Libro de Lobos. © |YoonMin| #3.

Libro de Lobos Capítulo XXVl

❝¿Qué les quitó?

Muchas cosas, sin duda alguna, los atacó, hirió he incluso asesinó.

Park Shimrin, pobre, le arrebató la vida sin piedad alguna.
Kim JiMin, canalla, fue el causante de que sus hijos estuvieran en peligro.
Park JiMin, desgraciado, le arrebató a su familia, lo obligó a ver cómo los asesinaba.

¿Merece la muerte?
    Merece la peor muerte.

Los Deltus no hicieron nada, él los provocó, que se atenga a las consecuencias ahora.❞

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Libro de Lobos
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—¿Papá, para que es eso?. ——pregunto el infante con mucha curiosidad, su padre le sonrió un poco a la vez que le mostraba lo que hacía.

—Es un regalo para mamá, pero no digas nada. Es un secreto. —dijo el adulto, el menor asintió llevando ambas manos a su boquita, el simple acto le pareció tierno a su padre quién no pudo evitarlo y abrazo a su pequeño hijo de siete años.

—Papá mi asfixias. —se quejo el menor, entre risitas y mimos, le gustaba mucho ser el consentido, cosa que siempre recibía, ya que era el único niño de la casa, sus abuelos al igual que su padre siempre lo consentían con cualquier cosa, no entendía y tampoco era como si a su corta edad entendiera las cosas, solo sabía que sus abuelos al igual que su papá tenían un aroma muy peculiar que lo tranquilizaba y lo hacía sentir seguro, su mami también lo tenía pero era poquito no como su otro papá, sabía que su mami olía así porque su papá siempre la estaba abrazando y llenando de besos. Él era muy feliz con su familia, que por lo poco que sabía venían de una gran descendencia pura, o algo así, o bueno, eso le contaba su abuela, al igual que su abuelo, que el resto de la familia había muerto ya, o que se habían alejado de ellos. El menor sentía una rara conexión con esas historias, siempre le contaban historias sobre un lugar escondido en alguna parte del planeta, donde habitaban seres muy peculiares, que poseian aromas como ellos, que vivían en una zona donde el bosque los protegía de los ojos curiosos, que en la cima de una pequeña colina había una mansión, antigua pero bien cuidada donde vivian los Reyes del pueblo y que en algún momento, el viviría ahí. La simple idea de vivir en un lugar como ese, donde habían seres mágicos le gustaba, le emocionaba mucho.
Su abuela, una señora muy bonita y de sonrisa encantadora se acercó hacia ellos, llevaba galletas recién horneadas.