más normal de lo común, sin ningún sentimiento negativo ni mucho menos berrinches por parte de Yixing al tener que levantarse temprano e ir a la escuela, y lo más sorprendente fue que su omega no estuvo jodiendo por querer ver a su alfa. Podía denominar este día como el mejor de muchos, pero tenía entendido que todavía faltaba mucho más camino por recorrer y obviamente le faltaba enfrentar la escuela.

La temible universidad con sus compañeros estúpidos.

No quiso dejarse guiar por esos malos sentimientos así que con la actitud más radiante acompañada con sus ropas holgadas y sus lentes negros de pasta gruesa, se encaminó a la universidad. Lo que más amaba de su día era el resplandeciente sol que bañaba su anatomía, junto con una refrescante brisa, eso y que tenía impregnado un leve olor de JongIn que lo llenaba de un calor agradable; bosque combinado con cerezas y crema batida no podía ser una gran combinación, pero KyungSoo lo amaba.

Ni siquiera podía descifrar porque después de dos baños y un cambio de ropa todavía seguía oliendo a JongIn, pero no pasaba nada después de todo le encantaba. Los alfas ya casi no volteaban a verlo con ojos hambrientos, unos que cuantos que dejaban el olor a un lado por ser tal débil y se concentraban en su cuello queriendo percatarse que si había alguna mordida, lo único que se encontraban era la cicatriz del lazo roto lo que solía ser mucho peor. Había veces que deseaba que esa asquerosa cicatriz sea remplazada por una bella mordida, la mordida de JongIn para ser más específicos.

Cuando tenía esa clase de pensamientos la palabra "amigo" relucía a todo su esplendor como un cartel neón recordándole su posición que estaba, era ridículo porque él puso ese veredicto pero lo odiaba, no quería otra cosa que estar con su moreno alfa para siempre. Ugh no, deben empezar por la amistad.

Las clases seguían su curso, preparando algunos postres y llenando su cabeza con más conocimientos. Trataba lo más posible evadir las burlas de sus compañeros y se dedica a concentrarse en las aburridas clases de sus profesores, tomando notas para dejar a un lado las bolas de papel que solían lanzarle y que siempre tenían escritas insultos, mirando por la ventana tratando de distraerse con cualquier cosa en el momento que empezaban a señalarlo murmurando cosas que no eran amigables.

Ah, como estaba acostumbrado a eso.

Desde que era un niño las cosas eran así, tanto en el orfanato como con sus padres adoptivos y las personas de la manada, al parecer de alguna manera todo eso era muy rutinario y ya no dolía tanto como las primeras veces. Sabía que nunca acabaría y que eso era su destino, no tenía sentido tratar de arreglarlo. Esa era su vida y la aceptaba aún con todo el dolor incluido.

La hora del almuerzo por fin llegó haciendo que los alumnos se levantaran para llenar su estómago y seguir con la tortura. KyungSoo se quedaba en un salón ubicado hasta el último piso de la universidad, uno que solía permanecer al club de cocina mexicana y que fue abandonada por falta de miembros, nadie usaba el salón y era un buen lugar para esconderse de los bravucones. Era su escondite secreto que compartía con su amigo, y no era imaginario, claro que tenía un amigo.

Esperando que todos salieran tomó su mochila con su almuerzo dentro caminando por los desiertos pasillos hasta llegar al lugar acordado, mirando a su alrededor en busca de alguien para no ser descubierto, pero era casi imposible cuando un rumor corría entre los estudiantes creyendo que un fantasma habitaba en ese piso, lo que era muy estúpido creer en eso teniendo sus edades. Para KyungSoo estaba bien, significaba menos peligro y más tranquilidad, abrió la puerta del lugar que él se encargaba de limpiar y que era iluminado por el sol de la tarde.

•Dulces Mentiras | 🌻 KaiSoo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora