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El director Morgan McGraw había citado a su padre luego de suspenderlo por lo que quedaba del día. Al menos habían llamado a Billy para que fuera a buscarlo, Jack lo hubiera sermoneando por horas. Dios, Jack no iba a dejarlo en paz cuando se enterara. Todo por el imbécil de Zack. El cabrón cobarde lo había delatado.

Nathan gruñó, había acompañado a Joie a su clase y luego se dirigió a los aseos, como estaba no podía reunirse con el director, que los suaves labios de Joe lo habían dejado con un pequeño problema en los pantalones, necesitaba acomodarse antes de salir, no podía simplemente andar así por la calle.

 De acuerdo, no era que le importara demasiado lo que pensaran los otros, pero si Billy notaba el bulto en sus pantalones, eso sí que sería incómodo.

Se estaba lavando las manos cuando sintió la puerta cerrarse a sus espaldas, alzó la vista.  Había un muchacho parado con su espalda apoyada en la puerta: Vania Ericovich, McGraw. Alto, pálido, con el cabello platinado pegado a su cabeza de forma aristocrática, debía ser poco más que un niño, pero su expresión era tan seria en ese momento que Nathan se sintió incómodo. Estaba bastante seguro de no haberlo visto en su vida, pero había algo en aquellos ojos agatunados verdemiel, algo que le resultaba familiar de alguna manera.

El chico miraba a un punto muy cercano a donde Nathan estaba parado. Curioso buscó a los lados intentando encontrar qué demonios miraba el niño raro, no había nadie a parte de ellos dos.

Definitivamente lo estaba mirando.

—Hey.—Soltó para cortar la tensión, el chico no respondió, estaba tan tieso en su sitio que apenas si se movía su pecho cuando respiraba.

Vaya crío,  pensó decidido a marcharse pronto de allí, que el muchacho no le daba buena espina, pero en cuanto intentó cruzar por su lado el chico lo detuvo empujándolo levemente hacia atrás. 

—¿Qué demonios te pasa?—Rugió molesto intentando salir una segunda vez a lo que el muchacho lo sujetó.

—¿Harrel, eres?

—¿Que te importa?—Le espetó.

—Sí, eres—Dijo más para sí mismo—Tenemos problemas.

Y antes de que pudiera soltarse del agarre del menor, una magnum 9mm le apuntaba directo a las pelotas. 

Nathan bajó la vista a su entrepierna, el destello plateado del arma no dejaba lugar a dudas ¿Pero qué carajos? Lo miró sin comprender del todo, el chico no se andaba con vueltas ¿Cómo demonios habían hecho para entrar un arma al colegio? ¿Y a él lo llevaban a detención por una simple amenaza? —Mueve.

Nathan dio un paso adelante y sintió el arma deslizarse hasta sus riñones mientras el chico se ponía a su par como si lo abrazara—Si haces sola estupidez, disparo, ¿entiendes? —Dijo el chico con un fuerte acento que le sonaba casi musical. Era como un ronroneo constante saliendo de su garganta, como si saboreara y escupiera las palabras a la vez, ruso. —Di, sí.

—sí. —Dijo Nathan de mala gana al sentir que el chico volvía a presionar.

—Bien. Saldremos pasillo, sí haces movimiento para llamar atención disparo , si intentas correr disparo, si...

—Ya, ya lo entendí—Lo cortó Nathan y el chico detrás de él lo empujó hacia delante para que avanzara, estúpido mocoso. 

Afuera se llevó la sorpresa de su vida al ver al pequeño Max de pie comiendo una paleta ¿Max iba a Corliss? ¿Como nunca lo había visto? Al verlo, el niño le regaló una sonrisa antes de correr dando brinquitos hasta la puerta del baño, iba con uno de esos sweaters de capucha de las que salían orejas de conejos, lo que le daban el aspecto de un niño más pequeño de lo que realmente era.

D.R.E.A.M (Gay +18)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora