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CAPÍTULO 1

Joe despertó sintiéndose enfermo. La luz que entraba por la ventana hacía que su cabeza doliera.

Había sido una mala noche.

Pestañeó un par de veces hasta que las náuseas aparecieron y una bocanada de porquería lo obligó a doblarse en dos para vomitar.

Carajo.

Lo primero que distinguió fue la alfombra azul que ahora estaba repleta de un líquido verde parduzco salido de su estómago.

Nathan lo mataría.

Nathan....

¿A todo esto... dónde estaba el castaño idiota?

Miró a los lados de la habitación de su mejor amigo.  No había rastros del chico cerca.

Gruñó.  Dios... Joe no había dejado que Nathan bebiera ni un solo trago. Se había pasado toda la noche colgado de su hombro en medio de la fiesta que se habían montado a último minuto como despedida del verano.

Si no fuera porque tomó cada cosa que el estúpido de su mejor amigo había intentado llevarse a la boca no hubiera terminado así.

Su estómago dolía.

Diablos, dolía mucho, al punto que tuvo que apretar los dientes para no lloriquear como niña.
Llegó a creer que se le perforaría y acabaría muerto en su propio vómito. Había leído en algún lado que eso era posible.

¿Cómo demonios Nathan podía meterse tanta mierda en el cuerpo? Primera vez que él lo hacía y sentía que iba a morir.

Cerró los ojos con fuerza y apretó su estómago con ambas manos.
No quería morir sólo en el cuarto de su mejor amigo.

—Colega, te ves como la mierda. —Alzó los ojos y lo primero que vio fue a un fresco Nathan saliendo del cuarto de baño con apenas unos shorts negros cubriendo sus piernas.

Su cabello castaño pegado sobre su rostro se veía tan oscuro como sus ojos y su piel pálida repleta de tatuajes aún estaba brillante por la lluvia de la regadera.

Verlo era como una maldita bocanada de aire fresco para sus adoloridos sentidos.

Joe intentó abrir la boca para decir algo, pero lo único que consiguió fue que una segunda bocanada de porquería ascendiera por su garganta haciéndolo toser.

El castaño frente a él soltó un silbido por lo bajo observando a Joe.

Nathan conocía al chico hacía años, se habían hecho amigos el primer día de clases de su segundo año de primaria cuando Nathan llegó a Corlis con su aura de chico malo Inglés después de ser expulsado de su primer colegio Americano  por mala conducta, desde entonces, el por aquellos años,  pequeño niño de impresionantes ojos azules y él  se habían hecho inseparables.

Llevaban más de una década de amistad  desde entoces y podía asegurar sin lugar a dudas  que nunca lo había visto tan tocado como en ese momento.

La piel bronceada de Joe se veía verdosa, y la mueca de dolor en los ojos azules y culpables que lo miraban de vuelta  le aseguraba que se sentía tan mal como se veía.

Como un cervatillo asustado, pensó.

Joe siempre le había parecido uno. Pequeño y hermoso, con su cabello azabache y su piel nacarada que se coloraba en el verano a diferencia de la suya propia que se mantenía palida como la muerte sin importar cuanto sol tomara.

Nathan lo observó, jugueteó por un momento con el aro de su labio inferior y luego volvió a entrar al cuarto de baño dejando a un solo y asustado Joe en su cama mientras se encargaba de llenar la tina.

D.R.E.A.M (Gay +18)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora