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Jack se quedó un momento en silencio pensando con cuidado sus palabras. No quería pelear con Nathan, aquél último mes había resultado agotador. Necesitaba acercarse a su hijo. Miró al muchacho a su lado. Enfurruñado y con el ceño fruncido miraba la ventana ignorándolo. Jack suspiró agotado.

-No creo que sea un buen momento.

-Nunca es un buen momento para ti. -Murmuró molesto.

-¿Es porque peleaste con Joe? -Preguntó intentando mantener la calma.

-¡No tiene nada que ver con él! No quiero vivir más en esta estúpida ciudad. ¡No quiero vivir más contigo! -Le lanzó una mirada tan furiosa en ese momento que no pudo evitar preguntarse qué demonios había hecho para que su hijo se decidiera a odiarlo

Jack mantuvo el silencio por unos momentos, las palabras de Nathan dolían. Suspiró de nuevo. no gritaría. Llevaba demasiados años gritándole y no había conseguido nada. No importaba cuanto se empeñarla en provocarlo, el día que ese niño nació se había prometido protegerlo, no podía perdonarse el haberlo golpeado aquel día luego de que discutieran, él no sería como su padre. Se lo había prometido a si mismo. Apretó con fuerza el volante hasta que sintió sus nudillos adormecerse.

-Bien. Hablaremos de esto cuando vayas a terapia.-Dijo cuando sintió por fin que se había calmado.

-Olvídalo. Bill es el único que me escucha-Nathan rodó los ojos y se puso los auriculares para no escuchar a su padre, no sin antes soltar un acido:-Lo único bueno que has hecho como padre, es no abandonar a papá.

El resto del camino lo hicieron en silencio.

En el estacionamiento Jack intentó por vaya uno saber cuánta ava vez, dialogar con su hijo. ¿Por qué Bill sí podía acercarse al chico y él no? ¿Podía tener celos de su propio esposo? ¿Acaso no era eso absurdo?

Una parte de Jack, a una muy pequeña, le molestaba lo bien que se llevaba el pelirrojo con su hijo.

Sí, era estúpido. Pero no podía evitarlo. Él era su padre biológico ¿no? Sangre de su sangre o lo que fuera, ¿Por qué su hijo lo rechazaba tanto? De no ser por la prueba de ADN que le había hecho cuando nació (y el parecido físico que era innegable), hubiera jurado que ese niño era más hijo de Bill que suyo.

-Nathaniel- Intentó agarrarlo por el brazo para que se volteara a mirarlo, pero antes de que consiguiera retenerlo, el chico fue más rápido y se bajó del coche.

Nathan no quería ver a su padre, que lo que había dicho era para molestarlo.

Para ser sinceros, Nathan no quería volver a Liverpool, odiaba más aquella ciudad que el tener que enfrentarse a sus problemas en chicago, inclusos si estos últimos amenazaban con hundirlo. Él amaba Chicago y a las personas que tenía allí -a Joe, tu amas Chicago porque tienes a Joe aquí- susurró su conciencia. Nathan sacudió su cabeza para despejarse de aquellos pensamientos.

Estaba harto de que intentaran que dijera lo que le pasaba, solo había ocasiones en las que quería llorar o golpear algo, se sentía tan encerrado en su propia mente que le entraban esas ganas de arrojarse de un puente para que todo aquello que hacía ruido en su cabeza desapareciera.

No, ni aunque quisiera podría decirles eso, las palabras se ahogarían en su garganta antes de que lo consiguiera y saldría corriendo.

Nathan siempre salía corriendo.

Suspiró y metiendo las manos en los bolsillos se dirigió al interior del colegio. A veces solo quería que todo se detuviera, esa parecía ser una de esas mañanas.Empezando por literatura, clase que para bien o para mal compartía con su mejor amigo.

D.R.E.A.M (Gay +18)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora